Baldur’s Gate, el hito de la fantasía y la aventura

caratula Hoy quisiera hablar otro gran juego que marcó mi juventud, al igual que la de muchos: Baldur’s Gate, de 1998. Tanto Baldur’s Gate y su expasión, Tales of the Sword Coast, como su secuela (Baldur’s Gate II: Shadows of Amn) han recibido numerosos premios, y son considerados por gran parte de la industria y fans de los videojuegos como uno de los mejores juegos de rol de todos los tiempos, y aún después de tantos años, siguen siendo un referente.

Baldur’s Gate pertenece al género RGP (role-playing game), también llamados videojuegos de rol, donde se combinan diálogos, búsquedas y combates. El juego se basa en las reglas de la segunda edición de AD&D (Advanced Dungeons & Dragons), con ligeras modificaciones.

Baldur’s Gate nos situa en la llamada “Costa de la Espada”, ubicada en el contienente de Faerûn, dentro del universo ficticio de los Reinos Olvidados. Nos metemos en papel de un jovén huérfano que ha pasado la mayor parte de su vida en la ciudadela de Candelero, criado por el mago Gorion. Una serie de misteriosos eventos provocará que el protagonista deba huir de Candelero y, tras la trágica muerte de su mentor, se encuentre abandonado a su suerte en mitad de la Costa de la Espada, haciendo lo posible por sobrevivir y comprender todo lo que se cierne a su alrededor.
En nuestra aventura encontraremos a míticos personajes, como nuestra amiga de la infancia Imoen, el valiente Minsc y su inseparable mascota Bubú (quien es, en palabras de Minsc, “un hámster gigante del espacio en miniatura”), el arrogante mago Edwin o el malvado Sarevok.

Imoen también ha crecido en Candelero y mantiene una profunda amistad con el protagonista.

En Baldur’s Gate disponemos de total libertad para crear a nuestro personaje protagonista, pudiendo configurar aspectos como la raza (humano, elfo, enano, mediano, etc), su clase o profesión (guerrero, mago, paladín, clérigo, druida, etc), sus atributos (fuerza, destreza, carisma, etc), sus habilidades de combate con armas (espadas, arcos, bastones, hachas, etc), personalizar algunos aspectos básicos de su apariencia (el color del pelo y las ropas) y elegir su equipamiento (armas, armaduras, objetos mágicos, etc).
A lo largo de la aventura encontraremos numerosos personajes, algunos amistosos, con los que podremos hablar y aprender cosas; otros hostiles, a los que habrá que combatir; y algunos que, por diferentes motivos, querrán unirse a nosotros y ayudarnos en nuestra aventura. Igualmente encontraremos gran cantidad de objetos, tales como armas, armaduras, pergaminos, objetos mágicos, pociones, etc, bien porque los encontremos en determinados lugares, porque los compremos a algun mercader, o porque los recojamos del cuerpo de algún enemigo derrotado.
Igualmente, disponemos de gran variedad de escenarios que explorar y con los que interactuar, como bosques, desiertos, cuevas, castillos o ciudades, y por los que podremos movernos libremente. Otro de los puntos fuertes y alabados de este juego radica en la gran libertad que tiene el jugador para explorar las diferentes zonas, pues si bien hay una historia principal que rige todo el juego, también hay multitud de historias y misiones secundarias, y podemos viajar por las distintas zonas de la Costa de la Espada cómo y cuando deseemos (salvo excepciones).

Minsc (acompañado siempre por Bubú) posiblemente sea el personaje más divertido de toda la saga.

Además, el juego incluye un sistema de moralidad o reputación gracias al cual nuestros actos determinaran el destino de nuestro personaje y la reaccion de otros personajes ante él; podremos comportarnos como alguien benevolente y amable, o bien ser malvados y egoístas. Así, una misma situación podrá resolverse de diferentes maneras.
Y no podemos olvidar una de las mejoras cosas que brinda Baldur’s Gate: los combates. Éstos combinan a la perfección la acción en tiempo real junto con la estrategia del combate por turnos; y el hecho de que nuestro protagonista pueda ir acompañado de otros personajes (hasta formar un grupo máximo de 6) que también participan en la lucha hace de los combates algo muy divertido y emocionante.
Además, el apartado gráfico y sonoro son sobresalientes, con una magnífica banda sonora y unos escenarios preciosos y llenos de detalles, y que a pesar de la antigüedad del juego aún resultan vistosos.

Todos los elementos de libertad que nos brinda, la gran variedad de objetos que podemos encontrar y utilizar, el magnífico argumento, los preciosos escenarios y las múltiples combinaciones posibles a la hora de crear a nuestro personaje, hace de Baldur’s Gate un juego re-jugable, con el que es casi imposible aburrirse, aunque ya lo hubiéramos jugado con anterioridad.
Del 1 al 10, este juego se llevaría un 12, sin duda, y me atrevería a recomendárselo a cualquiera que le gusten los videojuegos, en especial los de rol y fantasía.

Solo de escribir este artículo me han entrado ganas de volver a jugarlo.