Revista Sociedad

Banderas

Publicado el 09 julio 2019 por Salva Colecha @salcofa

Hay pocas cosas que sean más peligrosas que una bandera. Con una de ellas puedes llegar a pensar que perteneces a un grupo, algo normal ya que los humanos tenemos una extraña querencia a juntarnos con los que podemos tener algo en común, para lo que sea, hasta un Banderasvideoclub si se presenta (que viejuno soy). Los humanos somos gregarios, tendemos a agruparnos, nos sentimos como más respaldados y para representarlo no hay nada mejor que un trapito con los colores de la tribu. Puede que eso nos venga de cuando la supervivencia de cada uno estaba ligada a la pertenencia al clan, vete tú a saber. El caso es que seguimos haciendo lo mismo, nos juntamos bajo un símbolo para diferenciarnos “de alguien” o ir “contra alguien” si se tercia  y eso siempre resulta muy tentador para los que son expertos en apropiarse y utilizar esos símbolos como herramienta para sus propios fines sin que les importe lo más mínimo la idea inicial ni la suerte de los que se sienten ligados al grupo pero como diría aquél “esto es mercado amigos”. 

Digo esto porque creo que este “finde” nos ha vuelto a pasar. Me sorprendió ver como el

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desnortado Ayuntamiento de Madrid amanecía con DOS banderas españolas, la que entra en el “pack” de los edificios oficiales y otra, enorme, que se colgó solamente para contentar a los chicos de moda y que así les den el “si quiero”. ¿Qué les vamos a hacer? Son los de esa extrema derecha que parece que coma banderas, aunque no vengan a cuento ni sean necesarias. Son los que se quedan con el símbolo sin que importe lo que representa porque ya ni lo saben. Son de los que se quedan mirando el dedo cuando les señalan la estrella y entonces claro, necesitan enseñarnos un banderón enorme por si habíamos olvidado que Madrid es España, por si acaso

La escena es muy preocupante. La nueva bandera, ha arrinconado este año a la bandera arco iris en un lateral de la fachada en plena semana del orgullo, como haciendo ver que  las personas y sus

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derechos más legítimos importan menos esta ocasión. Como diciendo que no les importan demasiado los sentimientos de cada cual o el respeto al prójimo, que sólo vale el pacto de la derecha con la ultraderecha para quedarse con el cotizado silloncito. Por lo visto a esta gente tan desaprensiva todo les vale, hasta poner una superflua bandera de España justo en el mismo lugar donde antes, por ejemplo, se daba la bienvenida a los refugiados. Toda una declaración de intenciones de lo que se nos viene encima si les dejamos ir. A esta gente el bienestar de las personas les importa poco, van a lo que van, sus propios símbolos los delatan. Les importa un pimiento lo que ocurra con nuestros derechos, no se cortan en juntarse con los que quieren la vuelta al pasado. Y lo más escandaloso, no entienden porqué después les gritan cuando se dejan caer en lugares donde no son bienvenidos.

El problema es que una vez más los símbolos se vuelven a convertir en propiedad de unos pocos listos que  cuelgan una bandera para interés propio y la vacían de contenido hasta el punto de que no 

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 representa a nadie, sólo sirve para los intereses propios y  la ofensa al contrario.  Justo ese es el problema de la Sra Arrimadas el otro día. El colectivo al que le intentó expropiar la bandera se dio cuenta de la jugada y por supuesto que se mosqueó porque a nadie le satisface que se apropien de sus símbolos y lo que representan para apropiárselo para los intereses de la causa de otros que, encima,  
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queda bastante lejos de la de los que se sienten representados por el arco iris. Arrimadas jugó con fuego y, esta vez se quemó. Todavía continúa lamentándose fingiendo sentirse ofendida hasta el nivel de pedir cabezas de ministros por haber recibido cuatro gritos al ofender con su burdo intento de manipulación a todos los que llegan siglos sufriendo palos por su identidad sexual. Al final ha hecho como los futbolistas malos que se tiran retorciéndose de dolor a pesar de que saben que el árbitro les ha pillado en plena representación teatral, a ver si todavía consiguen arañar unos segundos al reloj. 


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