El anime se basa en el manga homónimo de Satsuki Yoshino y lleva más de 10 tomos. También hay un spin-off que corre a cargo de la misma autora. Se titula Handa-kun y sirve de precuela, contando la etapa adolescente del protagonista.
Argumento
Seishu Handa es un joven artista de la caligrafía de 23 años con bastante éxito que, un día, al recibir una mala crítica por su obra en una exposición, golpea al experto, un señor mayor. En parte por vergüenza, en parte por imposición, se muda a las remotas Islas Goto en la costa oeste de Kyushu. Este retiro forzoso cambiará más cosas de las que se podría llegar a imaginar.El joven ha vivido siempre en la ciudad, así que el choque cultural y del estilo de vida con la gente de la isla, los cuales van con tractores por la calle y entran a su casa sin pedir permiso, es enorme. De hecho, antes de mudarse, la casa en la que vivirá era usada como cuartel general de los jóvenes del pueblo y, aunque él esté ya allí, no parecen querer perder ese sitio. Entre toda la gente del pueblo, es la pequeña Naru, de siete años, la que más influirá en su vida en el tiempo que esté ahí.
ReseñaTened en cuenta que escribo esta reseña en base a lo que recuerdo, aunque me he refrescado la memoria gracias a los comentarios que le dejé a Magrat en sus entradas semanales y en la reseña final de la serie.Lo cierto es que empecé a verla sin saber qué me iba a encontrar, ni siquiera sabía que se tocaba el tema de la caligrafía y ésta tiene una gran importancia en la serie ya que, estando allí, Handa se atreve a empezar a probar otros estilos de caligrafía, gracias a la influencia de la gente del pueblo. Era un arte del que conocía más bien poco y, la verdad, ha sido interesante aprender algunas nociones básicas.
La serie tiene como tres niveles que se mezclan a la perfección gracias a un protagonista que puede estar en todos. Para empezar, está el nivel adulto en el que Handa se desarrolla como artista, los problemas que tiene, el estrés, la relación con su agente, con el crítico al que golpeó y con otros personajes de esa rama. Luego está el nivel adolescente, que diría que era el menos importante. Aquí lo que predomina es la relación con tres jóvenes de instituto algo alocados y sus dudas respecto al futuro, además del punto cómico extra que da una de las chicas, una fujoshi (fan del yaoi) que siempre pillaba a Handa con su vecino en situaciones que le despertaban la imaginación. Por último, y quizás el más importante, el nivel infantil en el que Handa se ve envuelto en las aventuras y las locuras de Naru y sus amistades.Y es que, a decir verdad, Naru es la que se come la serie. En algunos capítulos que no sale se la echa mucho de menos. Es la que da la salsa a la historia y crea un vínculo muy simpático y entrañable con Handa, que a veces parece más crío que la pequeña. Forman una extraña pero perfecta pareja protagonista en la que ella le aporta muchísimo más de lo que nadie se podía imaginar.
La serie es un slice of life muy simpático, divertido, entrañable y que sabe que no debe caer en dramas lacrimógenos. Tiene sus momentos algo más serios y recuerdo que la puesta en valor de la idílica vida en el pueblo pequeño llega a ser un tanto utópica. Destila ternura y cariño en cada capítulo, pero quizás le faltó un poco más de profundidad, tal vez porque no dio tiempo en sus 12 episodios, así que habrá que tirar del manga para saber cómo sigue la historia y hasta dónde puede llegar.
En definitiva, una delicia de serie que acabará ganando a quien la vea poco a poco gracias al magnífico elenco, la estupenda animación, la más que buena elección de voces (la seiyuu de Naru ES una niña) y, simplemente, su simpatía. Personalmente disfruté cada uno de los minutos que duró.