Bomberos acuden a extinguir las llamas en un edificio durante los disturbios provocados durante una protesta contra la muerte de Freddie Gray en Baltimore (Estados Unidos). (John Taggart / EFE)
“Cuando le cogieron descubrieron que el joven tenía una navaja y le detuvieron mientras gritaba de dolor. Una hora después su espina estaba severamente dañada. Una semana después, estaba muerto”, escribe el corresponsal de The Atlantic Ta-Nehisi Coates. “¿Cuál era exactamente el crimen aquí? ¿Por qué está Freddie Gray muerto?”, se pregunta. Nos preguntamos.
El lunes se celebraba en Baltimore, Maryland, el funeral por la muerte del joven afroamericano Freddie Gray, que falleció a los 25 años el pasado 19 de abril tras un coma provocado por una lesión en la columna que se produjo mientras se encontraba bajo detención policial unos días antes, el 12 de abril, en unas circunstancias todavía no muy claras. Tampoco está claro cómo se produjo la lesión y los resultados de la autopsia aún se desconocen. De momento, seis policías han sido suspendidos y se está llevando a cabo una investigación.
Las protestas iniciadas en la ciudad, que al inicio recordaban a las que tuvieron lugar en Ferguson por la muerte del joven desarmado Michael Brown, han evolucionado en un caos total. Desde la noche del lunes más de 5.000 agentes se enfrentaban a ‘manifestantes’ que lanzaban todo tipo de objetos y que ha resultado en al menos 15 agentes heridos, algunos de ellos con huesos rotos. Cerca de 150 coches han sido quemados y se han producido más de 200 arrestos en los últimos dos días.
Varias personas gritan sobre un vehículo de la policía abandonado que fue atacado durante las protestastras el funeral de Freddie Gray. (EFE/NOAH SCIALOM)
Además, la ciudad se despertó ayer con las escuelas cerradas y vivirá durante una semana –de momento- en estado de emergencia, decretado desde el lunes por la noche, cuando se anunció también la activación de la Guardia Nacional, que ha enviado refuerzos a las fuerzas policiales. El toque de queda será de 10 de la noche a 5 de la mañana, por lo que no podrá salirse a la calle si no se trata de motivos de urgencia o laborales. Así se amplía el toque de queda que ya se había decretado para menores de 17 años.
Muchos de sus ciudadanos lamentan que en un momento en que Baltimore era el punto de mira del país no hayan sabido estar a la altura y que en vez de protestar de una manera pacífica las calles se hayan vuelto, literalmente, una escena de película de ficción. Además de la violencia como la principal arma de protesta algunos han aprovechado la ocasión de caos generalizado para saquear establecimientos. “No tiene nada que ver ni con Freddie ni con el ‘black power’” asegura en un vídeo de una televisión estadounidense un chico que presencia la escena de caos y destrucción que estos días, y especialmente desde el lunes, se vive en las calles de Baltimore, Maryland.
“Demasiada gente se ha pasado generaciones construyendo esta ciudad para que ahora sea destruida por gamberros”, decía la alcaldesa de Baltimore, Stephanie Rawlings-Blake, horas después del estallido del caos. “No tengo palabras. Es una tontería pensar que destruyendo la ciudad se conseguirá una vida mejor para alguien”, manifestaba. También en Twitter, donde ha recibido críticas por su falta de liderazgo y reacción tardana, Rawlings-Blake, insistía: “No dejaremos que estos actos de cobardía y violencia ruinen nuestra ciudad”.
We will not let these deplorable and cowardly acts of violence ruin #OurCity.
— Mayor Rawlings-Blake (@MayorSRB) abril 28, 2015
En efecto, la situación en las calles de Baltimore se ha desmadrado y ha ensuciado la lucha de la comunidad afroamericana contra la discriminación racial. Los que actúan con violencia son criminales. A la espera de los detalles sobre qué pasó durante la detención de Freddie Gray, cabe recordar que la discriminación racial todavía existe y lo han demostrado casos como los del joven Brown. Como explica Roger Senserrich en un artículo, el problema en este caso, como lo fue en Ferguson, es que no es un caso aislado. “La policía de Baltimore (3.000 policías para una ciudad de 620.000 habitantes – relativamente grande para Estados Unidos) tiene un historial increíble de brutalidad indiscriminada, especialmente contra personas de raza negra”, escribe.
Sin embargo, como asegura el periodista Michael A. Fletcher -que ha vivido en la ciudad más de 30 años- “Baltimore no es Ferguson y sus principales problemas no son raciales”. Muchas de sus principales figuras, como la alcaldesa, el jefe de la policía o el fiscal son afroamericanas, así como la mitad del cuerpo de policía local. “Sin embargo -insiste Fletcher- la brecha de desigualdad es más ancha que en ningún otro lugar. Y, como los chicos de la calle te dirán, los policías negros pueden ser muy cabrones con ellos, también”. En cualquier caso, como decía el mensaje que se proyectaba en las paredes de la iglesia donde se encontraba el féretro de Gray, “Black lives matter, all lives matter”.