Yo siempre he hecho balance del año que curso el último día, sobre todo en blogs. Me permite ver con perspectiva cómo se ha desarrollado mi experiencia vital en un ciclo de 365/366 días y a modo introspección me gusta verlo.
Enero empezó con una tripacha que no me cabía dentro con lo más esperado de toda mi vida, un bebé. Muchos síntomas acarreaba ya, la más sorprendente fue, sin duda, el síndrome de túnel carpiano (a rara no me gana nadie).
Febrero me dió lo más esperado de toda mi vida, a Bebé Fúturo. Y no puedo estarle más agradecida. Sinceramente, no ha cambiado intrínsecamente mi vida, simplemente le ha dado un motivo. Pasé por lo mismo cuando conocí a Papá Fúturo, pero con él siempre supe que podría acabar en cualquier momento menos esperado… No es así con Bebé Fúturo, tengo un motivo para toda la vida y me ha llenado de todas las ganas habidas y por haber de vivirlo. Me ha abierto un mundo lleno de ganas, es algo que no tiene precio.
Marzo fue el primer día del padre de Papá Fúturo y siendo tan reciente, fue muy emocionante. Bebé Fúturo sólo crecía y yo quería disfrutar del recién nacido un poquito más, pero no me ha dado tiempo. También fue mi cumpleaños y poco a poco llegaron más amigüitas para Bebé Fúturo.
Abril pasó muy deprisa, tanto que llegó nuestro aniversario de matrimonio y nos acordamos de casualidad el mismo día. Para mí sorpresa, no me afectó, fue un día más donde estaba donde quería con quienes quería y me daba igual celebrarlo (es algo que no se cree nadie, pero es la verdad). Bebé Fúturo seguía creciendo y yo recordé lo que era ser mujer. Me llegó la regla después de 11 meses sin ella, y vino hasta 3 veces el mismo mes… Tomándose la revancha. Vinieron mis padres a visitar a Bebé Fúturo…
Mayo empezó con mi primer día de la madre, el primero de toda mi vida. Os podéis hacer una idea de la ilusión que me hacía. También me puse el DIU… Volví a ver a mi Tribu en Segovia, donde pasamos un día magnífico.
Junio no pasó nada en especial, es más, en el blog estuve bastante callada también (he tenido que revisarlo para ver qué cosas han pasado). Lo único es que me hice donante de leche materna.
Julio trajo consigo el cumpleaños de Papá Fúturo con su fiesta sorpresa y, lo más duro de mi vida hasta ahora, mi reincorporación al trabajo después de convertirme en madre. Se me hizo un poco cuesta arriba, pero sólo fue un rato.
Agosto volvió con mis vacaciones y unas jornadas durísimas de trabajo de Papá Fúturo. Aprovechamos todo lo que pudimos, pero fue difícil.
Septiembre vino de nuevo el trajín del estrés a mi vida, como todos los años. Es un mes de estrés puro en el trabajo.
Octubre no fue diferente. Aumentaron la cantidad de trabajo y fue un mes en el que Papá Fúturo me paró los pies y se plantó ante las exigencias que yo tenía ese mes. También nos fuimos a ver a mis padres.
Noviembre hasta ahora ha sido el único en el que más o menos ha vuelto de nuevo la normalidad a nuestras vidas desde que Bebé Fúturo está. Es como si ya fuera un pequeño más mayor y bueno, lo llevamos a su habitación y desde entonces ya no tenemos horarios exorbitados, cenamos juntos todos sin hacer turnos, ya teníamos rutinas. Es un cambio importante.
Diciembre… Lleno de fiestas, luces, colores y regalos.
Sólo me queda por decir que el 2015 no ha traído nada malo consigo y sólo cosas buenas. Es un año lleno de satisfacciones y alegrías. Ojalá haya sido así también para vosotros y los años venideros siempre sean así.