Revista América Latina

Banalizaré demasiado.

Publicado el 13 mayo 2012 por Jmartoranoster
Posted on 13 mayo, 2012 by

Maryclen Stelling 


Un video elaborado en 2011 por unos jóvenes caraqueños, titulado Caracas ciudad de despedidas, ha impactado diversos sectores. Desde la burla y banalización hasta la crítica emanada de su propio grupo etario: conformistas, inmaduros, sifrinos, cobardes que esquivan el problema y no lo afrontan.
En el caso de los jóvenes que producen y actúan en el video, se evidencia la pertenencia a una suerte de comunidad lingüística que se expresa en: “o sea… me iría demasiado… burda de sifrinos… bicho del Este del Este”. Expresiones que han concitado la crítica, la burla y el escarnio público ocultando aspectos fundamentales.
Jóvenes que sin quererlo o saberlo se presentan en actos sociales que denuncian su posición social y la percepción de la situación de clase en relación a otros sectores sociales que parecen despreciar. El video resume lo que podríamos clasificar como mitos y realidades de la clase media caraqueña. Ellos son hijos de familias preocupadas por el devenir de su posición de clase en las que el sueño de una vida mejor se oscurece por condiciones objetivas y no tan reales. Sectores medios que se aprecian en situación de deterioro y excluidos por el proyecto político hegemónico.

Ellos son los hijos de familias en las que predominan sentimientos de frustración y desesperanza, enclaustradas en el ámbito privado, concentradas en la construcción de su historia personal y que han desistido de cualquier proyecto macro. Jóvenes caraqueños sin sentido de identidad y pertenencia que se perciben expulsados de su propio país por condiciones reales y subjetivas. Jóvenes que, aun cuando dicen debatirse en una relación de amor-odio con la ciudad, a lo largo del video predominan las expresiones de rechazo propias de un determinado sector político: “Esto está podrido, es una mierda; llueve no hay alcantarillas, cuando te falta la luz, las cosas básicas, la gente se arrecha; la inseguridad y la paranoia de mi mamá…”. Y desde ese imaginario de expulsión y rechazo escogen como salida la partida en procura de mejorar la calidad de vida y de “ciudades que son mejores para ser jóvenes”. Expresión del miedo de sus familias de convertirse en clases en declinación y del “escepticismo frente a la posibilidad de pensar futuros, para construir futuros”.
¿Es entonces pertinente la burla y la banalización?

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Banalizaré demasiado.

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