La salve a la Virgen de la Esperanza
Refiere don Sixto Ramón Parro (1) y repiten los diversos redactores que se han ocupado de las leyendas toledanas, que hacia el año 1490, en la tarde de un sábado, los vecinos que vivían más próximos a la iglesia mozárabe de San Lucas, cerrada en aquellos momentos, oyeron· que dentro de ella cantaban y tocaban una música muy agradable.
Extrañados por tales sonidos con el templo cerrado totalmente, avisaron al párroco de éste, llamado don Gaspar Manso; vino enseguida, sorprendido también por el mensaje y con las llaves del edificio en la mano, abrió las puertas y al entrar, él y los que le acompañaban, vieron ante la imagen de la Virgen de la Esperanza a cuatro hermosos jóvenes que cantaban coplillas y una salve a la Madre de Dios, sin que interrumpieran sus cánticos por la presencia de tanta concurrencia.
Al acabarlos, desaparecieron milagrosamente. Ante este prodigio, un feligrés de San Lucas -que naturalmente sería mozárabe también- llamado Diego Hernández, asumió desde entonces el costear todos los sábados a varios músicos, que cantaran la salve ante Nuestra Señora de la Esperanza. Por este acto piadoso acabaron llamándole en el barrio "Diego de la Salve", olvidándose casi su verdadero apellido.
Hay otrá versión, de mayor fuerza dramática, según la cual una feligresa de San Lucas muy devota de dicha Virgen, había creado una fundación piadosa con cuyas rentas deberían sufragarse tales cultos sabatinos. Encomendó, como patrono de tal fundación, los cultos al cuidado de un sobrino suyo, llamado don Diego.
Cumplió éste al principio el encargo de su parienta, pero siendo un joven algo disoluto, acabó por disponer en su beneficio de las rentas de la fundación, desentendiéndose pOl completo de la función. religiosa para la que estaban destinadas.
Al poco tiempo, observaron los vecinos el mismo suceso referido antes de que los propios ángeles acudieran a San Lucas los sábados, para realizar los actos y canciones en honor de la Virgen que el sobrino indiferente había omitido sostener. Al saberlo el interesado se arrepintió de su mala aCClQn y en lo sucesivo, no sólo volvió a costear los cultos a que se había obligado, sino que cambió su nombre por el de "Diego de la Salve".
Durante muchos años se ha considerado este relato Como una simple leyenda piadosa, sin base histórica conocida, Sin embargo, recientemente se ha publicado el censo realizado en 1561 de los toledanos que entonces habitaban en la ciudad; y precisamente en el distrito de San Lorenzo, al que pertenecía -hasta su refundición con el de San Justo- la plazuela de San Lucas, se censa a un vecino llamado "Diego de la Salve, clérigo"
Nada más nos dice el censo sobre este toledano. Pudo ser el capellán encargado de decir los cultos semanales; tal vez haya existido una fundación o memoria para costearlas. También es muy posible que los músicos acudieran por su voluntad, pues cuando se extinguió la cofradía de San Acacio en el siglo XVIII, propia de los músicos toledanos, éstos se acogieron a la Virgen de la Esperanza y muchos fueron sepultados en San Lucas (3).
También es posible que la devoción fuera anterior, pues se registran muchos artistas como miembros de la cofradía de la Esperanza, en el siglo XVII (4). Por último, es de destacar lo que dice el doctor Pisa, que fue clérigo de San Lucas y no es por tanto dudoso pues lo conocería personalmente, que los músicos de la ciudad acudían a cantar a esta iglesia aunque no les pagaran .
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Revista Cultura y Ocio
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