Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.
Al iniciarse la primera guerra mundial, los millones de hombres y muchachitos que se lanzaron entusiastas a defender sus tierras, jamás se imaginaron lo que les sucedería, tampoco creyeron que sus ilusiones de terminar la guerra rápidamente se verían derrumbadas tan pronto. La guerra, desde un inicio se torno general, nociva, mortífera y con batallas que nunca antes nadie había imaginado. El frente occidental había sido bautizado en agosto de 1914 con la irrupción germana en Bélgica y Luxemburgo otorgándole a los franceses penosas y humillantes derrotas en estas zonas. Cuando los alemanes ya casi podían oler a los franceses, su avance fue detenido de modo contundente en la batalla de Marne en septiembre del mismo año, esta vez los camaradas británicos habían apostados sus mejores tropas ayudando al resultado. De ahí en más una victoria rápida sobre Francia pareció imposible y los planes alemanes se derrumbaron, entrando así a la llamada guerra de posiciones o trincheras, una guerra estática que representaría el desastre para Alemania, no capacitada para una guerra a largo plazo. Las líneas se extendían desde el Mar del Norte hasta la frontera con Suiza.
Alemania era fuerte y pudo resistir todas las batallas durante los meses venideros y 1915, incluida la ofensiva de Joffre durante el otoño. Por lo cual, cuando aún se encontraba en una etapa de resistencia y cierta ventaja sobre sus enemigos, reunió gran cantidad de material bélico y humano consiguiendo una nueva estrategia que le devuelva el dominio en aquel frente para acabar con la guerra de una vez por todas o al menos con los franceses y expulsar a los ingleses de Europa continental. El plan propuesto por el comandante Erich von Falkenhayn consistía en atacar Verdún, un lugar que por tradición había sido casi inexpugnable para los atacantes.
Sin embargo, los germanos aceptaron el reto y creyeron que tomando la plaza la moral francesa sencillamente se derrumbaría. Además, los avances en el frente oriental habían sido mejores y los rusos no parecían buenos combatientes, al menos no para los germanos. Esto dio ánimos a todo el Alto Mando de las Potencias Centrales, para lanzar un ataque sobre Verdún, que se creía sería el definitivo.
La célebre fortaleza de Verdún, que pasaría a la historia, estaba dividida por el río Mosa y había sido erigida por Luis XIV, mostrándose imposible de capturar desde entonces. Su caída podía representar un golpe final y precisamente en esos momentos se hallaba frágil por el despliegue de las tropas aliadas en otras partes del frente. Cuando la inteligencia aliada se percató de que los alemanes preparaban allí un contundente golpe, los franceses y sus aliados ingleses decidieron apostar el todo por el todo. Una cosa era bien sabida, si caía Verdún, podría significar el fin del frente occidental y probablemente de toda la guerra. Lo cierto es que el material humano y bélico de los aliados se hallaba muy desgastado, mientras que los alemanes ya casi tenían, para la ofensiva inicial unos 140 mil soldados y 1220 cañones que darían el bautismo de fuego a la plaza. Los anglo-franceses colocaron allí muchos soldados, casi unos 300 mil al inicio, el doble de los alemanes, que debía frenarlos en seco y evitar su avance a toda costa, su desventaja era la artillería, en un inicio tan sólo 300.
Un terrible desangramiento de casi diez meses comienza
El Alto Mando Alemán había diseñado el inicio de la ofensiva para el 12 de febrero, aunque lamentablemente, debido a las lluvias, neblina y viento se tuvo que retrasar hasta el 21 de febrero. A las 7:15 de aquel día, el silencio sepulcral del alba fue aniquilado por 1400 armas de artillería que dispararon un millón de proyectiles durante casi diez horas y hubo un segundo día cuyas armas fueron los gases tóxicos. Muchos de los aliados fueron, literalmente, sacados de las trincheras y sus camas en estado de asfixia o simplemente incinerados y llenos polvo. No en vano ese bautismo de fuego fue el más grande de toda la primera guerra mundial ocasionando severas bajas a los aliados. El ataque de infantería lo dieron los cuerpos 3, 7 y 18, en donde los alemanes usaron lanzallamas para sacar a los franceses de sus trincheras. Al día siguiente, los germanos, después de arremeter con artillería continuaron avanzando, hasta ese momento llevaban unos 5 kilómetros penetrando en un frente de 40 kilómetros de longitud aunque no uniformemente
Los alemanes empujaron a los franceses hasta Beaumont y Ornes. En realidad las primeras 72 horas, fueron terroríficas para los aliados, que si bien tenían casi un tercio de millón de soldados alineados en el frente cercano, no coordinaban sus movimientos con exactitud y las comunicaciones fueron un problema grande desde un inicio. Para el 24 de febrero los franceses respiraban aliviados, el general Pétain iba con el Segundo Ejército Francés a la zona. Mientras tanto los alemanes se dirigían directamente hacia el Fuerte Douaumont.
A las 16:30 de aquel mismo día los alemanes obligaron a los franceses apostados en el fuerte a rendirse. Este punto es conocido porque era el fuerte más grande y hasta importante de la línea defensiva de Verdún, probablemente de no haber estado en las pésimas condiciones en las que le tocó padecer la batalla, los franceses hubiesen resistido y se habrían ahorrado varios centenares de vidas.
Cuando el 25 de febrero llegó Petain la línea defensiva del frente fue reabastecida por completo y reorganizada, pues a decir verdad la moral era baja y cundía el pánico. Los alemanes mientras tanto tomaron el pueblo de Douaumont, donde luego de una enconada resistencia, los franceses cederían para posteriormente ser hechos prisioneros. Entre estos se encontraría el célebre Charles de Gaulle apresado el 2 de marzo de 1916 costándoles a los germanos cuatro regimientos de infantería. El tiempo allí perdido fue aprovechado por los aliados, quiénes trajeron unos 90 mil soldados más así como 23 mil toneladas de municiones. La operación, se dice, se llevó a cabo en el más absoluto secreto y sin detenerse. Los alemanes ya buscaban envolver a Verdún por los flancos pero la nueva artillería de Petain hizo estragos en sus filas y no les dio respiro, los alemanes también prepararon lo suyo y casi cerca de 800 piezas dejaron caer unos 4 millones de proyectiles, especialmente a las colinas alrededor de Le Mort-Homme, que luego de esto parecían más bien volcanes.
El ataque lanzado el 9 de marzo les permitió por fin tomar dicha colina y algunos pueblos ya destruidos como Cumieres y Chattancourt, un paso más para completar el cerco. Y así llegaría el 22 de mayo, fecha en que se produciría el fallado intento de tomar el Fuerte Douaumont, luego de una intensa lluvia de artillería. A esto siguió la respuesta alemana por el flanco izquierdo que recuperó todo el fuerte el 2 de junio. Cerca de allí quedaron algunos franceses en el Fuerte Vauz que resistieron en un violento combate cuerpo a cuerpo durante cinco días más. Hasta aquí las bajas habían sido ya preocupantes para ambos bandos. A propósito, si bien Petain había salvado Francia ya por su oportuna llegada, fue reemplazado por Robert Nivelle, más ofensivo.
Junio y julio: la lucha por Verdún se hace desesperada
Desde el sur los alemanes seguían presionando hacia Verdún. Avanzaron con todas sus fuerzas y el 21 de junio tomaron Fleury, un pueblo en ruinas. Los 60 mil soldados germanos avanzaron y se toparon con un último obstáculo, el Fuerte Souville. El mismo había sido, aparentemente debilitado por la artillería alemana, así que se esperaba que la defensa sea débil. Se dispararon gases pero los franceses ya contaban con máscaras. Luego de otro esfuerzo heroico los alemanes vencen a unos desmoralizados franceses el 12 de julio, se dice que desde el fuerte ya se podían ver el pueblo de Verdún y sobre todo distinguir la catedral. La artillería francesa los hizo volverse y marchar, además el 1 de julio había dado inicio la Batalla de Somme y por ende tuvieron que desplegar artillería al norte. En ese momento también se produjeron cambios en los alemanes, pues Falkenhayn fue reemplazado por Hindenburg.
El desastre alemán, la pérdida de Douaumont
El alivio en Verdún tras abrir otro frente de batalla en Somme, fue grande y esto le permitió a los franceses lanzar una ofensiva en octubre de 1916. Nivelle parecía todo un experto en el uso de artillería. El 24 de octubre luego de un contundente ataque francés, los alemanes abandonan Douaumont y su debilidad se hizo evidente cuando el Fuerte Vaux también fue evacuado el 2 de noviembre, siempre bajo el fuego enemigo. Eso representó el golpe de muerte para los alemanes. Pues el resto del mes los aliados fueron mermando poco a poco sus líneas, hasta que el 15 de diciembre un ataque de los generales Nivelle y Mangin los obligaron a retroceder hasta sus posiciones iniciales en febrero. En algo así de 36 horas de combate los aliados tomaron casi 12 mil prisioneros y 115 piezas de artillería. La colina Mort Homme fue tomada el año siguiente y en realidad, todo Verdún se tornó un pequeño frente de riñas en los siguientes años de guerra, de inactividad, de guerra de posiciones, estática, con algunos enfrentamientos aislados.
En dichas tierras perdieron la vida casi un cuarto de millón de soldados entre alemanes y aliados, así como medio millón más heridos. Unas cifras escandalosas y espeluznantes, no en vano existe hoy en día un homenaje a todos los que allí murieron y los miles que quedaron sin identificar. Esta batalla significó el segundo gran fracaso alemán en el frente occidental, al final las palabras de Neville se habían cumplido: “No pasarán”.