Revista Cultura y Ocio

Barreras mentales – @candid_albicans

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Qué tristes me parecen las personas que no saben ver más allá de sus narices. Las que se creen que sólo lo que hacen ellos es lo correcto, porque es lo “normal”, lo que toda persona “normal” debe hacer. Los que se creen el summum de lo preciso y lo apropiado.

El sábado salí con unos amigos y un ser triste, amigo de éstos. Paramos en un garito en el que la música, la decoración y el ambiente era totalmente retro, muy de los años 50. Lógicamente, muchos de los clientes del local hacían gala de su gusto por la música y la moda de la época. Las chicas con su maquillaje y sus vestidos estilo pin up, preciosas. Los chicos con sus tupés y sus patillas a lo Loquillo, apoyados en la barra mientras movían el pie al ritmo de Los Rebeldes, Tennessee o Elvis.

Pues bien. Este ser que venía con nosotros no entendía cómo alguien podía vestir pantalón pitillo, botas de chúpame la punta y lucir tatuajes de chicas pin up en los brazos. Según él, eso son ganas de llamar la atención, porque tiene “algún problema”. Ahí ya me encendí. A ver si no va a ser que el problema lo tienes tú, que no toleras que haya gente que viste como le da la real gana sin importarles lo que la gente como tú piense. Que ellos son felices vistiendo así, porque es una forma de vida y es la vida que han escogido igual que tú has escogido la tuya. Ya, pero yo no voy por ahí imitando a nadie, como ese, que va imitando a Loquillo. Y me lo dice con su camisa de cuadros de Springfield, su pantalón chino de Zara y sus náuticos. Hay que joderse, le digo. Como tú hay cuarenta millones, ¿y me dices que no vas imitando a nadie? Claro, es que yo soy normal, y ese de ahí no. Lo que tú eres es un aburrido, un narcótico hecho persona, un triste, un ciego que no ve más allá de una imagen física. Un muermo, en definitiva.

Durante la conversación mencionó la palabra normal unas 20 veces por frase. Y a mí esa palabra me chirría. Porque lo normal es lo mediocre, lo que nunca llega a ser extraordinario, lo rutinario, aquello en lo que la mayoría se sienten cómodos porque creen que es lo que debe ser. Cumplir unos determinados cánones de belleza (en concreto las mujeres), actuar de una determinada manera si estás en pareja, casarse, tener hijos, vivir para trabajar, ya sabes, joder, lo normal. Lo puto normal.

¿En qué momento de la vida nos limitan? Maldito momento en el que nos instan a permanecer dentro de una normalidad que para muchos es dolorosa, porque o bien están por debajo de los estándares, o bien están por encima, como puede ser el caso de una persona con altas capacidades que haya tenido que sufrir una infancia imponiendo límites a su creatividad o a su capacidad intelectual sólo para ser como los demás niños. Para ser como la media. Para ser normal. Porque si no, eras el rarito de la clase, el sabiondo, el preferido de la profe. Y venga a recular, venga a forzarse a permanecer en el redil. Porque ante todo, todos necesitamos sentirnos aceptados durante la infancia. Y durante la vida adulta también, aunque unos más que otros. Como el triste este del que les he hablado al principio de este texto, que no es más que un estoy hasta las narices de que lo normal sea norma y que lo mediocre se haya hecho con el mundo y con el derecho a juzgar todo lo que no sea normativo.

Ya es hora de que cada uno derribe sus barreras mentales y no deje que sus prejuicios los dominen, hombre.

Disculpen este grito en silencio. Ya me iba.

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