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En la competición europea por excelencia sólo existen dos conclusiones para calificar la actuación de un equipo después de una eliminatoria: OK o KO, no hay termino medio, el Martes el Barcelona dijo adiós a la final soñada por muchos y ayer el R.Madrid siguió sus pasos, la eliminación. El resultado final se describe claramente: es un fracaso, los dos aspiran a lo máximo por diferentes motivos y en definitiva confeccionan sus plantillas desde el principio de temporada para asumir retos como los de esta semana, el R.Madrid no se gasta 100 millones en fichajes para meterle 5 al Espanyol ni el Barça hace esfuerzos económicos estratosféricos, quizás a veces por encima de sus posibilidades, para golear a Osasuna con 8 goles, consumen billetes para conseguir la gloria y la gloria esta vez les ha consumido a ellos.
Aún así, teniendo en cuenta como denominador común una decepción mayúscula en ambos casos, la manera de caer de uno y otro refleja claramente de que pasta están hechos y que propuestas deportivas han plasmado encima de la mesa para hacer frente al reto que tenian entre manos.
Un Barça frustrado ante un muro de hormigón
El planteamiento de Guardiola siempre fue el mismo, atacar y atacar, el Chelsea no tuvo más remedio que encerrarse y materializar las pocas ocasiones que tuvo, Di Mateo al que por cierto hay que hacerle un monumento (cogió al equipo después del 4-1 de Nápoles) lo sabía y jamás lo ocultó. Drogba esa bestia de jugador, el mejor delantero centro puro del mundo y la calidad de Ramires hicieron el resto. El Barça siempre fiel a su filosofía y estilo no fue capaz de traspasar la muralla ni contra diez durante 70 minutos, tuvo muchisimas más ocasiones y Messi falló un penalty importante, finalmente el fútbol efectivo del Chelsea, menos preciosista pero no por ello menos valido, estará en Munich. El Barça siempre tuvo ambición, entrega y no pudo ser, es una manera de perder amarga pero digna.
El Bayer fulmina a un R.Madrid inferior en los dos partidos
Los alemanes pasaron por encima, sólo en los primeros minutos del partido de vuelta se vio al Madrid apisonadora del Bernabeu, cuando todo olía a paliza histórica el Bayer sacó su casta y se hizo con las riendas en el santuario blanco. Dominó casi siempre, conquistó el centro del campo y controló los contragolpes…si, contragolpes con la eliminatoria empatada y en su feudo. Mourinho, ese entrenador ofensivo, volvió a demostrar ayer porque es un entrenador sobrevalorado y a su vez mediocre, puede sacar la lista con todos sus títulos y contar mil batallas, su planteamiento táctico de ayer delante de su gente es una clara muestra de falta de recursos estratégicos, tácticos y técnicos: replegarse y esperar el contragolpe delante del Bayer en el Santiago Bernabeu hasta forzar la tanda de penaltys. Claro que si la flauta hubiera sonado Mou estaría en una nueva final y contaría una más en su amplio currículum, pero no fue así, su planteamiento mezquino les dejó fuera ante un grandísimo equipo sin plantear mucha más ambición que la de Iker en los penaltys y aunque volvió a acordarse de su eterno rival para explicar el porqué de su eliminación, parece que ya se va acostumbrando a aceptar con más normalidad las derrotas merecidas en Europa.