Duele escribir esto, jamás hubiese querido ni siquiera pensar sobre la posibilidad de que llegaría ante nosotros «el fin de la era dorada barcelonista».
Como caídas de fichas de «Dominó», el ocaso parece tocar la puerta del Barcelona. Ya hemos visto aquellos años arrolladores de títulos y maestría absoluta a la hora de aniquilar un partido. No obstante este ciclo infinito está por romperse, el estilo de fútbol naranja huele a podrido, herido de muerte y sin futuro prometedor.
Las causas son muy sencillas, la más fatal quizá es que al cinco inteligente de Busquets, la física le dió la espalda, sigue con su técnica y ubicación intacta pero sus piernas perdieron el vigor de otros tiempos.
Hablemos de Piqué, sin dudas uno de los mejores centrales del mundo, pero hace rato viene con altibajos y sin poder consolidar la jerarquía de antaño.
El sustituto de Xavi ya no trabaja, perdió esa magia que daba equilibrio y gol al mediocentro, escribo lamentablemente de Rakitic.
Iniesta dejó un vacío irreparable, no es para menos, tamaña tarea es encontrar un reemplazo para un jugador tan distinto. Pasaron varios por ese puesto y no dieron al blanco.
Lucho Suárez, ha perdido su hambre de gol, se satisface más seguido. Lo que ha hecho que su voracidad goleadora decrezca.
Messi, del inigualable no me atrevo a decir nada negativo, solo que su cuerpo ya no se recupera como en otras temporadas. El equipo lo siente un poco más humano, el extraterrestre estacionó la nave y se vuelve terrenal de a poco.
Los que llegaron hace un tiempito pueden aportar grandes alegrías al Barza, jugadores extraordinarios como Vidal, Griezmann, Melo, Dembélé, por citar algunos. Sin embargo no tienen el poder de La Masia, el ADN barcelonista, el gen de la escuela holandesa, el juego trabajado por partes para la unificación del Fútbol total.
El ciclo está más que cumplido, agradecido al universo futbolístico por haber sido contemporáneo a estos genios del saber con la pelota. ¡Que bien la trataron!, en sus pies descansará el Santo Grial futbolero.