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Si algo hemos aprendido en los últimos días de confinamiento global es la importancia de los espacios verdes de expansión, especialmente para el hábitat residencial pero también para los espacios comerciales, gastronómicos o corporativos, y para las ciudades en su conjunto.
En distintos niveles y escalas de diseño, la convivencia con la naturaleza es esencial para el bienestar de las personas. Los espacios verdes son esenciales para el desarrollo urbano sustentable. Los parques, las plazas junto con los arboles urbanos no solo definen en gran medida la identidad y el atractivo de las ciudades; estos espacios abiertos contribuyen además a la calidad de vida de sus habitantes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la existencia de espacios libres es una necesidad cada vez más urgentes en el plano regional, nacional e incluso internacional; la expansión sin precedentes de las grandes concentraciones urbanas ha hecho que la disponibilidad de espacios verdes sea una necesidad imperiosa. La protección y conservación de los recursos naturales, y de los espacios libres suelen exigir la intervención del Estado. Las zonas verdes, los paseos arbolados y los espacios libres de todo tipo enlazan lógicamente el hogar, la vecindad y la aglomeración urbana con el campo circundante, y deberán ser una de los rasgos más visibles del mapa metropolitano y de la ciudad misma.
La agencia ONU-Hábitat tomó como parámetro en base a criterios de la OMS ya en su informe “El estado de las ciudades de América Latina y el Caribe 2012” que las urbes deberían disponer de un mínimo de entre nueve y once metros cuadrados de espacios verdes por habitante.
En América del Sur, la ciudad emblemática en cuanto a densidad de espacios verdes es la brasileña Curitiba con 51 m2/habitante. Otras ciudades brasileñas que cumplen con el mínimo recomendado son Porto Alegre (13), São Paulo (11) y Belo Horizonte (9) También la capital uruguaya Montevideo (12) y la ciudad santafesina de Rosario (10) cumplen con estos mínimos saludables.
Sin embargo, ciudades como Buenos Aires tienen un déficit con respecto a ese parámetro: 5,9 m2/habitante.
Si bien hace unos años se desmintió que ese valor hubiera salido oficialmente de la OMS, sigue tomándose como índice de referencia y es una realidad que ha hecho reflexionar acerca de la presencia del verde en las ciudades. Por otra parte, y siguiendo la línea, es necesario distinguir que para que cuenten con valor ambiental deben tener un significado más profundo y más enunciativo. No podemos seguir llamando área verde a un conjunto de árboles, plantas o pasto aislados o en plazas, glorietas, parques y jardines, etc. como si fuera una simple operación matemática, las áreas verdes surgen de un concepto de planificación territorial y del diseño arquitectónico,
Además, es claro que es más eficiente, sustentable y económico, prever esa áreas desde los proyectos y la planificación que integrarlas a posteriori a espacios que carecen de ellas.
Ahora bien: Si bien en lo anterior tienen incidencia las políticas públicas y los estímulos y pautas a desarrolladores inmobiliarios o planificadores, es también una realidad que estos se consolidan o parten de la demanda de la sociedad por otro formato de espacios públicos. Y la forma de visibilizarlo es partiendo de los de área de influencia propia, a nivel doméstico.
Balcones, terrazas, y azoteas cobran en este contexto un significado y potencial como nunca antes habían tenido.
Propiedad común
Los espacios comunes verdes en condominios o edificios de vivienda, pueden integrarse a los de uso público con áreas de transición amables y equipamiento, iluminación, pavimentos y vegetación que les permita ser de verdadero disfrute y refugio y no meramente de adorno.
Algo muy subvalorado son las azoteas y el potencial de convertirse en áreas deportivas, sociales o de huertas que puedan suministrar alimentos a la copropiedad. Esos espacios bien equipados y gestionados pueden ser parte de las amenities del conjunto y si hay excedente de producción en el caso de huertas, pueden canalizarse para venta, aportando ingresos a la copropiedad. De hecho hay varios ejemplos que esas terrazas productivas surten a restaurantes ubicados en planta baja que los incorporan a su carta.
Otras opciones, más difundidas, pueden ser sociales, de barbacoas o espacios de reunión donde los residentes pueden compartir entre ellos una comida informal o turnarse para hacerlo con amigos.
Ejemplos más específicos lo supone este en Copenhague, Konditaget Lüders, donde la azotea (de lo que en realidad es un edificio de estacionamiento) está ocupada por áreas de diversión para chicos, combinada con otra de fitness para adultos, con un acceso incluso independiente para no residentes, por medio de un ascensor directo a la azotea, o para ir entrando en calor, con una escalera que lo llevará ocho niveles hacia arriba, a la cubierta lúdica.
Propiedad privada
A la ambientación interior a la que podamos incorporar plantas de diversos estilos, se suman las terrazas y balcones que expanden esa sensación de aire libre, y por mínimas que sean, admiten ambientaciones que las hagan atractivas y nos permitan disfrutarlas al máximo, especialmente valorables cuando las viviendas tienen poco metraje.
Algunos recursos para lograr elevar el atractivo de estas áreas:
_ Envolvente
Es recomendable generar un foco de atención, ya sea con vegetación, adornos, un muro con pintura contrastante, estampados o algo con un toque artístico. Para la noche, la iluminación rasante de plantas o arbustos suma a una ambientación más íntima y personalizada que invita a disfrutarla, y puede complementarse con fanales o lámparas de diseño con baterías, aptas para exterior, guirnaldas y otras opciones que existen con preciso accesibles en el mercado.
_ Vegetación
La reiteración suma en efecto: ya sean suculentas, arbustos bajos u hojas que se elevan visualmente, es importante envolvernos en verde y destacarlo enfáticamente. Ahora están de moda los muros verdes con distintas técnicas, pero puede lograrse con un escalonamiento de tamaños y escalas de pantas o macetas.
_ Arte
Con un poco de imaginación, podemos egnerar sorpresa con elementos que podemos lograr nosotros mismos, sin perjuicio de encontrar belleza en algún descarte o apelar a algún amigo artista que nos ayude a darle el toque original y único a nuestra terraza.
_ Equipamiento
Los materiales más resistentes son las maderas de teca o lapacho, aluminio, hierro y el ratán o fibras sintéticas. Podrán complementarse con almohadones tapizados en tonos neutros o contrastantes, y a su vez combinar estilos en el conjunto.
Alfombras para exteriores, estufas de gas o braseros, calefactores o ventiladores, parrillas acordes al espacio disponible son varias de las opciones que podemos incluir para completar el confort del conjunto.
_ Iluminación
Durante el día será la vegetación y el equipamiento lo que atraiga al uso de estos espacios, pero es durante la noche cuando podrán usarse en eventos de mayor duración y magia, en tanto se logre ambientar en forma relevante, que invite a quedarse y disfrutarlos.
Luminarias suspendidas, de mesa, a batería, rasantes a canteros de verde, más o menos protagonistas, aportarán otra dimensión y sin dudas, una extensión del uso para disfrutar en familia o con amigos.
Las ciudades con más espacios verdes por habitante se construyen desde lo que cada uno puede aportar, disfrutar y exigir. Como dice el refrán: “Comencemos haciendo lo necesario, luego lo posible, y luego nos encontraremos haciendo lo imposible”.
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