Cuando recientemente visité Japón, fui testigo del 66º ciclo de un ritual que empezó hace más de 13 siglos.
Vi a la princesa heredera Masako liderar una procesión de sacerdotes sintoístas que cargaban tesoros del templo viejo al nuevo.
En Ise, desde por lo menos el siglo VII y cada 20 años, reconstruyen el gran altar Jingu con postes y madera.
Como parte del ritual sintoísta, esto no solo mantiene intacta la estructura pese a estar hecha de materiales relativamente efímeros, sino que le permite al constructor maestro del templo formar a la siguiente generación.
Un reloj para la posteridad
Durante las últimas dos décadas, he estado trabajando en The Long Now Foundation (la fundación del largo ahora) junto al científico informático Danny Hillis y un equipo de ingenieros para construir un reloj de 10.000 años de tamaño monumental como ícono del pensamiento a largo plazo.
La idea es crear una provocación lo suficientemente grande tanto en escala como en el tiempo para que, cuando nos veamos confrontada a ella, nos tengamos que implicar en nuestro futuro.
Construir una máquina para que dure 10.000 años requirió sumergirse en la historia y el presente para ver cómo perduran los artefactos.
Podemos hacer que la maquinaria del reloj sea más lenta para que no se desgaste tanto, pero ¿qué pasa con los materiales y la ubicación?
En los últimos 20 años he estudiado cómo han perdurado otras estructuras y sistemas en el tiempo, y he visitado todas las que he podido.
Algunos objetos se conservaron simplemente por estar perdidos o enterrados, algunos sobrevivieron a plena luz por su tamaño, otros experimentaron estrategias mucho más sutiles.
Pocos objetos hechos por el ser humano duran algo más que unos siglos, mucho menos milenios.
Historias, mitos, religiones, algunas instituciones así como estructuras y artefactos han durado milenios.
La mayoría de estos no fueron construidos con la intención de la longevidad extrema, sino que son accidentes de la historia.
Esfuerzos más recientes como lugares para depositar desechos nucleares, almacenes genealógicos y criptas de semillas fueron diseñados explícitamente para durar miles o incluso cientos de miles de años.
Hay una serie de lecciones que podemos aprender del pasado y el presente, desde asuntos materiales y de ingeniería hasta cuestiones ideológicas.
Hablaré sobre varias de ellas y sobre cómo han influido en nuestro trabajo en el reloj de los 10.000 años.
Objetos perdidos
Algunos de los objetos más únicos y significativos de la historia han sobrevivido no intencionadamente sino gracias a que fueron perdidos y hallados en un determinado momento.
Los pergaminos del mar Muerto, la piedra Rossetta y el mecanismo de Anticitera nunca habrían llegado a la era moderna si no se hubieran perdido antes.
El mecanismo de Anticitera ha sido especialmente interesante para mí porque también era un reloj planetario, siglos por delante de su tiempo. Fue descubierto como piezas de engranaje oxidado en los restos de un barco naufragado hace más de 2.000 años cerca de Anticitera, Grecia.
No se ha encontrado un dispositivo similar de esa era. Su manufactura, comprensión de los eventos celestiales y engranaje son notables en el sentido de que muchas de sus ideas y principios mecánicos no se volverían a ver hasta que Europa emergió de la edad oscura unos 1.300 años después.
Además, se debieron de necesitar muchas repeticiones para construir un artefacto así, por lo que es un misterio el hecho de que no tengamos otros ejemplos.
Claramente, la única razón por la que este sobrevivió es que se perdió. Pero incluso después de ser encontrado, languideció durante décadas en un almacén hasta que estudios de rayos X revelaron su verdadera complejidad y propósito como modelo astronómico.
La otra lección aprendida de nuestro proyecto del reloj de 10.000 años es que los objetos mecánicos son mucho mejores que los electrónicos como documentación.
Esta es una de las razones principales por las que estamos construyendo un gran aparato mecánico. Incluso si en 10.000 años solo sobreviven partes de él, es probable que las personas puedan determinar su propósito e incluso repararlo si es necesario.
Lugares remotos
Las ciudades pueden prosperar por más de 1.000 años, pero se renuevan cada década que pasa.
Por cada artefacto urbano que ha durado más de mil años, hay una lista innumerable de objetos destruidos por la guerra, cambios civiles o accidentes. Los lugares remotos generalmente crean mucha más oportunidad para la supervivencia a largo plazo.
Lugares espectaculares como Petra y Machu Picchu fueron preservados -casi con certeza- debido a su distancia de las ciudades.
Hace varios inviernos, viajé a la cripta mundial de almacén de semillas de Svalbard (océano Glacial Ártico), el lugar deshabitado más al norte en la Tierra.
Esta cámara acorazada se diseñó para durar más de 1.000 años como un repuesto de seguridad de las semillas de cultivo del mundo. Sin embargo, al construirlo, los diseñadores no se dieron cuenta de cómo fascinaría al mundo. No fue construido para ser visitado y tuvieron que decirles a quienes viajaban allí desde todas partes del globo que solo podían verlo por fuera.
En el caso de nuestro viaje lo planeamos para que coincidiera con una de las dos únicas veces al año que lo abren para depositar semillas.
Al firmar el libro de visitas, vi los nombres de delegaciones anteriores, que incluían personas como Jimmy Carter y Ban Ki-moon, y me di cuenta de que la lejanía del lugar hizo que fuera más interesante para el resto del mundo.
Como sede del reloj de 10.000 años hemos seleccionado un lugar en el lejano oeste, en Texas (EE.UU.), que está a horas de distancia de cualquier aeropuerto y requiere un día de senderismo para llegar a él.
Dado que el proyecto, está hecho para que las personas cambien su forma de concebir el tiempo, el lugar remoto aporta a la vez expectación y tiempo para procesar la visita, haciendo que el aislamiento sea tan crucial para sus cualidades míticas como lo es para su preservación.
Bajo tierra
Muchos de los artefactos mejor preservados probablemente pasaron la mayor parte del tiempo bajo tierra. El entorno subterráneo los protege de la luz solar y generalmente mantiene una temperatura muy estable. La subida y bajada de las temperaturas acelera la oxidación y el envejecimiento.
De hecho, cuando los fabricantes hacen pruebas de envejecimiento rápido para los materiales, lo suelen hacer mediante subidas y bajadas de la temperatura (y efectos químicos que veremos después).
Las tumbas ornamentales de Luxor, Egipto, pinturas rupestres como Lascaux en el suroeste francés, e incluso artefactos delicados como los pergaminos del mar Muerto fueron todos preservados bajo tierra durante miles de años.
No obstante, hay un serio obstáculo para el intento de preservar cosas bajo tierra: el agua.
He visitado lugares de desechos nucleares en EE.UU. y Europa, la cripta global de semillas y el Archivo Genealógico mormón, y en todos los casos están perdiendo la batalla para mantener el agua fuera.
A través de siglos y milenios, el agua siempre encuentra un camino. Los únicos casos exitosos que he visto se dan cuando se redirige el agua más que cuando se pretende bloquear.
Los antiguos arrozales de Asia son muestra de la eficacia de reconducir cuidadosamente el agua durante miles de años.
Construir el reloj de los 10.000 años bajo tierra es importante no solo para preservarlo sino también para registrar el tiempo.
Cuantos menos cambios de temperatura experimente un reloj mecánico, más preciso será.
Sin embargo, después de ver las dificultades con el agua en casi cada lugar subterráneo que he visitado, tuvimos que pensar muy cuidadosamente sobre cómo lo íbamos a hacer.
Nuestra localización bajo tierra está en una montaña para minimizar el área de drenaje que puede recolectar agua, pero todavía asumimos que el agua entrará. Para enfrentar esta eventualidad, nos aseguramos de que el agua no quedaría atrapada en ningún sitio y que podría escapar por lo más hondo del sitio.
Ya que no podemos detener el agua, podemos elegir hacia dónde redirigirla.
Materiales
Uno de los primeros científicos de materiales con los que hablé sobre cómo construir cosas que duren miles de años me dio una idea interesante: «Todo se está quemando, solo que a ritmos diferentes».
Lo que quiso decir es que lo que percibimos como envejecimiento es realmente oxidación, corrosión. Cuando nos imaginamos materiales que pueden durar miles de años, la mayoría de las personas pensamos en piedras o metales preciosos como el oro, porque no se oxidan fácilmente.
Pero incluso cuerpos humanos pueden ser preservados durante milenios si se almacenan en el entorno químico adecuado, como lo demuestran las momias de Egipto.
No hace mucho tiempo se encontró en Armenia un zapato de cuero perfectamente preservado de hace más de 5.500 años. A menudo, la longevidad de un material no depende tanto del objeto sino del entorno en el que se encuentra. En el caso del zapato de piel, estaba enterrado en una cueva y sellado en excremento de oveja, que crea el entorno anaeróbico perfecto de temperatura estable.