Revista Educación

Basado en hechos reales

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Basado en hechos reales

Albert ya lo decía (¿o no?)

Albert ya lo decía (¿o no?)

Yo también era así antes. Enganchado a la pantallita estaba. Siempre con un libro delante en el metro (al principio eran de papel, pero por último ni siquiera eso) con tanta ansia como falta de criterio, que lo mismo me empapaba de Vargas Llosa que de Murakami que de Chabon que de Coe. Whatsappeando sin fin en cualquier sala de espera, anticipando cervezas o gestionando pachangas. Googleando con pasión durante charlas y conferencias, concepto aquí, técnica allá, acabando con las dudas a cañonazos. Con una ventanita de chat siempre abierta, esperando. Eternamente con la cabeza gacha y los ojos cerrados al mundo. Apurando incluso algunas veces los límites del aislamiento con unos auriculares y mucha música, también con ansia. Oh, la música. Pero esa es otra historia. Hablábamos de pantallas. Nada sorprendente, yo solo era uno más entre tantísimos.

Hasta que un día caigo del caballo. Y aunque me apena no recordar si tengo que agradecérselo a una cita de Coelho o de Sabina,  sí me doy cuenta de que la verdad está ahí fuera, en la gente, en la cabeza alta y la mirada limpia e inquisitiva. Esa misma tarde jubilo el móvil, me como el iPad con papas, le regalo el e-reader a un dependiente de la FNAC y cierro el portátil sine die.

Hoy puedo decir con orgullo que hace meses que no leo (pierdo vocabulario pero gano vida), no recuerdo cuándo fue la última vez que hablé con mi familia (mal no estarán, la comunicación llega donde sea cuando es necesaria) y no logro organizarme para quedar con mis amigos (irrelevante si cuento todos los potenciales nuevos amigos). En las reuniones de trabajo y en las mil charlas y seminarios no consulto mis dudas y lagunas, lo compenso mirando a los ojos del orador y asintiendo, llenando los huecos crecientes de mi ignorancia con aire fresco y contacto humano. Atesorando caras, iris de mil colores, experiencias escuchadas y vívidas, otras vividas y contadas. Todo real, no siempre interesante, no siempre edificante, solo alguna vez motivador. Pero REAL.

Ahora hablo con cualquiera que me cruce en el metro, en la guagua, en supermercados, salas de espera y espacios variados (no lo había hecho nunca, ni antes de caer en la adicción electrónica, pero qué más da). Yo, el que rehuía toda mirada, el que evitaba las conversaciones triviales con desconocidos, he abierto los ojos a la vida de verdad. Yo, que no sabía vivir sin consumir información, sin comentar cualquier mínimo detalle con el ausente, he logrado despertar libre. Yo, que era como tú, sí, tú, el del móvil, no huyas, no corras. Apaga el móvil. Hablemos. Ya verás qué bien estarás luego. ¿Conoces a Paulo Coelho?


Volver a la Portada de Logo Paperblog