Revista Opinión

Bankia: Responsabilidades económicas y políticas

Publicado el 26 mayo 2012 por Rgalmazan @RGAlmazan

Ya parece que sabemos lo que Bankia nos va a costar. Estos días el agujero de Bankia parecía una subasta donde se empezó con pocos millones, se siguió con 7.000 millones, para pasar a 9.000, llegando hasta los 15.000 y terminar en 19.000 que sumados a los 4.500 ya inyectados, hacen la preciosa suma de 23.500 millones de euros. ¿Hay quién dé más?

El gran subastador, único personaje que ha pujado y dirigido la subasta de esta entidad ha sido el ministro de Guindos, que más que un economista, ha jugado el papel de mago mentiroso. Sabía que la cosa era muy gorda, pero para que la masticáramos nos la ha ido dando a cachitos, de tal forma que cuando nos hemos querido dar cuenta, la broma nos cuesta unos 500 euros a cada españolito.

Una vez descubierta la verdad, falta saber cómo se ha producido. Hoy ha hablado el nuevo presidente, Goirigolzarri –aquel personaje que se marchó del BBVA con una ‘indemnización ejemplar’ de 53 millones de euros—, y como no podía ser menos, ha dicho que para juzgar a sus antecesores (se refiere a Rato y Blesa) hay que situarlos en un contexto muy difícil que ha producido esta situación.

Genial, no se van a pisar la manguera entre bomberos. El corporativismo es algo muy generalizado entre las profesiones de ‘élite’, y los banqueros no iban a ser menos. Claro que habría que preguntarle a este hombre, por qué se ha producido esta situación en Bankia y no en la Caixa o en la Kutxa, con situaciones análogas. Seguro que se inventaría alguna justificación.

La verdad es que la nefasta gestión de Blesa en Caja Madrid, y la de Rato --que entró como salvador y ha salido por la puerta de atrás, en la fusión que dio origen a Bankia-- han llevado a esta entidad a la ruina. Una ruina que precisamente a Blesa y a Rato, hasta ahora no les ha producido más que beneficios. Mientras que a todos los ciudadanos nos han creado un agujero de 500 euros por persona, ellos han cobrado sueldos e indemnizaciones millonarias.

Esto no ha sido una crisis bancaria. Hay indicios claros de delitos por mala gestión a sabiendas, de fraude. Esta gente no se puede ir de rositas. El fiscal tiene que actuar, y poner a cada responsable en su sitio. Porque estamos, o deberíamos estar en un Estado de derecho, y lo ocurrido en Bankia tiene responsables con nombres y apellidos.

Bancos, Forges

Por un lado los responsables económicos y de gestión, como son sus presidentes y los consejos de administración que ha tenido esta entidad desde que Aznar nombró a Blesa. Y por otro lado, los responsables políticos. Y ahí no se deberían librar de ser juzgados, Espe-rancia Aguirre, MAFO y todos los que por acción u omisión han jugado al monopoly con Bankia, hasta convertirlo en una piltrafa económica.

Ya se ha pedido una comisión de investigación en el congreso de diputados, aunque la mayoría absoluta pepera no augura que se vaya a producir.

No quisiera dejar de mencionar a un consejero de Bankia, que tiene responsabilidad como todos los demás, pero cuya gestión –mejor dicho, su omisión— me duele más. Me refiero al consejero que debería haber representado a Izquierda Unida, Jose Antonio Moral Santín, hoy dimitido como todos los consejeros bajo Rato.

Este tipo ya estaba apartado de Izquierda Unida desde hace unos meses por su permisividad, pero no basta, debe decir por qué no ha avisado a IU, que le ha puesto en ese lugar, de lo que estaba ocurriendo. Y no vale que no sabía nada. Porque tenía dedicación exclusiva y un sueldo que hacía temblar –hablan, según las fuentes, que entre 200.000 y 400.000 euros anuales—, y ha estado sometido, como buen paniaguado, al presidente de turno. Gente así, no puede estar en Izquierda Unida.

En fin, hay que reclamar responsabilidades a todos los que han hecho por acción directa, indirecta, económica y/o política, que Bankia haya terminado hundido en la miseria y que hasta hace bien poco defendían como bellacos, sin importarles el daño que estaban haciendo a la institución y al conjunto del país, con su acción y sus mentiras.

Salud y República


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