No me cabe la menor duda. Bárcenas está jugando con el Partido Popular y pretende ganar con ese juego chantajista un apoyo que parece imposible. Hasta ahora –y no les quepa duda de que habrá muchas más sorpresas— sabemos cuestiones meridianas que deberían ser confirmadas por los peperos antes de que sea tarde para todos. Para ellos en primer lugar, y para este país también.
Rajoy no habla. Ya sabemos cuál es su forma de proceder: dejar que se pudran las cosas y que pasen y se olviden. Me temo que en esta ocasión no tiene salida. Mañana es el día en el que el presidente del gobierno debería soltar toda la información, y ya no valen excusas o echar la culpa a un tesorero infiel que les ha traicionado y falseado datos. No, los contubernios –no dudo de que Espe Aguirre está frotándose las manos de gozo al ver cómo su enemigo mayor, Rajoy, lo está pasando fatal— si los hubiera son sólo la causa, el porqué poco importa lo importante es el qué.
Preguntas relevantes que se irán desvelando poco a poco y que deberían ser contestadas por el propio Partido Popular antes de que lo haga Bárcenas, algún medio de comunicación, algún espía de dentro del partido o el juez Ruz (por cierto, que vaya agarrándose al sillón este buen juez porque se lo querrán quitar de en en medio, basta ver lo que pasó con Baltasar Garzón, a quien ahora deberían pedir perdón estos corruptos y volverle a habilitar como juez de la Audiencia Nacional):
- ¿De dónde salieron los 22 millones que Bárcenas tenía en Suiza?
- ¿A cambio de qué dieron esas empresas que aparecen en los papeles de Bárcenas, tanto dinero al Partido Popular?
- ¿Se ha declarado el dinero que percibieron Rajoy y Cía a la Hacienda Pública?
Seguramente ya percibimos todos las respuestas. Claramente se trata de una presunta financiación irregular del partido –donde la trama Gürtel es sólo una parte--, que recibía regalitos sabrosos de empresas a cambio de jugosos contratos. Y difícilmente pueden haberse declarado porque hubieran incurrido en dos delitos previstos en la antigua ley de financiación de los partidos políticos. Uno que muchas de ellas pasaban del tope de los 10 millones de pesetas al año o 60.000 euros, y que para poder donar fondos a un partido no deberían trabajar con empresas o entes públicos, lo que, según El País, hacían el 70% de esas empresas.
Y qué decir de los sobrecitos. ¿Qué necesidad habría de llevar esa contabilidad de siglo XIX, si todo estuviera en la contabilidad oficial? No hay por dónde cogerlo. Incomprensible, y más cuando ya más de un pepero de pro ha reconocido que existían los dichosos sobres y que, incluso, algún apunte es certero y reconocido por el interesado.
Queda además de la posible financiación ilegal y de las infracciones fiscales de los que han recibido los sobres, un tema importante: el hecho de que además, el tal Bárcenas se haya aprovechado de la amnistía fiscal de este gobierno. De demostrarse que ha “regularizado” diez millones de euros, y parece que es así, el PP quedaría implicado también en este delito, porque habría permitido blanquear dinero de procedencia desconocida –seguramente ilícita— y ayudado a un delincuente a sanear sus cuentas a un precio irrisorio.
No quedan muchas salidas, estamos en todas las portadas de las mayores rotativas y medios de comunicación del mundo. Claro que esto no parece influir en el deterioro de la marca España, como ocurría con esos “delincuentes” del 15-M.
Antes de que aparecieran estos papeles siempre abogué por un referéndum para que se pudieran legitimar las medidas que tomó este gobierno pepero en contra de su programa electoral, hoy no es suficiente. Si se confirman los hechos que señalan los papeles de Bárcenas, como parece ser, Rajoy debe, de forma inexorable, disolver las cortes y convocar nuevas elecciones.
Mantenerse en el poder cuando hemos descubierto que le respalda un partido que se ha financiado, desde hace veinte años, de forma ilegal, y que él mismo está implicado en recibir sobres que no aparecen en la contabilidad oficial sin haber tributado al fisco, sería un suicidio para este país. Esa imagen de marca España que tanto dicen cuidar estos presuntos, hoy está por los suelos y de no proceder convenientemente puede costarnos más que un rescate económico, un hundimiento total.
No hay otra salida, dimisión de Rajoy y del gobierno en pleno y convocatoria de elecciones generales. Sólo eso puede hacer que este país recupere confianza en el exterior y que los ciudadanos españoles vuelvan a sentir una mínima ilusión. Unas elecciones que deberían proporcionar unas cortes cuyo principal objetivo sería la regeneración de este país, hoy en quiebra no sólo económica, también social y democrática.
Una nueva transición a un país regenerado y verdaderamente democrático es necesaria. Si están de acuerdo, firmen aquí para pedir que este gobierno dimita. Hagamos saber a esta gentuza que somos muchos los que no queremos que nos gobierne gente que nos engaña y practica la corrupción por sistema.
Salud y República