Revista Cultura y Ocio

Balabita

Por Isabel Martínez Barquero @IsabelMBarquero
BALABITAMatías siempre fue rico y soñador. No dejó de ser ambas cosas durante los largos meses de su enfermedad. Despojado de toda esperanza, entretenía sus dolores y escapaba de sus miserias cotidianas con las fantasías que poblaban sus horas tediosas. Próximo el término que los médicos le habían señalado, planificó su defunción sin ningún dramatismo. En sus ensoñaciones últimas, surgió una hermosa palabra entre sus labios y no cesó de repetirla en voz baja en la que todos calificaban como su agonía. Se sentía feliz por haber inventado una palabra, una palabra única, una palabra propia, una palabra personal, toda una huella imperecedera de su paso por la vida. Era como el ciudadano Kane, si bien su Rosebud particular era más larga y menos elegante, ya que creaba una cierta atmósfera borreguil: balabita. Cuando la pronunció en voz alta, orgulloso de ella y de su humildad, el mundo volvió a tener orden y se le representó nítido ante sus ojos. La muerte se alejó de Matías por el camino blanco que le había tendido su palabra, su amuleto, su nuevo escudo frente a todas las desdichas. A los pies de la cama, sus herederos contuvieron sus muecas de disgusto.BALABITACon este micro participo este mes en el blog ENTC, como ya es habitual en mí en los últimos meses.

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