…por lo menos en mi mente.
Por Luis Obregón
Es así de simple, cuando era niño, gran parte de mi fascinación por la NFL nació por ver un fragmento de una producción de NFL Films de 1992 llamado “NFL Rocks” en formato Lasser Disc. En ese fragmento, Barry Sanders hacía su magia. Era simplemente impresionante para un niño que estaba creciendo entre los campos de entrenamiento y de juego de football. Nunca nadie había hecho algo parecido ante mis ojos.
Tal fue mi impacto, que en la siguiente navidad le pedí a Santa Claus, entre otros varios juguetes, pero encabezando la lista como prioridad número uno, el jersey número 20 de los Detroit Lions con el nombre Sanders en la espalda. Este es el video al que me refiero:
El tiempo pasó, fui creciendo y entendiendo mejor lo que pasaba en la cancha, lo que provocó que me impresionara todavía más lo que Barry Sanders era capaz de hacer. ¿Razones para amarlo? Sobran. Comenzaré enlistando las más obvias, las físicas: Potencia, velocidad, fuerza, balance y elusividad.
Pero sobre todo, algo que rara vez un ser humano, en cualquier disciplina, puede conseguir: su cuerpo podía hacer realidad las cosas que su mente inventaba de manera inmediata, sin detenerse a pensar en ello. Esa es la única forma en la que puedo explicar que haya sido capaz de hacer lo que hacía al acarrear el balón.
Cuando NFL Network transmitió el Top 100 de jugadores la historia de la liga, Barry Sanders quedó en el número 17, si es justo o no, es tema de otra discusión, lo que me parece muy rescatable es la presentación que hizo Wynton Marsalis, un conocido jazzista norteamericano, quien comparó su estilo de correr con lo que hacen los jazzistas al improvisar.
Cada jugada que tocaba el balón era un espectáculo a punto de suceder, algunas veces pasaba, otras tantas, terminaba en tragedia con yardas perdidas, pero lo que era seguro era que cuando tocaba el balón había que estar atento.
Su talento y estilo de juego son atemporales, como Curtis Martin lo dijo en el especial A Football Life: “…no importa si lo pones en 1920 o en 2012, Barry Sanders es el mejor corredor de la NFL…”
¿Más razones? Vamos a revisar algunas estadísticas que muy pocos (te hablo a ti Adrian Peterson), pueden desafiar esta época.
En 10 temporadas corrió más 1,100 yardas y en 8 de ellas corrió más de 1,400. ¿Se pueden imaginar esta clase de productividad para una ofensiva? Sobre todo si tomamos en cuenta que durante la década de los 90 los Lions tenían una línea ofensiva cuyo mejor elemento era el centro Kevin Glover. Lo único que podía quitarle un poco de peso a los hombros de número 20 era la combinación Scott Mitchell-Herman Moore, que en realidad funcionaban después de una fuerte dosis por tierra. Básicamente Barry llevó a los Lions a postemporada en cinco ocasiones.
Se perdió sólo 7 partidos de temporada regular en su carrera. De 160 posibles, participó en 153. Eso es durabilidad en un corredor de tres downs que recibía el balón en promedio 306 veces por temporada, es decir 20 veces por partido.
En su carrera promedió 99.8 yardas por partido. Esto lo coloca como el segundo mejor en la historia sólo detrás de las 104.3 de Jim Brown (otro grande). Muchos corredores sueñan con tener múltiples partidos de 100 yardas en una temporada.
En 7 de sus 10 temporadas tuvo 10 o más touchdowns. En pocas palabras, sus yardas se traducían en puntos para su equipo.
Durante su carrera no faltó ni un solo año al Pro Bowl. Además consiguió 6 nombramientos All-Pro.
Las características físicas eran evidentes y los números están, pero además resulta que el tipo era un profesional en toda la extensión y con un carácter envidiable dentro y fuera de la cancha. Prueba de ello era su “celebración” al anotar un TD. No importaba que hubiera humillado a toda la defensiva rompiéndoles la cintura a veces en más de una ocasión, habiéndolos dejado sembrados en el camino o habiéndolos arrastrado varias yardas; cuando entraba a la anotación lo único que hacía era entregarle el balón al oficial más cercano y regresar trotando a su banca. Dos palabras para describirlo: Class act.
Siempre un jugador de bajo perfil en lo que a carácter se refiere y con la inteligencia suficiente para manejar el escabroso asunto de su retiro de manera muy profesional. “…Hoy anuncio mi retiro…Jugar en la NFL fue un experiencia maravillosa y no tengo arrepentimientos. Parto en buenos términos con todos en la organización. La razón de mi partida es simple; mi deseo de salir del juego es mayor que mi deseo de permanecer en él. He examinado mi corazón una y otra vez y me siento cómodo con esta decisión.”
Los rumores decían muchas cosas diferentes sobre las razones que motivaron a Barry a retirarse del juego; algunos dicen que se cansó de perder, otros dicen que no estaba conforme con la dirección que llevaba la franquicia (que para el caso es lo mismo), otros que decían que estaba a punto de ser intercambiado a los Miami Dolphins, que eran dirigidos en ese momento por Jimmy Johnson, y el acuerdo nunca sucedió en buenos términos. La verdad es que los que más perdimos, aún más que los Lions, fuimos los fans del football.
Es ampliamente conocido que a su retiro, a los 30 años, estaba a sólo 1,500 yardas de romper el récord de Walter Payton de más yardas por carrera, algo que parecía muy alcanzable para él al final de la temporada o, en el peor de los casos, al principio de la siguiente. Pero ante los ojos de Barry esa no era razón suficiente para seguir jugando.
Ha habido otros excelentes corredores en la historia de la liga, todo ellos con sus seguidores y con los elementos suficientes para reclamar el puesto de “el mejor de la historia”. Estoy seguro que muchos mencionarán nombres como el de Jim Brown, Walter Payton, Emmit Smith, etc. etc. Compararlo con alguno de ellos nos llevaría a discusiones estériles, es por eso que mi criterio es mío y de nadie más. NADIE me ha impresionado tanto al verlo jugar como Barry Sanders, es por eso que, en mi mente, él es el mejor corredor de la historia de la NFL.