Cuando Alan Moore escribió V de Vendetta entre 1982 y 1989 ya había algunas constantes en su obra. Las distopias, la libertad indivudual y el intento del poder por convertirse en un Gran Hermano que todo lo controla eran temas recurrentes en sus guiones, en los que también solía introducir referencias musicales. Para V de Vendetta fue un poco más lejos e incluso llegó a escribir This Vicious Cabaret, la canción que interpreta el protagonista en el comic, junto con David J de Bauhaus y Love & Rockets, dos formaciones de las que el barbudo Moore se sentía muy próximo. Con J llegó a colaborar en varias ocasiones, aunque los resultados sean más bien cuestionables. Más acertada parece la referencia que el guionista ha hecho siempre a David Bowie como una de las influencias a la hora de elaborar V de Vendetta.
En 1975 David Bowie se encuentra en un lamentable estado físico. Aún no ha cumplido los 30 años y ya se halla inmerso en un mundo de paranoia inducida por la cocaína muy similar al creado por Alan Moore. Vive recluído en su casa, con las ventanas cerradas y leyendo libros sobre ocultismo. Su comportamiento errático hace que sus allegados se sientan intranquilos por su estabilidad mental y lleguen a temer por su vida. Hasta tal extremo estaba Bowie sumergido en esa vorágine que ahora no guarda recuerdos de aquella época. Y sin embargo, aún en ese estado, con Station to Station consiguó uno de sus mejores trabajos. El teatral estilo que define a Bowie y su interpretación vocal suponen un fondo perfecto para la imagen de V de Vendetta y un punto de referencia clave para dar forma al personaje protagonista.
Bowie se había empeñado en triunfar en Estados Unidos, una audiencia que se resistía a los encantos andróginos de Ziggy Stardust, el alienígena al que había estado encarnando hasta el año anterior. Sin embargo, durante la presentación en directo de Diamond Dogs en 1974 los arreglos de las canciones ya apuntaban su interés por entrar en el mercado americano a través de la música soul. Las ropas de fantasía inspiradas en el teatro kabuki japonés dieron paso a los trajes cruzados de corte clásico, y el estrafalario peinado a lo pájaro que había lucido hasta el momento se convirtió en algo parecido a un tupé. Bowie había encontrado su nueva imagen entre Humphrey Bogart y James Dean, y su objetivo estaba en llegar al número 1 de las listas estadounidenses. En esa encrucijada de estilos e imágenes es donde Alan Moore se inspira para conformar al personaje de V y el mundo en el que actúa.
Bowie ya estaba totalmente inmerso en un nuevo personaje, The Thin White Duke, El Delgado Duque Blanco, a imagen del extraterrestre al que acaba de dar vida en su primera película como protagonista, The Man Who Fell to Earth, un inquietante film de ciencia-ficción existencialista dirigido por Nicolas Roeg que también tiene mucho que ver con la ambientación de V de Vendetta. La historia de Moore se sitúa en un futuro cercano en una Gran Bretaña controlada por un régimen fascista. A raíz de la edición de Station to Station, Bowie se embarca en 1976 en una gira minimalista en contraste con las grandes producciones que había llevado a cabo hasta la fecha. Cada vez más metido en el esoterismo y la historia nazi, se descuelga con unas declaraciones pasadas de rosca sobre Hitler y los beneficios que tendría para Gran Bretaña la arribada de un líder fascista. Son obvias consecuencias de un empacho de lecturas y cocaína, pero a Alan Moore le vienen de perlas para dar forma al universo de V de Vendetta.
El tour, influído por el expresionismo alemán, y que presenta la nueva imagen de un sobrio y esquelético artista repeinado hacia atrás al más puro estilo años 30 de la República de Weimar, con camisa blanca, chaleco negro y paquete de Gitanes en el bolsillo, pinta un cuadro retrofuturista que se asemeja al inquietante blanco y negro de los escenarios que ilustra David Lloyd en el comic. Los espectáculos en directo de Bowie se fundamentarán en una luz neutra y se abrirán con imágenes de la película Un Perro Andaluz de Luis Buñuel, elementos de una frialdad tal que encajan y tienen su reflejo en las páginas de V de Vendetta de manera magnificadora. Cuando Station to Station es publicado, los resultados son los de un disco desquiciado, dramático y pesimista, pero también lleno de energía y pasión. El mismo tono de pesimismo disfrazado de exuberancia que Alan Moore retomaría en los dramáticos años ochenta de Margaret Thatcher para V de Vendetta, y a la vez la misma liberación por la rebeldía que lleva a V al terrorismo como medio de enfrentarse al gobierno británico. La misma dicotomía entre la heroicidad y la locura.
Station to Station es un idiosincrático disco de funk muy secamente mezclado, pero que también transpira el interés de Bowie en el krautrock y en Peter Hammill. Así lo apunta el primer corte, el que da título al álbum, una arriesgada y extensa suite de más de 10 minutos con varios movimientos en la que se mezclan la experimentación y la comercialidad a partes iguales dejando entrever lo que Bowie hará en su próxima etapa. Es la introducción perfecta para empezar a leer V de Vendetta y sienta el tono lento, atmosférico y casi gélido de lo que vendrá. Golden Years se extrae como primer single, y es un tema narrativo que supone un magnífico fondo para continuar adelante. El conciso TVC 15, por su parte, está lleno de alusiones al control de la sociedad a través de la televisión y forma una cortina para las páginas en las que vemos a los dirigentes del mundo de V frente a sus pantallas.
Hay momentos más acelerados para las escenas de acción, como Stay, el corte más funky del album, que denota la influencia de Isaac Hayes, y un baladón como la intensamente romántica versión del clásico Wild Is the Wind de Nina Simone, que acompaña a la relación de V con Evey. Por otro lado, en Word on a Wing el artista hace una declaración de principios sobre su precaria integridad y acaba sonando como un himno cuasi religioso. Es un número central para componer la banda sonora de V de Vendetta en la que se plantean tantas cuestiones sobre la identidad, y cuya su aura de redención acompaña como si estuviera escrita para ello a las viñetas en las que se ilustra la huida de la cárcel entre llamas.
Tras Station to Station la música de Bowie sigue escalando cotas, pero su vida está en caída libre. La solución será aferrarse a su amigo Iggy Pop y marcharse juntos a Berlín para desengancharse los dos de las drogas y grabar un par de discos rotundos, The Idiot y Lust for Life. Allí Bowie se reúne con Brian Eno y da comienzo a una nueva etapa que pocos podrían haber augurado. De manera similar, Alan Moore sigue dando giros de 180 grados a su producción, pues ambos son artistas inagotables que, por una vez, puedieron caminar con el mismo paso.
Fran G. Lara