Un huevo y la promesa de vida que palpita en su interior. Un momento de tensión que capta la cámara cuando la cáscara comienza a agrietarse. El pico minúsculo del ser vivo que esconde su interior, ciego y solo, luchando por abrirse un camino hacia el exterior, por lograr un poco más de espacio, cansado de un interior en el que ya no le es posible desarrollarse, y el angustioso suspense que inevitablemente se plantea frente a una nueva vida: ¿nacerá sano, correctamente constituido…?Unas manos enguantadas aparecen en la pantalla, con amor y destreza en el manejo de unas pinzas de cirujano, van a ayudar a romper la cáscara. Todavía no sabemos si se trata de un cisne negro o de un patito feo. Lo único que vemos es una maravillosa metáfora de la lucha por afirmarse y la inestimable ayuda que recibe el nuevo ser vivo para salir del huevo. El propietario de esas manos no tuvo la suerte de verse ayudado para salir, en este caso, del armario, a mediados del siglo pasado.Sébastien Lifshitz, cineasta que ya había abordado la ficción en trabajos anteriores, ha tenido la brillante idea de investigar y seguir los dos últimos años a homosexuales que nunca salen en las revistas ni en la publicidad. Nada de abdominales tableta de chocolate y dureza del diamante, último grito en vestuario, complementos de diseño y ático urbano. El cineasta retrata y recoge los testimonios de homosexuales, que en los pasados años 50, tuvieron que afirman sus opciones de vida, cuando hablar de este tema era pecado, delito, blasfemia, o las tres cosas a la vez.Como todo buen proyecto, esta película de Los invisibles (no es necesario mencionar que para este blog es uno de los mejores títulos de este año) nace de una pasión. Su director, coleccionista de antiguas fotografías, adquirió en una ocasión un álbum de una pareja de señoras. Su desbordante imaginación empezó a reconstruir su vida, su historia y sus amores, y decidió, a partir de estas fotos ya amarillentas, que haría un documental. Y mejor no le puede haber salido porque este retrato conmovedor, divertido, íntimo, inteligente y premiado (mejor documental en los premios de cine francés) ha obtenido un unánime reconocimiento de crítica y público en 2012.Centrado en la homosexualidad, tanto masculina como femenina, en Los invisibles se quedó fuera un personaje sublime, Marie-Pierre Pruvot. Para no mezclar temas tan diferentes, el director prefirió realizar otro documental, con el nombre artístico de la protagonista transexual, Bambi. De nuevo, sensibilidad, elegancia, fascinación y magia se dan cita en este trabajo que sólo tiene un defecto, su duración, una hora exacta que parecen cinco minutos dado lo apasionante que puede ser una vida narrada por la sublime Marie-Pierre.Desde las calles de Argel, la impresionante descripción de la imposibilidad de pronunciar un nombre con el que no se sentía identificado, la llegada del Carrousel de París, cabaré de travestis y transexuales que levantaba las iras y pasiones de media Europa en los años 50, su instalación en Francia, su trayectoria artística, amorosa y profesional, Bambi es la viva encarnación de una Scheherazade de la que nunca querríamos que dejase de contarnos sus historias. De nuevo, otro bingo para el director. En esta ocasión, por el momento, no es un premio nacional el obtenido sino uno internacional, el Teddy Award del festival de Berlín 2013 y nos será el único… Tiempo al tiempo.