Paul Freeman "Heroics"
Aida Acero Marquina
En su día se mencionó por aquí cierto ejército que contaba entre sus filas con parejas de amantes homosexuales. Así que esta vez toca contar cómo, según palabras de Plutarco: “un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible”, y se enfrenta al ejército de Esparta derrotándolo en tres ocasiones, sustituyendo a dicha nación como potencia hegemónica griega. (Puede que hasta resulte instructivo para los estrategas del Siglo XXI que menosprecian al soldado gay.)
Cuentan que Epaminondas, rey Tebano, tras un golpe de estado emprendió la conquista de la Hélade para unificarla de nuevo como una nueva Grecia. Epaminondas fue criticado por sus coetáneos porque no se le conocía mujer y menos descendencia. Lo cierto es que Epaminondas era homosexual y que había tenido varios amantes varones.
Quizá fuera su experiencia en campos de amor y de batalla la que le hizo combinarlos para llevar a la gloria al ejército de Tebas. Así que creó un destacamento de hombres que mantenían una estrecha relación entre sí. En un principio dicha unidad estaría repartida entre el resto reforzándolas, pero al final acabó siendo un único cuerpo de élite bautizado como “El Batallón Sagrado de Tebas”. Ciento cincuenta parejas homosexuales conjugando amor y gloria bajo las órdenes del comandante Górgidas, quien había sido compañero de Epaminondas.
El verlo descrito como “compañero” incita a reflexionar si entre ellos hubo algo más ya que este era uno de los términos para definir a los amantes. Igual que los griegos, ellos también “institucionalizaron” la pareja homosexual. En vez de “erómenos” y “erastés”, ellos se denominaban “heniochoi” (conductor) y “paraibatai” (compañero). El conductor era el de mayor edad y guiaba a su compañero más joven en la batalla.
Después de la victoria contra Esparta en la batalla de Tegira, fue cuando dicha unidad se constituyó como único batallón, funcionando como guardia personal de Pelópidas. Aquella victoria no sólo pasó a la historia por la derrota infligida por un contingente considerablemente menor, sino porque fue la primera vez que el ejército espartano fue vencido en combate.
Cuentan que esta batalla se produjo tras un intento de retirada al conocer Pelópidas que la ciudad, Orcómeno, se encontraba temporalmente descuidada y por tanto se disponía a conquistar. Aunque iba a ser reforzada de forma inminente por el ejército espartano. Al retirar a sus tropas, se encontraron con las filas enemigas que habían salido de dicha ciudad en misión de exploración dejándola a merced de Tebas. Pillado en su renuncio, no tuvo otra elección que enfrentar los trescientos corazones tebanos contra las casi mil ochocientas lanzas espartanas, si no quería volver y enfrentarse al grueso en Orcómeno.
Fue en esta contienda donde las palabras de Plutarco acerca del ánima de los amantes en el campo de batalla cobraron sentido:
Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible, ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.
(No sólo es el orgullo del combatiente ante la vista de su amado, si además pensamos en el dolor que suscita ver a tu amor atravesado por una lanza y las ansias de venganza que produce semejante desgarro en el alma.) A partir de esta victoria, el batallón quedó constituido como tal, y durante treinta tres años se mantuvo como pieza clave de la infantería griega. Venció a Esparta de forma continuada en batallas tan decisivas como la de Leuctra y Mantinea. De esta manera, Epaminondas vio sus objetivos logrados sustituyendo a Esparta a la cabeza de la Hélade y redibujando el mapa político de Grecia. Situación que no duraría mucho tras su muerte. (Incluso dicen que fue el principal instigador de la marcha de Esparta contra Atenas y su posterior adhesión).
La única derrota del Batallón Sagrado de Tebas se produjo en la Batalla de Queronea. Contextualizar esta lucha implica dar una extensa explicación sobre las guerras sagradas y los diferentes asuntos políticos que van más allá del interés que nos compete. Abreviando, resulta que Filipo II de Macedonia estaba de campaña intentado dominar Grecia como retaguardia segura frente a su posterior conquista persa y Atenas. Tebas más otras polis, se alzaron en coalición contra esa fuerza que amenazaba su libertad.
De poco les sirvió la unidad, pues en esa batalla fueron derrotados consagrándose los Macedonios como nueva potencia dominante. El “Batallón Sagrado de Tebas” encontró su fin en dicha contienda. Dicen que los trescientos hombres perecieron en combate sin mover un ápice su posición permaneciendo firmes a pesar de que el resto de las fuerzas se batían en retirada. (En realidad se encontraron 254 esqueletos en una tumba comunal en Queronea desmintiendo esa cifra).
Fue el propio Filipo cuando al ver sus cuerpos amontonados y tras entender de quiénes se trataban, quien exclamó: “Perezca el hombre que sospeche que estos hombres o sufrieron o hicieron algo inapropiadamente”. Reconociendo así el mérito de los guerreros. Y no era para menos puesto que su propio hijo Alejandro Magno compartiría en su gobierno las pasiones de los trescientos de Tebas, equilibrando sus conquistas en la balanza del amor y de la guerra.
Aida Acero Marquina
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