Título: Bastardos de Dios
Autor: Javier Rodrigo Ruipérez
Páginas: 250
Javier Rodrigo Ruipérez
es el tío de Pablo, mi chico. Al igual que yo, es periodista y
escritor. Vamos, un amante de las letras, como muchos de nosotros.
Hace unos años leí su único libro publicado, titulado El
ilusionista, y ahora me he animado a leer el manuscrito de
Bastardos de Dios, un libro
que espero ver pronto publicado. Sus 250 páginas apenas me
han durado una semana y aunque, como he dicho, la novela no se ha
publicado, no he podido evitar compartirla con todos vosotros por lo
muchísimo que me ha gustado. Es una historia que
podría definirse como una novela negra, porque hay asesinatos e
investigaciones policiales.
Pero creo que esta definición se queda
corta, porque la trama va mucho más allá. Se trata de una novela
coral, con varios personajes, todos ellos importantes e
imprescindibles. Avelino es el organista
de la catedral, es un albino introvertido, reservado, serio,
meticuloso y maniático. Está obsesionado con el órgano, que antes
que él tocó su padre. Con su conservación, su cuidado y su sonido.
Para él es mucho más que un imponente instrumento musical. Es casi
como un ser vivo y como tal lo cuida y lo trata. Parece un ser
inofensivo pero es visceral, impredecible y, sobre todo, malvado.
Saturnino Segura es un
escritor que no pasa por sus mejores momentos. Ha conseguido
reconocimiento, dinero y fama con una serie de 23 libros
protagonizados por una heroína caribeña de la época de la guerra
civil americana. Pero su estilo y sus tramas, demasiado
tradicionales, no en vano es socio fundador del Círculo Católico de
Escritores y Periodistas, ya no gustan a los lectores. Por eso su
editor le anima a cambiar totalmente de registro y Saturnino se mete
de lleno en su nueva novela: una historia truculenta, llena de
asesinatos, vísceras y sangre que, para su sorpresa, no solo no le
desagrada sino que le gusta y que está protagonizada por un albino
organista de la catedral.
Alicio Casañas es un ex
policía que se ha visto obligado a convertirse en detective privado.
Fue expulsado de la comisaría después de un turbio asunto, un robo
de droga en la aduana, en el que se vio envuelto. Fue juzgado, tanto
por la Jefatura de Policía como por la justicia, pero no se pudo
demostrar su implicación. Aun así, toda su reputación en la lucha
contra los camellos en uno de los peores barrios de la ciudad se fue
al traste. Ahora intenta ganarse el respeto de Sarah Dalmau, su jefa
en una prestigiosa agencia de detectives, investigando los asesinatos
que están sacudiendo la ciudad en los últimos días.
Alex es un joven escritor
que intenta encontrar la inspiración para su nueva novela. Su editor
le ha dado un plazo, un ultimátum, y él tiene que escribir, lo que
sea. Algo como, por ejemplo, la historia de un un escritor que
intenta cambiar de estilo escribiendo sobre unos asesinatos
protagonizados por el organista de la catedral e investigados por un
ex policía.
A simple vista la
historia puede parecer un poco enrevesada y tengo que confesar que
durante las primeras diez o quince páginas no entendía muy bien qué
estaba pasando. Pero luego se entiende y la trama engancha tanto que
es imposible dejar de leer, avanzar en la historia para saber qué
les ocurre a Avelino, Saturnino, Alicio y Alex.
Al margen de la intriga y
de la parte de novela negra que tiene el libro, que me ha parecido
adictiva, con mucho ritmo, ágil, trepidante y fluida, con continuos
giros y sorpresas que mantienen al lector pegado al libro, quizá sea
la estructura lo que más me ha gustado de la novela.
Una estructura con
historias dentro de historias, como si de muñecas rusas se tratase,
que además de sorprender y atrapar provocan en el lector una
constante reflexión sobre esta historia en particular y sobre la
literatura en general. ¿Quién lleva el peso de una novela, de una
trama, el escritor o los personajes? ¿Quién maneja a quién?
Como no quiero destripar
demasiado el argumento, no voy a desvelar nada más de la relación
entre Avelino, Saturnino, Alicio, Alex y el resto de personajes ni
tampoco de cómo se desarrolla la historia, los asesinatos, las
investigaciones y, en definitiva, la historia de estos bastardos de
Dios que no dejan indiferente a nadie. Ni a los escritores que los
crean, ni a ellos mismos ni, cómo no, a los lectores. Porque, para
qué negarlo, todos tenemos algo de creadores, de personajes y de
espectadores y, por supuesto, de bastardos.