Esto confirmaría que en la época imperial Barcino debía ser una conurbación importante. Con una gran parte de la población extra-muros. De esta forma, la localización del anfiteatro - y posiblemente del teatro -, formando un gran conjunto monumental, nos presenta a Barcino en los siglos II y III d.C. con una nueva dimensión, más concordante con su posición como colonia de ciudadanos romanos y con su desarrollo posterior. Se han publicado estimaciones muy bajas de la población intra-muros de la ciudad en los siglos II y III. Son cifras que no consideran los suburbios ni el territorium que aparentemente estaba muy poblado (Taradell, 1977, 93-97; Carreras, 1995, 59-82; Puig, 2009:1-17). En el imperio romano era normal que mucha población se extendiese extra muros (Puig, Rodà, 2007; 614). Este era un hecho frecuente en esta época. Pero probablemente queda exagerado en Barcino, por tratarse de un espacio amurallado muy reducido, condicionado desde su origen por las escasas dimensiones del Mons Taber.
El Imperio evolucionaba hacia una sociedad cada vez más estratificada, con concentraciones de riqueza y poder cada vez más fuertes. Y con un serio deterioro social. Ya en la Roma republicana (siglos III a I a.C.) eran fundamentales las celebraciones públicas organizadas por los magistrados electos (Mar, 1994; Lugaresi, 2008). Es por ello que, demagógicamente, eran cada vez más necesarios edificios monumentales para espectáculos públicos. Y hasta ahora tales estructuras no se conocían en Barcino. Jordina Sales ha recogido recientemente referencias indirectas a la existencia de actividades lúdicas en Barcino, tales como la participación de
Lucio Minicio Natal Optato en carreras de carros, la donación de Lucio Cecilio Optato para unos juegos de pugilato y la inscripción hallada en Barcelona y hoy perdida sobre una escuela de gladiadores para Gallici et Hispani (Sales, 2011: 63)11. Apoyados por el comercio, los siglos I y II son de relativa paz y crecimiento demográfico en el Occidente del Imperio. Estos siglos se desarrollan sin graves amenazas en Hispania; pese a los serios incidentes fronterizos en el este. La búsqueda del poder imperial en el siglo III d.C. arrastra a luchas intestinas y estériles entre una pluralidad de usurpadores. Todo ello es social y financieramente destructivo, debilitando las finanzas imperiales y particulares. La moneda de plata y oro pierde valor drásticamente al reducirse, por decreto de los propios emperadores, su riqueza en metal noble. El dinamismo de las ciudades y del comercio en Occidente se estanca y decrece. Hambres y epidemias lo asolan (Weitz, 1972; Gozalbez, 2013). Se habla de la crisis del siglo III, que conduce a los grandes reajustes del siglo IV (Cepas, 1997; Hekster, de Kleijn, y Slootjes, 2007). La humillante derrota y muerte de Valeriano frente a los partos es el desencadenante del peor episodio de desórdenes políticos y de luchas civiles en el Imperio. Desde su fundación todas las colonias tenían murallas Pero más como elemento de orden y prestigio que de defensa. Además eran un requisito indispensable para que una población fuese considerada una urbs, con los privilegios cívicos que Roma pactaba y otorgaba en cada caso.
11 Sobre la inscripción, la donación, y la carrera de Lucio Cecilio Optato ver Isabel Rodá (1980: 5-50).
La paz imperante en los siglos I y II hacía de las murallas elementos defensivamente innecesarios. A mediados del siglo III la mayor parte de las ciudades de la Galia, de Hispania, Italia y la Mauritania Tingitana no tenían murallas eficaces12. Es generalmente aceptado que esta tenía que ser la situación de la colonia Faventia-Barcino. Muchas de las murallas romanas que actualmente conocemos son posteriores al final del siglo III. Muchas son del siglo IV. Desde el año 235 d.C., las luchas entre candidatos para ostentar el poder imperial son ya constantes en el Imperio; debilitando considerablemente la protección de las fronteras (Historia Augusta, 1989: 498-590). Esto incentivará la serie de incursiones y devastaciones de la segunda mitad del siglo III, que afectarán gravemente a Barcino y a Tarraco (Peña, 2000)13. En la década del 260 d.C. la debilidad y el desorden permiten que bandas incontroladas, usualmente atribuidas a francos y alemanes, asaltar a la parte occidental del Imperio. La conmoción que provocó esta incursión fue considerable. Su alcance material en Hispania es discutido (Arce, 1997; Peña, 2000; Barceló, Ferrer, 2007: 289-291). Pero añadidas a otras dificultades en las fronteras de Oriente, las incursiones y el caos provocan una reacción que lleva a cambios drásticos e irreversibles en el gobierno imperial. Conducen a las radicales reformas militares, políticas y administrativas de Diocleciano (284-305 d.C) y más tarde a las de Constantino (306-337 d.C.). Reformas que se corresponden con el gran esfuerzo de Barcino y otras ciudades en mejorar su defensa a fines del siglo III y a lo largo del siglo IV. Hace dos décadas, Granados y Rodà resumieron la escasa información sobre la cronología del refuerzo de las murallas de Barcino (Granados, Rodà, 1993: 24-46). Más recientemente las investigaciones del Dr. Ravotto (2014), confirman que la construcción de la muralla tardo-antigua se inicia en el último tercio del siglo III d.C. Como veremos más adelante, este esfuerzo exigiría el sacrificio del anfiteatro y de todas las estructuras extra-muros demasiado cercanas que pudieran servir de refugio a posibles nuevos asaltantes. La periferia de las murallas se despuebla (Busquets et al., 2009; Triay, 2012; Juliá, Riera, 2014). Entre los reinados de los emperadores Constantino (306-337 d.C.) y Teodosio (379-395 d.C.) cambia la estructura del poder, de la sociedad urbana y de las mentalidades. Desde el año 312 d.C. hasta principios del siglo V, el cristianismo ya practicado por una influyente minoría, absorbe en sus estructuras a gran parte de las clases senatoriales y ecuestres romanas (Salzman, 2002; Brown, 2012). En otras ciudades de Hispania la arqueología detecta un paulatino declive de la eficacia en la gestión de las urbes a partir del siglo II. Este declive se acentúa en el siglo IV. Se invaden espacios públicos y se deforma el entramado viario.
Las domus, residencias importantes, se dividen en pequeñas viviendas y aumenta la densidad de población intra muros.12 En el norte de África la arqueología no detecta murallas en muchas ciudades. Posiblemente eran solo unas simples barreras de madera o adobe.13 Orosio se lamenta de la desolación de Tarraco, su ciudad natal (Orosio, 1982).
No se produce tal desintegración de la administración de la ciudad en Barcino. Siguen las magistraturas, al menos un acueducto sigue en funciones, la red viaria y el comercio se respetan y el alcantarillado funciona. Tras las reformas de Teodosio, la máxima autoridad de la ciudad será el obispo. Unas termas en el conjunto episcopal sustituyen a las destruidas por los saqueadores de fines del s. III en la plaza de Sant Miquel (Beltrán de Heredia, 2008: 283-284). Pasado el trauma del saqueo y en medio de la confusión en otros lugares, Barcino sobresale en la provincia Tarraconense. En parte gracias a su próspera posición como centro de comunicaciones y de comercio, bien protegido por los sacrificios que supusieron las nuevas murallas (Banks, 1992; 27; Palet. 1990). Cuando Avieno en el siglo IV se refiere a Barcelona, hablará de “las agradables Barcilonas”, (Avieno, 2001: 332). También Ausonio, en su correspondencia con Sant Paulino de Nola a finales del siglo IV, reconoce que dentro de la mala situación general de Hispania, Barcelona era amoena. Era un buen lugar para vivir (Arce, 1997: 87). Brown considera como feliz y despreocupado el siglo IV, en el entorno mediterráneo, alejado de las fronteras del Imperio (Brown, 1989: 30-32). Porque la situación no era tan favorable en otras partes del Imperio. Se habrán suprimido los juegos de anfiteatro y el teatro por las diatribas de los cristianos, pero las carreras y las cacerías en el circo parecen proseguir en todo el Imperio (Brown, 1989: 48; Soler, Thelamon, 2008: 71-77). Y también en Barcino, a juzgar por mosaicos y frescos.
Mosaic de les tres Gràcies, en mármol procedente del antiguo Convent de l'Ensenyança Barcelona, datado del S. III dC-S. IV dC.
A fines del siglo IV, S. Paciani, obispo de Barcelona, en su epístola a Sympronianum, se quejará de la disipación que mantienen algunos cristianos de su diócesis (Flórez, 1775c: 108-114). Barcino, conserva intra-muros la disciplina urbana hasta bien entrado el siglo V. Con Ataúlfo y Gala Placidia, a principios del siglo V, por unos pocos años, Barcino será la sede del Imperio Occidental. Pero, a la larga, en los siglos VI y VII, la degradación cívica será inevitable (Gurt, 2000-2001; Gurt, Hidalgo, 2005; Beltrán de Heredia, 2010). La ciudad tendrá un papel político y religioso importante entre los siglos V a VII. Los años del apogeo del reino de Toledo (Almagro, Serra Ráfols, Colominas, 1945: 76). En el año 592 d.C. se documenta que en Barcelona se recaudaban los impuestos de Tarraco, Egara, Gerunda y Emporiae (Beltrán de Heredia, 2008: 275). Hasta finales del siglo VI, Barcino gozará de relativa prosperidad. Prosperidad rota, como en todo Occidente, por las grandes epidemias del siglo VII. Y por el colápso consiguiente de la administración romano-visigoda frente a los musulmanes.http://www.todostuslibros.com/libros/barcino_978-84-943862-1-3
©Luis Conde Moragues. Todos los derechos reservados.Barcelona, B-6416-09; B-3449-14Depósito legal: B 11865-2015ISBN: 978-84-943862-1-3
Permiso del autor, palabras textuales:Luis Conde Moragues.Yo no tengo un interés económico sobre mis trabajos arqueológicos e históricos . Solo busco que mis hipótesis sobre nuestra ciudad lleven a acciones de las instituciones responsables. Adoro a esta ciudad. Puedes copiar y dar difusión a mis teorías. Más aún si puedes darles más audiencia.El problema es que si bien yo he recibido mucho soporte, y creo que la evidencia es muy fuerte, esta es poco tangible.Pero la silueta de la elipse esta allá desde hace 1700 años. Y probablemente estará muchos años más pidiendo una explicación.
Lo mejor es que las ideas (que critico) que se publican sobre la Barcelona romana no son creíbles ni se pueden soportar científicamente. Pero Barcino es un gran negocio para muchos profesionales. Para estos, tu amigo es en realidad un estorbo, o peor aún un aficionado.
Revista España
BARCINO COLONIA ROMANA, DE LUIS CONDE MORAGUES, CAPITULO Nº 4º, A LA BARCELONA D' ABANS, D' AVUI I DE SEMPRE...13-09-2015...!!!
Por Trini @mtvotrinidadSus últimos artículos
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