¡¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja, ja,ja,ja,ja,ja,ja,!!.
O sea, el que está considerado el país menos fiable de la U.E. en cuanto a las cifras que publican (en Bruselas se dice que al menos cuando los Griegos manosean sus estadísticas lo hacen asesorados por Goldman Sachs), se inventan un nuevo método para calcular las balanzas fiscales con la clara intención de que salga lo que ellos quieren y ¡Oh casualidad!, va y sale lo que ellos quieren. Y esto ocurre además cuando el pasado mes de Enero el Sr. Montoro se había emplazado a publicar las balanzas fiscales con motivo del magno mitin del PP en Barcelona, pero cuando llegó el momento de poner las cifras sobre la mesa dijo que el método de cálculo que usa todo el mundo no le gustaba, aunque en realidad lo que no le gustaba eran los resultados, y encargó al profesor de la Fuente el diseño de un método que arrojase el resultado que él y su partido querían, y así lo han hecho, y como no podía ser de otra forma ha salido lo que ellos querían y un montón de tontitos se lo han creído, entre otras cosas porque la caverna mediática ha celebrado a fondo la ocasión refiriéndose a la ignominia catalana, y a la gran mentira de la asfixia fiscal de Catalunya, en medio de otra larga letanía de insultos que contribuyen en gran medida a solucionar el problema.
Encima resulta que el gran profesor de la Fuente, fiel servidor de quien le encarga el trabajo, sabe muy bien que en todos los cálculos de balanzas fiscales siempre se dan dos resultados: el cálculo según los flujos monetarios (los impuestos pagados menos las inversiones y gastos efectuados en la región, sin más), que es el básico y el más útil para establecer comparaciones y el que menos se presta a juegos de manos, y el cálculo según el método carga-beneficio (que añade al otro método monetario parte de los impuestos, inversiones y gastos pagados o efectuados en otras regiones que de alguna manera afectan también a la región a que se refiere el cálculo) que normalmente solo se usa como indicador de la estructura de gasto fiscal de todo el país porque disminuye el déficit de las regiones más perjudicadas y aumenta el de las regiones donde más invierte y gasta el Estado, normalmente la capital, aparte de ser menos fiable porque es de fácil manipulación y sus resultados pueden variar muchísimo según los criterios de reparto que se utilicen, y de nuevo ¡Oh casualidad! el profesor de la Fuente, para cumplir exactamente el mandato del Sr. Montoro, ha suprimido el método del flujo monetario y usa en exclusiva el método carga-beneficio, porque para qué andarse con tonterías si de lo que se trata es de conseguir un cálculo que demuestre que los catalanes mienten y que toda España vive gracias a Madrid.
Lo malo es que cuando a uno le están asfixiando, por más que se insista en que nadie le está haciendo nada, no consigue respirar por más que se niegue la asfixia.
Precisamente porque vivimos en un país cuyos gobiernos mienten incluso cuando publican cifras estadísticas hace tiempo que sugiero a los españoles que quieran saber porque nos quejamos los catalanes, que en vez de hacer caso de las cifras que publican y de lo que dicen en Madrid, sigan un método mucho más fiable, aunque tiene el inconveniente de que cuesta dinero, que consiste en darse una buena vuelta por Catalunya, ejercitando las dotes de observación, hablando con la gente, y enterándose de primera mano de la realidad, donde, aparte comprobar por sí mismos que las barbaridades de que nos acusa la caverna mediática son simples mentiras, que a nadie se le insulta por hablar en castellano, que los niños catalanes son capaces de hablarlo sin problemas y que no se cuelga a los no independentistas en las plazas de los pueblos, se podrán enterar de que nuestros trenes de cercanías han mejorado mucho porque antes salían a crisis semanal mientras que ahora ya estamos solo en crisis casi mensual; donde difícilmente podrán hacer un trayecto en coche de más de 100 kilómetros, evitando carreteras congestionadas y/o muchas curvas, sin tener que abonar un peaje considerable; donde con excesiva frecuencia tendrán que circular por obras abandonadas que dificultan el tráfico; donde podrán volver a disfrutar de algo que había sido tradición en España: los cortes de luz; si vienen del centro podrán ver de nuevo el impresionante aspecto de muchas torres de alta tensión, cuyas líneas no han sido soterradas; donde en los puertos de Barcelona y Tarragona podrán disfrutar del espectáculo de notables congestiones de tráfico rodado y ferroviario por culpa de unos accesos cuyas obras llevan 12 años de retraso, con planes que el Ministerio de Fomento ha incumplido cuatro veces y que solo ahora han licitado los accesos ferroviarios por la mitad del proyecto del de Barcelona ; ciudad donde podrán pasearse, sin enterarse que lo están haciendo, por encima de líneas de metro y estaciones muy necesarias, cuyas obras llevan años paradas, y si después de comprobar estas y otras cosas parecidas, alguien les explica que la Administración Pública catalana es de largo la que tiene menos funcionarios públicos por habitante, que en Catalunya empezamos a practicar los recortes a lo bruto cerca de dos años antes que en el resto de España, que tenemos el mayor PIB de España y el tercero por habitante, y que a pesar de ello la Generalitat tiene un grave problema de liquidez, que tenemos la que es de largo la mayor deuda pública de una CCAA de toda España, no van a entender nada de nada, pero al menos nos comprenderán un poco, hasta que lleguen a su casa y alguien les suelte la parida de que todo es culpa del enorme gasto que suponen las embajadas catalanas, para lo que antes de iniciar su regreso alguien debería explicarles que a pesar de las embajadas Catalunya no es de las CCAA que más gastan en actividad internacional, que el gasto de las “embajadas” se ha reducido muy considerablemente junto con los recortes, y que además, y sobre todo, que las llamadas embajadas tienen una función eminentemente comercial con un considerable aporte al hecho de que el 25% de las exportaciones españolas sean catalanas, una actividad, la exportación, que es la mejor llave de salida de la crisis.
Mientras nos mientan de palabra, por escrito, por estadísticas, por balanzas, o por lo que sea, es importante aprovechar las ocasiones en que uno puede observar bien la realidad para conocer la verdad que nos ocultan. Siguiendo ese criterio he tenido varias ocasiones de observar un buen ejemplo de la clarísima discriminación en infraestructuras que Catalunya está sufriendo desde hace décadas. Con cierta frecuencia voy a Valencia. Los vagones de los trenes rápidos de largo recorrido como el Euromed, AVE incluido, disponen de un panel adosado a la pared del acceso al vagón que proporciona datos sobre el tren como número del mismo, número del vagón, hora, próxima parada, etc., y una de las informaciones que proporciona es la velocidad a que se desplaza el tren en cada momento.
En mis viajes a Valencia en el Euromed tengo el hábito de comprobar la velocidad de vez en cuando, coincidiendo casi siempre con momentos en que el tren se está desplazando a lo que podría denominarse, usando términos aeronáuticos, velocidad de crucero, también me fijo en cuantas paradas efectúa el tren en medio de la nada debidas a tramos de vía única y al tráfico ferroviario, y el resultado de mis comprobaciones no puede ser más revelador.
Mientras el tren circula por la Comunidad Valenciana la velocidad casi siempre está bien por encima de los 200 Km/Hora, en ocasiones se acerca e incluso supera un poco los 250 Km/Hora, no se produce ni una sola parada en medio de la nada, y el tren siempre circula a lo que he denominado velocidad de crucero, excepto cuando atraviesa estaciones sin detenerse, para lo que reduce la velocidad más o menos en función de la importancia y longitud de la estación, y la mayor incidencia serían unos minutos circulando a baja velocidad 50-80 Km./Hora probablemente por razones de tráfico. Pero, dirección Barcelona, en cuanto se atraviesa la estación de Vinaros casi justo en la línea divisoria entre la Comunidad Valenciana y Catalunya, se modifica totalmente el patrón del viaje. En Catalunya la velocidad ya solo pasa muy raramente de 200 Km/Hora con un máximo estable que supera los 190 con dificultad; en trayectos bastante largos, como desde Sitges hasta Barcelona a duras penas alcanza los 80 Km/Hora; no solo hace un mínimo de tres paradas en medio de la nada por razones de tráfico ferroviario en tramos de vía única, normalmente uno antes de Tarragona y dos justo después, además en ocasiones se puede pasar cerca de 10 minutos circulando a una velocidad ridícula entre 25 y 30 Km/Hora probablemente por la misma razón de tráfico y vías únicas.
No es que los valencianos puedan dar saltos de alegría por su red ferroviaria, pero al menos en la costa ya no tienen tramos de vía única como los que son frecuentes en toda Catalunya, y la única conclusión es que uno de los trayectos ferroviarios que soportan más tráfico de toda España, el de la costa mediterránea a su paso por Valencia y sobre todo por Catalunya es a la vez y sin duda el peor equipado y más descuidado de toda la red. Probablemente la razón sea que los criterios son los mismos que obligan al Sr. Montoro a hacer un cálculo a su medida de las balanzas fiscales: La realidad debe ignorarse, ocultarse o modificarse si no coincide exactamente con lo que los neofranquistas creen que debería ser. Mientras, el independentismo bien, cada día mejor, gracias.