Estoy viendo el partido que está jugando el Barça en el Camp Nou contra el Deportivo de la Coruña en esta jornada intersemanal de Liga. Después de la victoria en el Bernabéu era interesante ver si había algún tipo de relajación en el equipo o si Guardiola, días antes de jugar contra el Inter en semifinales de Champions, había conseguido transmitir a sus jugadores que todavía queda mucho para cerrar de manera positiva una campaña que después del triplete de la anterior podía generar complaciencia.
La primera parte ha disipado cualquier duda. Sin pisar el acelerador domina todos los aspectos del juego y parece que la victoria está amarrada a pesar de la corta ventaja.
Este equipo da una seguridad tan grande que nadie duda en este tipo de partidos, de que el equipo azulgrana deje escapar los puntos.
Y visto esto, he querido viajar en el tiempo. Hacia el futuro. Porque si bien yo soy de los que en esto del fútbol hay que disfrutar el presente, tengo miedo de que en un futuro a medio plazo, cuando las cosas no salgan, no se valore el momento que esta viviendo este equipo, admirado en todo el mundo.
El fútbol es algo cíclico. Este tipo de momentos dulces en un equipo no durarán para siempre, por más que se cuide el modelo y la filosofía.
Y claro, imagino que llegará la temporada en el que con el grueso de estos jugadores que hoy admiramos, los culés cierren una temporada en blanco.
Unos podrán salir de la cueva para poder criticar más cosas de las que pudieren motivar esa situación. Otros irán repartiendo las culpas entre los que copen los despachos y los que son los responsables de los resultados en el campo pasando por todos los estamentos intermedios.
Quiero hacer esta reflexión para que, cuando ese día arribe, seamos conscientes de los momentos que este equipo nos ha regalado y no les ataquemos con excesiva saña (porque todos, en mayor o menor medida, tendremos algo que decir en contra de estos jugadores) a los que hoy muchos calificamos como el mejor equipo de la historia.
Porque el fútbol es un juego de memoria corta, donde no nos cuesta nada tirar piedras a los santos después de subirlos a un pedestal.
Parece que esta es una costumbre tan vieja como el propio fútbol y estoy seguro de que con esta entrada no la erradicaré, pero quería compartir con vosotros estas ideas que llevo un tiempo rumiando.
Así que, amigos, con este Barça, carpe diem, que ya tendremos tiempo de buscar soluciones a los problemas futuros, de jugar a ser entrenadores o incluso directores deportivos.