Revista Cultura y Ocio

Bartleby, el escribiente (Una historia de Wall Street). Herman Melville

Publicado el 25 junio 2023 por Juancarlos53

«¡No querrás entregarlo a la policía y que encarcele a esa inocente palidez! Y qué razones aducirías para conseguir algo así? ¿Acaso es un vagabundo? ¿Cómo? ¿Un vagabundo? ¿Un trotamundos que se niega a moverse? Entonces, para que no se convierta en un vagabundo, es por lo que intentas considerarle un vagabundo. Eso es demasiado absurdo.»

Durante un viaje en avión a Istria que acabo de realizar he leído -más bien he vuelto a leer- Bartleby, el escribiente de Herman Melville. He vuelto a él movido por la estupenda reseña que mi amiga Lorena, del blog El pájaro verde, publicó en él no hace nada. Hace tan bien Lorena sus reseñas, reflexiona de manera tan atinada sobre lo que acaba de leer, y lo que es más importante, escribe tan bien esta mujer, que pocas veces logro sustraerme a la tentación de seguir su senda lectora, al menos en el propósito. Y digo "al menos en el propósito" porque en numerosas ocasiones no logro dar cabida en mi listado de lecturas a las suyas. Esta vez sí, y estoy satisfecho de haberlo hecho.
He manejado la misma edición de la editorial Penguin que ella, dado que la introducción a la novela iba por cuenta de Enrique Vilá-Matas, novelista que admiro y quien con frecuencia usa al personaje literario de Bartleby como arquetipo de una manera de estar en el mundo, de un comportamiento humano. Tan es así esto que digo que el escritor de Barcelona, además de personajes sueltos en sus narraciones a los que atribuye las cualidades del creado por Melville, tiene en su haber un título que es un verdadero homenaje al mismo, Bartleby y compañía, publicado el año 2000.
En el prólogo, Vila-Matas señala lo emparentado que está este cuento con la literatura de Kafka. Cualquiera diría que Melville habría estado influido por el autor checo, si no fuera porque Frank Kafka nació 27 años después de que la novelita del estadounidense viera la luz en 1853. De haberla, pues, la influencia sería a la inversa; aunque tampoco existió tal, pues parece que el escritor de Praga no la leyó siquiera. 
De todas maneras, y sin duda alguna, estamos claramente ante un texto precursor. Un texto que no sólo preludia a Kafka, sino que anticipa muchos otros textos de autores posteriores a él que contienen, todos ellos, una singular comicidad:
«comprendí que el cuento de Melville no era una metáfora del escritor, ni el símbolo de nada, y se trataba más bien, como sugería Gilles Deleuze, de un texto de una violenta comicidad: un relato emparentado con ciertas narraciones de Kleist, de Dostoievski, de Kafka o de Beckett, «con los cuales formaba una subterránea y brillante secuencia». (Enrique Vila.Matas en el prólogo)

 El personaje de Bartleby es un auténtico hallazgo por parte del norteamericano. En él, en palabras de Enrique Vila-Matas, parece conjugarse de manera perfecta la disolución del mundo real en el ficticio y viceversa: «Una figura, la del copista de Wall Street, que parece que hubiera anticipado la aparición, un siglo después, del escritor Robert Walser.»

El comportamiento de Bartleby con su jefe y compañeros de trabajo es ciertamente extraño, manifestación de una especie de patología que yo describiría como 'apatía laboral'. Bartleby es un copista que cuando se le encomienda cualquier tarea contesta con un educado «preferiria no hacerlo». Al principio, su jefe, el abogado que lo ha contratado, y sus tres compañeros de oficina (Turkey, Níppers y Ginger Nut) aceptan de buen grado su resistencia pasiva al trabajo que se le encomienda. Pero poco a poco se van enfadándo y solicitan de su jefe una decisión drástica respecto a Bartleby
El autor de Moby Dick, imbuido claramente del espíritu de la época, formula en su obra principal y también en este cuento reflexiones filosóficas cargadas de contenido religioso. A estos pensamientos le lleva el estilo de vida que por esos años -mitad del siglo XIX- se está instalando en los Estados Unidos. Allí -no conviene obviar el subtítulo del cuento, «Una historia de Wall Street»- el capitalismo despiadado se está abriendo paso. Wall Street, donde está la Bolsa de Valores y donde radican las principales oficinas de abogados neoyorquinos, es el centro de la deshumanización y la despiadada explotación del hombre por el hombre derivadas del positivismo y un liberalismo sin freno alguno. El trascendentalismo de Emerson del que ya he hablado en alguna que otra entrada de este blog [ver especialmente la dedicada a Naturaleza, una de sus obras] se percibe en Bartleby, el escribiente.
«¿Qué me dicta la conciencia sobre qué debería hacer con este hombre, o, mejor dicho, con este fantasma? Lo que debo hacer es deshacerme de él; que se vaya. Pero ¿cómo? No irás a echar a empujones a esa pobre criatura tan pálida y pasiva, tan indefensa, ¿verdad? No irás a deshonrar tu nombre con semejante crueldad, ¿verdad? No, no voy a hacerlo; no puedo hacerlo.»
Es claro que en la mente del narrador, el abogado jefe de Bartleby, la religiosidad tiene un peso indudable. Y es que en definitiva, a pesar del título del cuento, el personaje esencial, el actor principal del conflicto que se plantea, no es el desencadenante del mismo, o sea, el pasivo, indolente y estoico Bartleby del que apenas si sabemos algo, sino su jefe, el abogado norteamericano que ve cómo la actitud de su empleado le hace replantearse no pocas cosas.
La novelita o cuento largo está muy bien equilibrada en todos sus aspectos. Los personajes que gravitan en torno a los dos principales padecen neurosis peculiares y complementarias: Turkey, de 60 años, es un empleado activo y enérgico hasta las doce del mediodía; Nippers, de unos veinticinco años de edad, es su auténtico complementario dado que es a esa hora cuando su carácter encendido deja paso a uno más tranquilo y menos conflictivo; y Ginger Nut, de sólo doce años, es el chico de los recados que aprovisiona de manzanas y pasteles a Turkey y Nippers
Moby Dick, Bartleby, humor absurdoBartleby, el escribiente es la expresión más alta de la filosofía social de su autor. En este cuento, a través de la figura del narrador, se ponen a prueba sus convicciones sociales, laborales y religiosas. Bartleby, con su comportamiento, logra llevar al extremo a éste; tanto que su filantropía y amor al prójimo cederán ante la austeridad practicada al límite por parte del empleado pasivo. No digo más para no desvelar qué pasa con Bartleby y con su jefe, las dos caras de una misma moneda.
Herman Melville y su relato Bartleby, el escribiente siempre sorprenden; da lo mismo las veces que se lea pues como dice el prologuista de esta edición, Enrique Vila-Matas, en cada lectura se produce una revelación. Los clásicos es lo que tienen, que nunca se agostan, que siempre emiten señales aprovechables que llegan a nuestro hoy hayan pasado los años que hayan pasado. 
NotaEste libro lo incluyo dentro del Reto Nos gustan los clásicos, séptima edición.
  Bartleby, el escribiente (Una historia de Wall Street). Herman Melville

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