Revista Viajes

Bari y alrededores

Por Martafr1975

Sábado 24 julio 2021

De nuevo día de traslado. Todo apunta a que a partir de hoy las temperaturas van a aumentar considerablemente y no bajaran de los 35° durante el día. Tendremos que amoldar las visitas al clima o moriremos de asfixia, literalmente.

Llegamos al camping Brezza Tra Gli Ulivi al mediodía. Ubicado en un campo de olivos, las sombras brillan por su ausencia. Y es una verdadera pena porque el camping es bonito y está muy bien cuidado pero con el calor que hace plantar la caravana en medio de la nada es mortal. Por suerte para nosotros, nuestra caravana es pequeña y conseguimos una minúscula sombra entre un olivo y una higuera no demasiado altas. Por otra lado, el camping dispone de piscina pero el precio es aparte y con las parafernalias de los alquileres de las tumbonas y las sombrillas, la entrada para tres sale te acaba saliendo por un ojo de la cara. Nos conformaremos con remojarnos en la fuente para refrescarnos de vez en cuando. 

Preparamos para comer unos spaguettis con tomates naturales del huerto del camping y albahaca antes de ir a visitar Trani.

Conocida como la Perla de Puglia, Trani tiene esa mezcla de sofisticación y tradición. En su puerto deportivo pueden observarse yates blancos y barcos de pesca, mientras que el centro histórico está salpicado de iglesias medievales y calles de piedra caliza deslumbrante y resbaladiza. Pero es la catedral, de un color claro casi blanco que destaca sobre el azul del mar, la vista más deslumbrante de la ciudad.

Cuando el sol empieza a caer y lo hacen, también, las temperaturas los italianos salen a lucirse en su habitual passeggiata y lo que parecía un pueblo deshabitado y dormido empieza a cobrar vida.

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Domingo 25 julio 2021

Primeros rayos de sol por la mañana y el calor empieza a ser sofocante. Hoy promete ser un día de los que no se puede ni respirar. Y en el interior, en el Parco Nazionale dell’Alta Murgia donde se encuentra el Castel del Monte, no parece ser mucho mejor. Aguantaremos como podamos el día…

En lo alto de una colina sobresale uno de los monumentos más estudiados del sur de Italia y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. El Castelo del Monte, misterioso y perfectamente octogonal, fue mandado construir por Federico II. El motivo es un enigma, ya que no tiene una ciudad cercana, ni una encrucijada de caminos y tampoco fue construido para defender nada, porque tampoco tiene foso no puente levadizo, ni ranuras para flechas o trampillas para verter el aceite hirviendo sobre los invasores. Algunas teorías afirma que el octágono representaba la unión entre el círculo y el cuadrado, de la perfección divina y la humana. Por tanto, el castillo rendía homenaje a la relación entre la humanidad y Dios.

El castillo, octogonal, tiene ocho torres, también, octogonales. El numero 8 está siempre presenta en la construcción.

Para llegar hasta él hay que aparcar el coche en el parking reservado para ello y allí coger un autobús que cuesta 1€ por persona, dinero que se amortiza desde el segundo cero por ahorrarte la caminata hasta arriba bajo este calor infernal. La entrada cuesta 7€, pero debido al covid y para promocionar, entiendo, las escasas visitas por la bajada de turismo es gratuito hasta finales de julio. 

El interior, bien resguardado de las extremas temperaturas exteriores, es todo un respiro para nosotros tres y para Scott que, metido en su mochila, nos lo han dejado pasar.

A medio camino de regreso al camping paramos en Molfetta para comer algo. La decisión no ha sido muy acertada porque el lugar que hemos elegido, pese a tener unas valoraciones muy buenas en Tripadvisor, ha sido un completo desastre. Servicio tarde y mal, comida de lata sin ninguna gracia y, para colmo, el dueño un maltratador laboral de libro. Para no volver jamás. El lugar en cuestión se llama Café Blues, por si algún día tenéis previsto visitar la zona.

Por suerte, las heladerías en Italia nunca fallan y siempre pueden quitar el mal sabor de boca de una comida desastrosa.

No sé si decir que hemos ido a descansar al camping un rato antes de ir a a cenar a Trani porque con estas temperaturas el descanso es materialmente imposible, ni siquiera una ducha ayuda a refrescarte. Es sofocante.

Pero el atardecer en Trani tampoco es mucho mejor. Sí, la gente sale cuando se supone que refresca, pero es que no refresca ni gota. Aún y así, el puerto y el casco viejo de esta bonita población se llenan y las terrazas de bares y restaurantes están a rebosar de animados comensales.

Y en medio de una pequeña plaza, cercana a la sinagoga, una auténtica pizzeria ofrece unas deliciosas pizzas y focaccias sin necesidad de buenas puntuaciones en Tripadvisor. La gente del lugar acude para comprar porciones o para cenar en las mesas de la plaza bajo banderas italianas y rodeados de niños del vecindario corriendo entre las mesas. Una experiencia al más puro estilo pugliese que recomiendo encarecidamente.

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Lunes 26 julio 2021

Aunque la mayoría de viajeros pasan de largo Bari o solo la utilizan para embarcar o desembarcar de los ferrys y cruceros, es una ciudad histórica y con una animada vida gracias a su universidad. Casi todos sus lugares de interés están en el casco antiguo donde se apiñan varies decenas de iglesias y santuarios, un castillo y una catedral románica del siglo XI cuyo protagonismo ha sido arrebatado por la basílica de San Nicolo. Pero lo realmente interesante es pasear y perderse por sus calles donde las mujeres amasan, cortan y secan, a ojos de todo el mundo, la pasta pugliese por excelencia, los orecchiette

También es de obligación comerse una típica focaccia barese y si es en el mejor panificio de la ciudad, pues mucho mejor. Ese lugar es la panadería Santa Rita, toda una institución. Focaccias con olivas, tomates y aceite recién salidas del horno para comer en algún callejón de Bari sentados a la sombra. Es posible que algún alma caritativa os ceda las escaleras de su casa para que comáis tranquilamente.

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Martes 27 julio 2021

Día de cambio de zona y de camping.  Seguimos la costa para conocer la zona al sur de Bari.

Acampamos en el camping Residence Atlantide Monopoli, muy sencillo con alguna que otra reparación pendiente, pero a orillas del mar, con piscina y muchas sombras, algo esencial en este viaje.

Descansamos y comemos en el camping los orecchiette que compramos ayer en Bari con una salsa de tomates frescos y albahaca. Posiblemente ellos lo preparen mejor, pero con esta materia prima es difícil que algo no esté exquisitamente rico.

Por la tarde y después de un baño en la piscina vamos a la cercana Monopoli, un pueblo portuario con botes pesqueros azul brillante que le dan un toque de color a sus calas encaladas que emergen del Adriático.

Pero el pueblo emblemático de esta zona, por excelencia, es Polignano a Mare. Una  encantadora población que se asoma al borde de un imponente acantilado en un tramo repleto de cuevas naturales, entre las que destaca la espléndida cueva Palazzese, con un icónico y lujoso restaurante en su interior. Al atardecer los balcones sobre el acantilado se llenan de turistas intentando captar el momento mágico. 

El casco antiguo está lleno de restaurantes y heladerías, así que es un buen lugar para saltarse el ayuno aunque sea con algo tan sencillo pero delicioso a la vez como unas frisellas (pan crujiente y seco al horno de piedra) con tomate, aceite, stracciatella y capocollo (lomo de cerdo) o con los ingredientes básicos y tataki de atún fresco. Todo ello acompañado por la bebida del momento, un spritz de Aperol.

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Miércoles 28 julio 2021

Aunque está a poco menos de una hora en coche desde la costa, el valle de Itria parece otro mundo. Tranquilas carreteras secundarias, campos frutales y olivos centenarios perfectamente alineados, atractivos pueblos sobre colinas con casa encaladas y lo más llamativo, los trulli, casa circulares de piedra salpicadas por todo el paraje.

Alberobello es la joya de Itria, pero es preferible dejarla para el final del día si no queremos verla abarrotada de cruceristas que suelen ir a primera hora de la mañana y que copan el pequeño pueblo.

Locorotondo merece una parada, sin duda. Con un centro histórico apacible y peatonal con casa blancas y geranios que destacan por su rosa y rojo intenso, está considerado como uno de los pueblos más bonitos de Italia.

Para ir a Martina Franca es de obligación coger una carretera secundaria para observar una bonita panorámica de Locorotondo y ver los auténticos trulli que emergen de todos los rincones del valle. 

Martina Franca es otro de esos pueblos pintorescos con un casco antiguo de callejones sinuosos y laberínticos, casas de un blanco cegador, edificios barrocos y bonitos balcones de forja. 

Si la hora de la comida os coge por aquí, en la salumeria La Dispensa hacen unos paninis de quesos y embutidos de primera calidad a unos precios inmejorables. 

Cisternino es otro de los pueblos del valle para visitar. Nosotros no hemos tenido el valor de bajarnos del coche con la solanera y el calor insoportable que caía en las horas centrales del día. Además aún nos queda por ver Alberobello y hay que reservar fuerzas para soportar las altísimas temperaturas.

Con sus más de 1500 casas circulares de piedra seca hechas con piedra caliza local y rematadas por pináculos blancos, Alberobello es hoy Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sus pintorescos trulli son casas, bares, tiendas y hoteles que en verano se llenan de turistas, por eso es mejor evitar las horas punta en la medida de lo posible.

Llegamos al camping más cansados de lo normal por culpa de las extremas temperaturas pero un baño en la cercana playa nos refresca y nos levanta el ánimo para seguir en pie hasta el final del día. Pequeños acantilados de una cantera que data de la época romana han creado unas piscinas naturales de aguas cristalinas que son pura vida en estos momentos.

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Jueves 29 julio 2021

Polignano a Mare es de esos lugares que no te dejan indiferente y que hacen que tengas que cambiar de planes cuando llegas de visita para poder vivirla más intensamente. Por ese motivo hemos descartado Brindisi y hemos tomado la decisión de pasar el día en esta bonita población encaramada a una roca. 

Es posible que la pequeña e icónica playa esté repleta de gente pero a pocos metros hay otras posibilidades para disfrutar de las aguas del Adriático. Es esta zona no hay playas de arena blanca, todo son calas de piedra y roca desde las que lanzarse al mar, pero eso también lo hace más especial y se evitan los tan molestos lidos. En cala Paura las toallas ocupan toda la plataforma de madera que la rodea y en sus aguas cristalinas podemos alquilar un patín de pedales por 12€ la hora para ir a ver las grutas de Polignano, alucinar con la Grotta Palazzese con un restaurante en su interior y darse un chapuzón en el mar sin las masificaciones de las playas.

El atardecer nos descubre otro Polignano, con la tradicional passegiatta las calles se llenan de gente, las tiendas abren sus puertas y los restaurantes reciben a sus hambrientos comensales. La oferta es amplia y variada según gustos y bolsillos pero vale la pena probar alguno de los mejores restaurantes de la ciudad. El Antique Mura es además de histórico un buen sitio para deleitarse con la cocina de Puglia. Sus muros fueron las primeras piedras de Neapolis, el actual Polignano a Mare, y hoy su interior es refinado y cuidado en cada detalle.

Su menú se basa especialmente en la pasta y en el pescado combinándolos con maestría como puede comprobarse en los torchietti con gamberi rossi dei Gallipoli e fiori de zucchina o en los trofiette con salmone, pesto e noci. Los segundos con sus productos del mar como el pescado fresco del día al horno preparado con una mezcla de verduras y la frittura di mare, calamari e gamberi acompañado con un vino blanco del valle de Itria no son menos espectaculares. Y un buen restaurante siempre ha de tener buenos postres y Antiche Mura los tiene, como el soufflé al cioccolato con panna y los cannoli con ricotta.

Son las 23.30h. y estamos a 31°, esta noche será imposible conciliar el sueño.

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Viernes 30 julio 2021

Los lidos masificados de la costa pugliese dejan un tramo incontaminado y virgen en un área marítima protegida de matorral mediterráneo y calas de arena dorada y aguas cristalinas. Es la reserva natural de Torre Guaceto.

Para acceder a la zona protegida es necesario aparcar el coche en el parking habilitado para ello, previo pago de 5€, y coger el trenecito colectivo que te lleva hasta la playa. Allí las aguas y las rocas parecen un decorado del Port Aventura y el primer baño se hace irresistible pero si andamos unos kilómetros por la orilla llegaremos a zonas con calas vírgenes sin aglomeraciones y en las que podemos disfrutar de las vistas y del baño casi solos. Las embarcaciones no están permitidas en todo el área y en algunas partes, ni siquiera, el baño lo está así que hay que vigilar donde nos damos el chapuzón. El camino llega hasta Torre Guaceto, una torre aragonesa defensiva, que vigila la bahía totalmente virgen y protegida que se extiende a sus pies. En total unos 4 kilómetros de arenas blancas, aguas cristalina y un sendero donde ir parando a refrescarse. 

La entrada de perros está permitida siempre y cuando vayan atados, como en casi todos los lugares de esta región de Italia. Pero Scott se ha quedado en el huevo envuelto en toallas húmedas y el ventilador a modo Beyoncé para soportar estos calores que para él son matadores. La sombra de nuestra parcela también ayuda a que esté más a gusto durante el día.

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