Revista Libros
Escritor: Dai Sijie
Guardo buen recuerdo de este libro, por ser uno de esos libros que yo encuentro entre novela y cuento, y con un trasfondo muy agradable, el de los libros y sus posibles efectos en el lector. Además, el escenario en el que se desarrolla, que queda tan bien reflejado con las palabras del escritor, es precioso: entre las montañas muy altas de China, desde cuya altura los espacios inmensos, verdes y abiertos son una delicatessen para la vista y la imaginación del lector.
La época, es en plena revolución cultural china, cuando se lanzó una campaña que pretendía cambiar profundamente al país, controlando y limitando el sistema educativo, y por tanto el pensamiento. “Cada centímetro cuadrado de este país estaba bajo control de la dictadura del proletariado”.
Se cerraron universidades. Los estudiantes fueron enviados al campo para ser reeducados por campesinos sin cultura, en la sencillez y dureza de la vida desnuda. No hacían falta más saberes que el libro rojo de Mao, los manuales de industria y los manuales de agricultura. El resto se encontraba dentro de lo prohibido.
Los personajes principales son tres: dos jóvenes estudiantes “instruidos”, y una campesina analfabeta.
Los dos estudiantes, son enviados para su reeducación a una aldea situada entre estas montañas, y a dos días a pie del poblado civilizado más cercano.
Allí surge la amistad de ellos con una campesina hija del sastre, la joven costurera, que en este entorno de habitantes ex cultivadores de opio convertidos en campesinos bajo el régimen comunista de Mao, viven sin apenas conocer lo que es una película, o un simple reloj, “la gente siempre había vivido según la salida y la puesta de sol”. Eso es todo.
Encuentran un tesoro, un cajón de libros de esos prohibidos, que amenizarán esa vida excesivamente sencilla y cerrada, dando alas a la imaginación y al pensamiento.
Se nombran novelas de Balzac, como: Papá Goriot, Eugenia Grandet y Úrsula Mirouet; también la novela de El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas, que es gracioso cómo inspira al sastre, padre de la sastrecilla, en sus creaciones de ropa, que vestiría a los campesinos con adornos marineros; o también la novela Jean Christophe del premio Nobel Romain Rolland, por la que aprenden la amplitud del individualismo, ese mal occidental para un oriental. Y dicen ellos: “Hasta entonces, mi pobre cabeza educada y reeducada ignoraba, sencillamente, que fuera posible luchar en solitario contra el mundo entero”
Ya nada podía ser igual para ellos, aunque sobre todo, para la joven costurera china, que empieza a imaginar y conocer otras vidas y lugares, y poco a poco y de forma imparable se va produciendo su transformación que cambiará el curso de su vida y que dejará una huella nostálgica en los demás. Y es que ella “sólo había conocido la cháchara revolucionaria sobre el patriotismo, el comunismo, la ideología y la propaganda. De pronto, como un intruso, aquel librito me hablaba del despertar del deseo, de los impulsos, de las pasiones, del amor, de todas esas cosas sobre las que el mundo, para mí, había permanecido hasta entonces mudo”
El final, no sé bien cómo calificar el final. Creo que en realidad, bien se podría decir que es el principio de una historia que me hubiese gustado conocer.