Revista Opinión

Bárcenas y Urdangarín: aquí hay gato encerrado, y no es el de Poe

Publicado el 01 febrero 2013 por Eowyndecamelot

Hace tiempo que todo en este país me huele a chamusquina. Las buenas noticias y las malas. La felicitaciones y las alabanzas a los garantes del sistema, y también sus caídas en falta y pilladas in fraganti. Hace tiempo que no me creo, nada, absolutamente nada, porque estoy completamente segura como de pocas cosas en mi vida que el más ínfimo afán de justicia, la más escasa exigencia de verdad, han quedado definitivamente erradicadas de todo lo que está mínimamente relacionado con la gobernanza política y económica de este país y, quizá, también del resto. Al igual, quizá, que la inteligencia. Que, por cierto, no ha sido nunca privilegio de este país de inútiles chapuceros pagados de sí mismos.

Y sin embargo, el descomunal descuido, la colosal estupidez que se han advertido en los últimos casos de corrupción que afectan a las más altas esferas de España, incluso con el escaso crédito que me suscita el nivel intelectual de mi propio país, un lugar donde cualquier atisbo de raciocinio y de cultura han sido considerados históricamente cosa demoníaca, desviada, peligrosa, débil y afeminada, me son inconcebibles. Que el Duque Em-Palma-do (autodenominación que me convence, por si antes me quedaba alguna duda, de su impotencia) no goce precisamente de los favores de Atenea es algo evidente para cualquiera que haya tenido el dudoso placer de contemplar durante años hasta en la sopa su débil mandíbula de lelo; pero alguien como él debía de estar rodeado de asesores de todo tipo entre los cuales, al menos, brillaría en algún momento una chispa de inteligencia que le impediría dejar tan palmarias pruebas de su sustanciosos aunque patéticos delitos. Y esos libros contables de Bárcenas donde se detallan con tanta pulcritud años y años de corrupción pepera con pelos, señales nombres y fechas me producen una inquietud parecida.

Los criminales suelen perder la cautela cuando se sienten a salvo. Y desde luego la vieja guardia de este país y sus herederos, tras la lenta pero imparable destrucción que han efectuado de los valores y de la conciencia de clase de la sociedad española desde la falsa transición, y que está ya prácticamente consumada, tiene motivos para creer que está a salvo y hacer ostentación de los beneficios que han obtenido vendiendo España (su esperanza, su juventud, su paz y su salud) al mejor postor. Pero ¿era necesario también ponerlo por escrito? ¿Anotan los asesinos de Agatha Christie sus confesiones de su puño y letra para facilitar las cosas a Poirot? ¿Ha oído Urdangarín el corazón delator latiendo bajo los tablones del suelo? ¿O tal vez chilló espeluznantemente el gato tuerto de Bárcenas que había sido emparedado junto al cadáver?

Resumiendo: ¿por qué era tan ficticia la seguridad de la que, valga la redundancia, tan seguros estaban?

Aunque puedo errar, no puedo engañarme. Aunque pequemos de desconfiados, mejor no nos engañemos: si estalló en su momento el caso Urdangarín y ahora lo está haciendo el caso Bárcenas no ha sido por el anhelo de justicia de un juez que a pesar de su buen hacer no deja de formar parte del controvertido sistema judicial español; ni por las ansias de veracidad informativa de dos diarios, aunque contando con grandes profesionales, que siempre han tenido la manipulación como pilar de su agenda.  Creo que hay Algo más.

Y si realmente existe Algo más poderoso que quienes han detentado el poder en España desde tiempos ya inmemoriales, haciendo y deshaciendo a su voluntad sin el menor atisbo de escrúpulo… que Dios nos pille confesados, porque ni el rincón más oscuro y horripilante de Mordor podría acumular tanto mal en su seno como Ello.


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