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A nadie se le escapa que el diálogo interreligioso es una actividad crucial en los tiempos que corren. Los representantes de las diferentes religiones tienen una tarea ardua que solo puede abordarse con éxito a largo plazo. Son demasiadas las diferencias y puntos de vista, muchas veces encontrados, incluso en el seno de una misma religión. Pero si en algo se puede coincidir es en la búsqueda de la paz. Esto urge hacerlo. Y se deben poner todos los medios para conseguirlo.
En lo referente al diálogo cristianismo-islam debemos sentar unas bases, un punto de partida desde el que empezar a trabajar. Se hace en menor o mayor medida desde instituciones como el Vaticano, aunque los resultados son más bien pobres y no parece que vaya a cambiar la situación a corto plazo. Incluso muchos teólogos y sociólogos de la religión dudan de la eficacia de tales acciones. En efecto, si una religión se atribuye la posesión de la verdad absoluta, difícilmente va a establecer un intercambio fecundo de ideas. Por tanto, no se trata tanto de hablar en principio sobre cuestiones teológicas, sino más bien sobre los ámbitos de la ética y los derechos humanos. Este es el verdadero reto.
Hemos de tener en cuenta algunas consideraciones:
1º) Partimos de una realidad muy complicada:
Viene determinada por el conflicto que, históricamente, siempre ha existido. Este conflicto acarrea el enfrentamiento. Las guerras por religión no son novedad. Y todo ello conlleva la exclusión y la aniquilación o control de los creyentes de otras religiones. La convivencia en paz es difícil, requiere de la articulación de leyes que permitan la coexistencia pacífica de las diferentes comunidades religiosas. Se origina fractura entre las cosmovisiones cristiana e islámica y surgen los integrismos religiosos. Ahora este integrismo está presente en forma de yihadismo. El islam lo sufre. Antes fue el integrismo católico. Nada es nuevo bajo el sol, que diría Cohelet. Se puede abordar el problema mediante el ejercicio de una antropología cognitiva de la religión que determine las "zonas de sombra" y sirva para construir espacios de comunicación real.
2º) Independencia:
La experiencia religiosa es universal; pero cada sistema de creencias la articula de modo diferente. No son excluyentes. Tampoco se solapan. Las vías cristiana e islámica son independientes aunque participan de elementos comunes. Se sustentan sobre el monoteismo y muchas "verdades de fe" son compartidas por cristianos y musulmanes.
3º) Acción:
Basada en primer lugar en el diálogo. ¿Sobre qué dialogar? Ya lo hemos dicho antes: sobre la paz. Este es el objetivo prioritario. Después vendrá el encuentro. Encontrarse significa compartir, vivir una experiencia común, si bien cada uno desde su propia cosmovisión. Todo ello conduce al respeto del otro y de la otra cosmovisión. El respeto es el denominador común; pero hay que alcanzarlo. A veces constituye un reto difícil de conseguir. Sin respeto no se puede mantener la acción por mucho tiempo. Y respetar implica considerar a los otros como iguales: seres humanos que buscan a Dios. Las diferencias quedan difuminadas sobre esa base. No se trata de criticar, menos de juzgar. Esto conduce a generar empatía y de ahí se pueden "tender puentes", "pasarelas de intercambio".
Por eso el verdadero diálogo interreligioso es ante todo diálogo entre personas. Las instituciones pueden y deben participar; pero no son representativas del común de los creyentes. Los cristianos están divididos en católicos, protestantes, ortodoxos... Los musulmanes en suníes, chiíes, sufíes, salafíes,... No existe una institución que englobe a la totalidad de los creyentes en estas religiones. Se trata entonces de emprender la acción en diversos ámbitos: países, instituciones internacionales, organizaciones públicas y privadas, asociaciones, etc. Sin esta dimensión estratificada y coordinada poco se podrá avanzar.
Así surgirá un proyecto de humanización que no será nuevo; pero que se formulará teniendo en cuenta la realidad de nuestro tiempo. De hecho, tanto Jesús como Mohammed encarnaron proyectos de humanización. Vinieron al mundo para humanizar; sin embargo sus mensajes han sido manipulados y tergiversados con harta frecuencia.
Así, hoy aparecen nuevos conflictos y enfrentamientos. Unos supuestos creyentes musulmanes utilizan el terror y la muerte, mientras los demás creyentes contemplan con cierta impotencia la deriva violenta que crece y arraiga en su propia religión.. Por otro lado, en el cristianismo también existen fundamentalismos y provocaciones, más elaboradas intelectualmente, ahora menos basadas en el acto violento; pero también peligrosas porque pretenden imponer creencias utilizando otro tipo de técnicas coercitivas y de manipulación social.
Tampoco podemos olvidar que actualmente el terrorismo yihadista constituye un fuerte varapalo al proceso de integración del islam en el mundo moderno. Los Estados islámicos deben encarar con determinación este fenómeno, por otro lado minoritario; pero sanguinario y letal.
También cristianismo e islam pueden aproximar posturas en el ámbito de la relación ciencia religión y afrontar el nuevo ateísmo científico que critica la religión e intenta negar a Dios desde la ciencia. Y por supuesto, ambas religiones pueden beneficiarse del aporte histórico crítico de las investigaciones en materia de textos sagrados, revisión de planteamientos teológicos, etc.
4ª. Un nuevo paradigma humanista.
La palabra ´paradigma`no me gusta mucho si bien se aproxima algo a lo que pienso. Se trata en definitiva de:
a) Fundamentar las creencias. En este mundo hiperdesarrollado y técnico, cristianismo e islam deben hallar su sitio, no negando las verdades científicas y las realidades morales y éticas discrepantes o incluso contradictorias con la religión, sino asumiendo la diversidad de ideas y teniendo en cuenta el ideal: dignificar la condición humana basada en el respeto de los derechos del hombre. En una palabra: LIBERTAD.
b) Es urgente aproximarse al otro, sea cristiano, musulmán, ateo o tenga la orientación que tenga. También hay que buscar puntos de conexión con la cultura y la ciencia. Hay que inculturar la fe.
c) Hay que elaborar una nueva antropología teológica, donde:
- El cristianismo no se arrogue la superioridad de sus planteamientos, y el islam se despoje de una visión estancada en la Edad Media.
- El sujeto de derecho pase a ser realmente el ser humano y sus diferentes manifestaciones. En una sociedad moderna no se puede juzgar a las personas por su identidad religiosa, política o sexual. La libertad individual está por encima de todo planteamiento.
d) Cristianismo e Islam siguen representando hasta el presente mundos enfrentados, cuando no hostiles.
¿Existe una imagen de Dios que pueda ser asumida por los dos? Sí. Pero se huye de todo intento de aproximación y de establecer una teología actualizada. Es cierto que el cristianismo culto y una parte casi insignificante de los musulmanes han construido un ideario muy próximo a lo aquí expuesto; sin embargo, no hay extensión al creyente de a pié.
Las relaciones entre teólogos cristianos y musulmanes no pasan de eventos puntuales. En occidente se ignora la investigación teológica musulmana. En los países islámicos se ignora la investigación teológica cristiana. No ha habido hasta la fecha un verdadero interés por potenciar el diálogo académico, el encuentro, el compartir ideas y propuestas. No se involucra a la sociedad, no se publicitan debidamente los pocos encuentros organizados, no existe una información amplia.
e) Se debe trabajar en una "filosofía de la religión" capaz de articular propuestas diversas tendentes a buscar nexos y lugares comunes de trabajo.
f) La teología no es un territorio independiente sin conexión con el mundo. Todo lo contrario, se trata de una actividad intelectual que busca la comprensión de Dios y su papel en el mundo. Por ello, la teología debe salir del ámbito puramente académico y especializado tanto en el cristianismo como en el islam.
g) Un reto: ¿quiénes son los interlocutores en el diálogo cristianismo-islam? : El problema ya ha sido señalado: iglesia católica, evangelismo,... musulmanes suníes, chiies, salafíes, sufismo... Esto representa una gran complicación. Propuesta: un diálogo amparado y respaldado por la Organización de Naciones Unidas, con implicación de organismos públicos y privados de ambas religiones, universidades y representantes de la sociedad civil.
5ª Una visión de futuro.
a) En este mundo globalizado nadie posee el monopolio de la verdad. Tenemos una perspectiva parcial de la verdad. No podemos imponer nuestras creencias. La verdad es escurridiza. Más bien existen diversas verdades. Todas pueden ser válidas y todas pueden enriquecernos pues para nosotros -creyentes- tienen como soporte y fundamento al Dios inmutable, el Dios Único, La Ilaha ilah Allah.
b) Hay que dialogar siempre, por difícil que parezca, sin desfallecer, estableciendo cauces de comunicación que deben enriquecerse con aportaciones continuas de toda la sociedad.
c) Respeto y estima del otro.
d) No hay diálogo sin duda; pero la duda genera discurso y, por ende, más diálogo. En este ciclo sin fin no puede haber "diálogo de sordos". Las propuestas se debaten y pasan a la instancia política. El consenso resulta fundamental.
e) Es necesario establecer el punto de partida discursivo y filosófico teológico de cada entidad participante en el diálogo. No se trata de ceder o imponer, sino de comprender.
f) La construcción social de la esfera religiosa corresponde a la sociedad entera, no solo a los creyentes de tal o cual religión.
Sobre estas consideraciones y otras que probablemente podamos aportar, es posible establecer ese diálogo interreligioso cristianismo-islam. Un reto, como he dicho, urgente de realizar, pues está en juego el bienestar y el futuro de la Humanidad.
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