Al fin, pudimos disfrutar de las vacaciones que llevábamos tanto tiempo esperando. El año pasado, me dieron las vacaciones a principios de Junio, por lo que la temperatura no era todavía lo suficientemente alta como poder darnos un chapuzón. De hecho, en la piscina sólo había unas cuatro personas y yo. Parecía que estábamos compitiendo por ver quién daba más tiritones. Mi niño tuvo que conformarse con jugar en el césped y poco más. Incluso la piscina de niños, que siempre está calentita, estaba muy fría.
Este año, como he podido elegir la fecha de las vacaciones, la cosa ha cambiado. Y por cambiar, lo ha hecho hasta la palabra vacaciones. Piensa en vacaciones. ¿Qué es lo primero que se te pasa por la cabeza?
Tal vez estés pensando en madrugar para salir a hacer un poco de deporte; estar tumbado en una hamaca leyendo mientras te bronceas, con la playa o la piscina de fondo; noches de charlas entre amigos sentados en una terraza mientras tomáis algo; o en dar paseos por la orilla del mar… En definitiva, esas actividades relajadas que suelen hacerse cuando tienes unos días libres en los que puedes descansar.
Los que son padres ya estarán a carcajadas y los que están en camino… disfrutad de ese estilo de vacaciones todo lo que podáis, antes de añadirle la palabra paternidada vacaciones.
¿Qué ocurre con las vacaciones con niños?
Si todavía te quedan dudas, te contaré algunas cosas sobre cómo son las vacaciones con un niño de dos años, mi niño, que, aparentemente, es muy tranquilo. El año pasado, no andaba todavía y comía purés, por lo que todo era más fácil de controlar. Con dos años… llévate unos zapatos cómodos, vas a necesitarlos.
Nos hemos quedado en un hotel que podría ser como un pueblo. Dentro del recinto, hay calles, varias piscinas y restaurantes y las habitaciones son como adosados, todos en planta baja. Bien, pues el polluelo se revoloteaba todo el recinto corriendo. En cuanto salíamos de la habitación, soltaba nuestra mano y echaba a correr. No se dirigía a ningún lugar en concreto, pero él corría y corría. Y claro, allá que iba yo detrás de él, pero con distancia, para ver qué hacía. Puedo decirte que he recorrido la misma distancia detrás de él que cuando trabajo repartiendo mercancía, sobre ocho kilómetros diarios, contados por un reloj de estos que cuentan los pasos. Ya cuando se aburría de correr, le daba por venir hacia mí y me soltaba “¡hola, papá!”. Vamos, como sorprendiéndose, como diciendo: qué casualidad, ¿tú también estás paseando por aquí?
Si hablamos de alguien sorprendido, puedo mencionarte a una niña inglesa que estaba cenando cerca de nuestra mesa. Mi hijo, cuando va a hablar con alguien, saluda y tienes que echarle cuenta, devolviéndole el saludo. De lo contrario, puede decirte holaveinte veces hasta que le respondas. No eches a correr como hizo la niña, ya que él también lo hará detrás de ti, acompañándote y saludándote a la vez 😅😅. Si no llego a traérmelo a nuestra mesa, todavía estaría en la misma situación.
Respecto a la comida, hemos intentado que fuera lo más equilibrada posible. Difícil esto porque en un buffet libre, pruebas de todo y todo lo quiere el niño al ver que tú comes eso, pero bueno. En ese aspecto hemos mejorado considerablemente, sólo nos queda pulir el uso de la servilleta en vez de usar la camiseta y que la comida no se aplasta cuando ya no se quiere comer más. Además, se ha vuelto muy fino. No vayas a darle salmorejo con trozos de huevo o jamón, así como sandía con alguna semilla. Te lo escupirá en cuanto se note ese intruso en la boca. Él es más de texturas únicas, por decirlo de alguna forma.
En cuanto a la piscina, el niño estuvo encantado en el agua. Había piscinas con toboganes para niños, así que puedes imaginar cómo pasaba el tiempo allí, subiendo una y otra vez y organizando el cotarro: ahora te toca a ti, ahora me toca a mí. Todos los días estaba deseando volver a la piscina para seguir jugando allí. También algún que otro baño ha caído en la piscina de adultos, donde no ha aprendido a nadar, lógicamente, pero sí a mover los pies y algo parece que se desplaza. Dejaremos para el próximo año el perfeccionamiento y le enseñaremos a mover los brazos también, ya que este año los tenía ocupados agarrándonos para no hundirse.
¿Echas de menos las vacaciones en pareja?
Las vacaciones que vienen ahora teniendo niños no son peores que las vacaciones en pareja. Al menos, para mí. Sí es cierto que son muy diferentes, ya que nosotros solíamos hacer muchos kilómetros visitando ciudades y era un ritmo acelerado que con un niño no puedes llevar. Ahora, hay que tomárselo de forma más relajada y atender al pequeño, además de cumplir ciertos horarios, no como antes, que íbamos más a nuestra bola.
Lo que sí puedo decirte con sinceridad es que no cambiaría las vacaciones con niños. Sí, son totalmente diferentes a las vividas hasta ahora, pero disfrutas tanto de vivir esos momentos con hijos que no echas de menos el otro tipo de turismo.
¿A ti los niños también te han cambiado drásticamente el concepto vacaciones? ¿Cuáles prefieres tú?