Revista Sociedad

Bardem, Greta y puntos suspensivos

Publicado el 09 diciembre 2019 por Abel Ros

Ayer, compré el ABC. Necesitaba, la verdad sea dicha, una dosis de "liberalismo monárquico" para encender mis neuronas. Tras un recorrido por las noticias del día, aterricé en la sección de opinión. Allí se encontraban, entre otros, Antonio Burgos, Jon Juaristi, Álvaro Vargas y José María Carrascal. Con el título "Bardem, Greta y la Civilización", Luis Ventoso dedicaba su columna a las palabras del actor. Según él, el protagonista de "Jamón, jamón", "estaba fuera de lugar en el discurso de clausura de la marcha por el medio ambiente". Y lo estaba porque "no es un científico, ni un político vinculado al ecologismo ni un filántropo de los que parte de su fortuna por el bien común". Aparte de de no estar legitimado para hablar del cambio climático, tampoco lo está moralmente. Y no lo está porque, según Ventoso, "nada de su vida particular parece ejemplarmente verde. Conduce haigas contaminantes, va en avión y su mujer anuncia cruceros, que manchan los mares, y colonias cuyos vaporizadores también son ahora pecado".

La columna referida se publica, y valga el inciso, después de que nuestro actor pidiera disculpas en una red social. Disculpas por llamar "estúpido" al alcalde de Madrid. Un insulto que le propinó, en el acto de clausura sobre el clima, "por revertir el Madrid Central y permitir circular por la capital los vehículos contaminantes". Según Bardem: "el insulto ilegitimiza cualquier discurso y conversación. Por eso - dijo - pido disculpas por haberme dejado llevar por un impulso en absoluto constructivo que flaco favor hacer al verdadero mensaje, único y realmente importante". Más allá del insulto - totalmente reprochable, faltaría más - su función como "telonero" de Greta no es del todo criticable. Y no lo es, queridísimos lectores, porque en este país, precisamente, hay muy poca "legitimidad" en los discursos. Hay mucha, muchísima, gente - tertulianos, sobre todo - que analizan la política, sin ser politólogos. Que analizan los sucesos, sin ser criminólogos. Que hablan de economía sin ser economistas. Y ministros, valga el ejemplo, que gestionan sus carteras sin ser expertos en la materia.

Si criticamos a Javier por ser un actor. Si decimos que Bardem no fue el adecuado para cerrar la manifestación. Y criticamos que no lo fue por carecer de carreras y masteres sobre el clima. También podríamos extrapolar el argumento al activismo en general. Podríamos criticar a Greta Thunberg por no ser una científica en la materia. Y podríamos criticar a todo aquel que defiende una causa sin tener un diploma que lo legitime. Así las cosas, existen, por ejemplo, columnistas que no son periodistas. Gente que escribe novela histórica sin ser historiadora. Y sujetos que cambian el aceite de su coche sin ser mecánicos titulados. Por ello, la elección de Bardem debería entenderse más por su condición de famoso que por experto en emisiones de gases invernadero. Así las cosas, podría haber sido, por qué no, cualquier artista del candelero como Antonio Banderas o Rafa Nadal, entre otros. Y no por ello, su presencia hubiese sido criticable. No olvidemos que el análisis del activismo van más allá de lo meramente intelectual. El activismo se nutre de emoción, indignación y denuncia de las injusticias. Se entiende como llamada de atención, eco mediático y puesta en escena. Y no hay nada mejor como un actor para conectar con la masa.


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