A lo largo de la historia de Eurasia occidental, la institución estatal pasa por diversos altibajos. Desde la aparición de los primeros estados en el Creciente Fértil hasta los actuales estados constitucionales, podemos ver épocas donde el poder se dispersa, acabándose con el monopolio del poder político que representa aquella institución.
En este sentido, bien conocida es la Edad Media, donde apreciamos la aparición de varios poderes paralelos, como la Iglesia, la monarquía y la aristocracia. Este nuevo orden se construyó sobre las ruinas de los estados clásicos, más concretamente del Imperio Romano. Pero a su vez, estos últimos se edificaron a partir de la base proporcionada por las épocas anteriores.
Un ejemplo muy específico de lo que trato de transmitir es la utilización del título basileus. En lo que respecta al Imperio Romano, solo fue utilizado por la parte oriental, a partir del año 629, cuando el emperador Heraclio sustituye el título augusto, de origen latino, por basileus, de origen griego.
Este cambio puede interpretarse como una reivindicación del carácter esencialmente griego del Imperio Bizantino, así como una reafirmación de su poder frente al Imperio Persa, al que acababa de derrotar en Egipto.
El nuevo título, sin embargo, contaba con antecedentes de gran antigüedad. Podemos remontarnos hasta la época micénica, en la que Grecia funcionaba como una sociedad rígidamente estratificada y dividida en una serie de reinos dirigidos por un monarca conocido como wanaka, título que pasaría a la épica homérica como anax.
El wanaka, sin embargo, se apoyaba en otras autoridades de carácter más local, los qasireu, que gobernaban sobre una unidad administrativa conocida como qasirewija.
Teseo, primer rey de Atenas según la tradición, capturando al toro de Maratón. Cerámica datada en torno al 440-430 a.C. (Fotografía de Marie-Lan Nguyen, 2007)El qasireu tenía un papel secundario en la estructura palacial micénica. Sin embargo, con la destrucción de los palacios sobre el 1200 a.C. y la consiguiente desaparición de la autoridad central, estos personajes pasan a un primer plano.
Durante la edad oscura los qasireu, ahora conocido como basileus, se convertirían en los jefes de sus respectivas comunidades. En un primer momento no debieron tener una autoridad muy fuerte, sino consistir en una especie de primus inter pares, pero sobre los siglos IX y VIII a.C. en lo que respecta al Átic, sus diferentes tribus fueron unificados bajo un solo basileus, Teseo según la tradición, estableciéndose así el estado ateniense.
Eventualmente la monarquía desaparecería de Atenas, pero las funciones del basileus serían repartidas entre nueve arcontes, aristócratas que llevarían a cabo las funciones de gobierno. En el nombre existiría también cierta continuidad, como demuestra la existencia del arconte basileus, encargado de las funciones religiosas que ostentaba el viejo monarca.
El sentido monárquico del término sería recuperado por Alejandro Magno, como demuestra la aparición de este título en las monedas acuñadas durante su mandato. De esta forma, el título sería también empleado por los emperadores bizantinos, como hemos mencionado al principio, e incluso por los monarcas de la Grecia surgida de la independencia del Imperio Otomano.
Al empezar el artículo comentabamos las diferentes etapas del estado, como unas épocas de esplendor se ven sucedidas por el colapso del monopolio del poder. Sin embargo, el uso del título basileus nos sugiere que entre estas épocas hay una cierta continuidad institucional.
BIBLIOGRAFÍA
- “On the title and office of the Byzantine basileus” de Constantin Zuckerman
- “Basileus, tyrannos and polis. The Dynamics of Monarchy in Early Greece” de Mait Kõiv
- “Qa-si-re-u micénico y Basileús homérico. Continuidad y discontinuidad en la concepción griega de la realeza” de Francisco Javier González García
- “El estado ateniense” de Diego Ruiz Galacho
- “Los tetradracmas de Alejandro Magno” de Joaquín Montero