La palabra árabe baraka o barakah (بركة) significa «bendición» divina y se emplea en francés y español con el significado de «suerte providencial”. En general se dice que alguien «tiene baraka» cuando ha superado favorablemente una situación muy peligrosa. La palabra entró en el idioma francés en tiempos de la colonización francesa de Argelia y una de las personas que más la utilizó fue el recientemente fallecido (18 de junio de 2010) Marcel Bigeard, el general francés más condecorado (participó en casi todas las contiendas bélicas del siglo XX).
Marcel Bigeard siempre luchó con el sobrenombre de Bruno (nombre en clave que utilizó en la resistencia francesa) mientras recorría todo el escalafón militar, desde el simple soldado raso movilizado a la fuerza (II Guerra Mundial) hasta el de general de 4 estrellas.
La baraka es una especie de suerte que los dioses reservan a ciertos hombres valientes para que se conviertan en héroes pero, más allá de la mitología, la acepción que verdaderamente me interesa es la que trae a colación Manuel Vicent en su artículo de contraportada de hoy (EL PAÍS, 20 de junio de 2010) y que mi esposa me ha leído mientras disfrutábamos del sol de la mañana:
“No existe ningún gran político, gran científico o gran artista que haya sido un cenizo, un malaje o un agorero. … Todos los científicos, inventores y exploradores que han abierto camino a la inteligencia han sido individuos optimistas que sin ver siquiera la luz al final del túnel han seguido adelante en medio de la oscuridad, movidos por el único afán de proporcionar felicidad a la gente. A este empeño se han unido también los artistas, los creadores, los visionarios ingenuos”.
Cuentan que al mando de un puñado de optimistas, guerrilleros y maquis, muchos de ellos ex combatientes republicanos españoles, Bruno liberó la ciudad de Foix (Francia) tras hacer creer a los alemanes que lideraba un grupo de soldados mucho más numeroso.
Pero no hace falta llamarse Bruno para ser un héroe porque como dice Vicent:
“Existen ciudadanos corrientes que tienen el don de transmitir alrededor un fluido positivo contra cualquier clase de depresión y gracias a ellos la sociedad sigue respirando”.
O lo que es lo mismo, todos los hombres y mujeres que siguen luchando por superar la deprimentemente pesimista situación actual.
De la suerte de todos ellos depende en cierto modo la nuestra.
Luis Cercós (LC-Architects)
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