Su origen debe buscarse en la actividad industrial de extracción de áridos que se hacían en la zona durante los años 70 del siglo XX ( ver El triste fin de un puente Real). De este modo, cuando cesó la explotación, los inmensos agujeros que quedaron se llenaron con el agua del nivel freático superficial, formando unos estanques que fueron rápidamente colonizados por la fauna y flora autóctonas. Esto dio lugar a un espacio húmedo de alto valor biológico con presencia de fochas, garzas reales y garcillas boyeras, que las hizo merecedoras de ser incorporadas a la Red Natura 2000 y protegidas como Zona de Especial Protección de las Aves ( ZEPA).