Revista Diario
La primera sensacion en esta ciudad fue el agobio. Eran las cinco de la manana y ya me acosaron un buen numero de taxistas y tuc-tuc drivers. La invasion de tu espacio personal por este tipo de personajes es mucho mas presente aqui que en cualquier otro lugar en el que jamas haya estado. Un apreton de manos que no pretende mas que ser una forma de agarrarte para nunca soltarte y tirar de ti hasta lo que te pretenden vender. Lograron sacar mis peores formas aquella misma manana. Desagradable.
Lugares para dormir hay cientos. Entre los oscuros callejones en los que es mejor no pararse a mirar lo que esta haciendo la gente que por ellos transita en la madrugada, encontre mi cama. En el piso de abajo una peluqueria, en el piso de arriba dormitorios con ventilador. Se puede sentir mirando por la ventana el ambiente extrano de esta ciudad.
Templos, miles, pero ya no quiero mas templos, estoy cansado. He decidido perderme entre las caoticas calles del centro de la ciudad, y casualmente termino dentro de un enorme centro comercial en el que llevo mas de cuatro horas, y ni si quiera recuerdo por que puerta he entrado. Dentro, la legalidad es dudosa y me pierdo entre los laberintos de tiendas de telefonos moviles, videojuegos, musica & peliculas, souvenirs, comida rapida y prendas de marca a un precio irrisorio. Adentro hay aire acondicionado, afuera hay alrededor de tres niveles de vida, donde hace mucho mas calor cuanto mas te aproximas al suelo, me recuerda a una pelicula de ciencia ficcion y me da miedo. Arriba estan las tiendas de marca y los centros comerciales y abajo los puestos de comida y la gente mendigando. Me siento tranquilo y comodo dentro de este gran centro comercial, al menos los cazaturistas no pueden entrar.