Revista Deportes

Banderas de nuestros padres

Publicado el 09 octubre 2012 por Futbolgol

Banderas de nuestros padresRuido. Ruido es lo único que hace la prensa española al respecto del órdago secesionista de Artur Mas y de la supuesta politización del clásico de ayer. Nos toman por idiotas. Repiten hasta la saciedad eso de que no se debe mezclar el fútbol con la política. Como si fuera una verdad universal y el posicionamiento natural de los que conservan el buen gusto. Y se ganan aplausos fáciles porque el español medio es así. Facilón, como su aplauso. Quien a estas alturas piense que el fútbol y la política siguen caminos distintos, una de dos: o no ha entendido absolutamente nada o miente. Y miente tirando de una falacia tan hipócrita como maniquea.

Como existen infinidad de ejemplos y trataremos el tema -de nuevo- en otra ocasión, vayamos a lo que íbamos: la politización del partido de ayer. Se han llevado las manos a la cabeza por el mosaico. Por el enésimo mosaico. Cuando el Barça lleva veinte años haciéndolos. Que si la senyera que formaron era de un tamaño sideral, que si no aparecían ni el escudo ni los colores azulgranas… Señores, el FC Barcelona es una entidad PRIVADA. De sus socios, sí, pero una entidad particular que puede interpretar una coyuntura sociopolítica como considere. Más allá de las susceptibilidades que pueda herir en el resto de España. ¿Acaso no excluye el Madrid cuando pone la banderita española a su espalda al resto de madridistas del mundo? ¿Es eso universal? ¿La senyera excluye pero la española no? Que me lo expliquen.

En algo sí tiene razón la prensa patria. Rosell ha vuelvo a añadir otra muesca más a su lista de despropósitos. A sus turbios negocios personales en Brasil y a su limitadísima capacidad para expresarse -probablemente directamente relacionada con una inteligencia, como poco, discreta- se ha permitido el lujo de mentir a sus socios. Quizás por oportunismo mediático o quizás por ser más laportista que el propio Laporta, ha abandonado una de sus principales consignas electorales, la despolitización del club. Lleva unas cuentas semanas jugando a ser el más catalanista de la clase. Abusa de las corbatas cuatribarradas y de llenarse la boca aludiendo a su histórico catalanismo. Hasta la náusea. Quizás es cosa de un tipo mediocre, cultural e intelectualmente. Pero su equipo de asesores debería dejar de considerar a los socios barcelonistas como tal.


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