Lo mejor de cada casa, pillados por el carrito del helado
de los papeles de Panamá.
(Fuente: elmundo)
El principio de la socialdemocracia, que se ha ido imponiendo en las tierras europeas tras la Segunda Guerra Mundial, es que los ciudadanos deben pagar sus impuestos, para contribuir al sostenimiento del Estado y de todos sus mecanismos protectores y redistributivos. Y este pago debe ser progresivo, es decir que los que más dinero ingresan por sus actividades deben contribuir con un mayor porcentaje a las arcas públicas. Manteniendo, eso sí, el principio de la ordinalidad, es decir, que a nadie que ingrese más dinero le acabe quedando menos para sí mismo que a otra persona que hubiera ingresado menos. Pero el capitalismo, en su inmensa inteligencia galáctica, nunca deja tirado a nadie... que lo pueda pagar. De esta forma, para aquellos que se lo puedan permitir, el capitalismo les aporta válvulas de escape que permiten mitigar esta obligación impositiva y fiscal. Y, por supuesto, les brinda los servicios (de pago) de abogados y asesores fiscales. De esta forma, y en la práctica, las arcas públicas de los Estados se sostienen gracias a la contribución (obligada) de las capas medias de la población, esos ciudadanos perfectamente integrados en la sociedad, que desarrollan diversos trabajos por los que perciben los correspondientes sueldos, completamente controlados, monitorizados y conocidos por los poderes públicos. En las capas sociales más bajas se extiende la economía de supervivencia, básicamente sumergida, con actividades semiclandestinas, opacas a los poderes públicos, en forma de pagos en efectivo que ni contribuyen a las arcas públicas ni consolidan derechos sociales para sus perceptores. Mientras, en la parte opuesta de la pirámide social, en las capas más altas, más acomodadas, más ricas, cunde la sensación de que pagar los impuestos que les corresponderían es cosa de plebeyos o ignorantes e indigno de su condición. El sistema les ofrece salidas ya establecidas para evitar (o al menos, reducir) sus obligaciones fiscales. Les permite sociedades instrumentales, a menudo radicadas en lugares donde la presión fiscal es infinitamente menor que en un estado avanzado social de derecho, de modo que las personas físicas (casi) pueden alegar insolvencia, pues no tienen rentas ni patrimonio asociados a su nombre. Aunque sigan disfrutando, por supuesto, de todas las comodidades que les pueden aportar sus abultados patrimonios. O les tolera, por ejemplo, el uso torticero de las instituciones colectivas de inversión, como las SICAV, con el uso extendido de los llamados mariachis, una modalidad de testaferro. El Estado, cualquier Estado, es incapaz de taponar esas vías de agua (o de sangre). Tiene que limitarse, ante la imposibilidad de suturar, a ir poniendo apósitos mientras la sangre sigue fluyendo casi en libertad. Los Papeles de Panamá nos cuentan, con claridad, que cualquiera que tenga unos ingresos de cierta entidad, tiene a su disposición mecanismos, en forma de sociedades offshore, por ejemplo, para minimizar sus (aparentes) obligaciones fiscales en España. Pero seamos justos. Porque si alguien va a vivir y trabajar (de verdad) en Suiza, es normal que tenga allí sus cuentas corrientes para cobrar su nómina y para pagar sus recibos. O si alguien va a desarrollar una actividad empresarial en Panamá, es normal que constituya allí una sociedad panameña para gestionar esa actividad. Sólo que, tratándose de ciudadanos españoles, la Agencia Tributaria debe tener conocimiento de esas participaciones. Y el día que una de esas sociedades reparta beneficios a sus socios, ese ingreso deberá tratarse fiscalmente a través del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas español.
José Manuel Soria, ya ex Ministro de Industria, Comercio y
Turismo. Ha tenido que dimitir tras acumular mentira tras
mentira en una gigantesca matrioshka.
(Fuente: extraconfidencial)
Carátula del álbum de Serrat "Material Sensible" (1989)
(Fuente: coveralia)
Són guapos, feliços, massissos, nocturns,famosos, simpàtics, inútils i absurds.
Destaquen, s'ensorren, es torren al sol.
Esquien, naveguen, s'ofeguen d'alcohol.
(Son guapos, felices, macizos, nocturnos,
famosos, simpáticos, inútiles y absurdos.
Destacan, se hunden, se tuestan al Sol.
Esquían, navegan, se ahogan en alcohol)
Y continúa con el primer ajuste de cuentas:
Tenen més calaixos, però també més trastos.
Tenen més vestits, però també van a més llocs.
En paus.
Tenen més amics, però també més falsos,
i més seguretat, però també més por.
Tenen més diners, però també més despeses.
Tenen més poder, però també més maldecaps.
En paus.
Tenen més de tot, però també més a perdre.
Potser el món és seu, però els tenim voltats.
(Tienen más cajones, pero también más trastos.
Tienen más vestidos -trajes-, pero también van a más sitios.
En Paz.
Tienen más amigos, pero también más falsos,
y más seguridad, pero también más miedo.
Tienen más dinero, pero también más gastos.
Tienen más poder, pero también más preocupaciones.
En Paz.
Tienen más de todo, pero también más que perder.
Quizás el mundo es suyo, pero les tenemos rodeados.)
Sigue Serrat destilando esas pequeñas envidias del ciudadano corriente:
Tots sols, en parelles i en estol, la jet.
Són moda, primícia, i notícia per bens.
S'operen, s'enfaixen, viatgen arreu.
Els mimen, se'ls rifen, a cavall i a peu.
(Solos, en pareja, y en bandada, la Jet.
Son moda, primicia, y noticia para corderos.
Se operan, se enfajan, viajan a todas partes.
Los miman, se los rifan, a caballo y a pie.)
Y a continuación el ajuste de cuentas definitivo:
Tenen més stànding, però també més rendes
i més a lluir, però també més a amagar.
En paus.
Tenen més pecats, però també més penques.
Tenen més camí, però també més pla.
Tenen més amants, però també més banyes.
Tenen més sabates, però també tenen dos peus.
En paus.
Tenen més cognoms, però també la palmen,
però, això sí, després d'haver viscut com déu.
(Tienen más standing, pero también más rentas.
Y más que lucir, pero también más que esconder.
En Paz.
Tienen más pecados, pero también más jeta.
Tienen más camino, pero también más llano.
Tienen más amantes, pero también más cuernos.
Tienen más zapatos, pero también tienen dos pies.
En Paz.
Tienen más apellidos, pero también la palman,
pero, eso sí, después de haber vivido como Dios.).
Valga esta canción de Serrat como pequeño bálsamo para las muchas heridas que la actualidad está infligiendo en nuestras cándidas almas de ciudadanos honrados. JMBA