Revista Cultura y Ocio
Después de muchos meses sin utilizar esta sección hoy la rescato al comenzar la lectura de todo un clásico de la novela negra: El sueño eterno de Raymond Chandler. El libro andaba por casa desde hacía tiempo y, al ser de formato pequeño, es perfecto para leerlo en el bus de camino al trabajo.
Eran más o menos las once de un día nublado de mediados de octubre, y se tenía la sensación de que podía empezar a llover con fuerza pese a la limpidez del cielo en las estribaciones de la sierra. Me había puesto el traje azul añil, con camisa azul marino, corbata y pañuelo a juego en el bolsillo del pecho, zapatos negros, calcetines negros de lana con dibujos laterales de color azul marino. Iba bien arreglado, limpio, afeitado y sobrio y no me importaba nada que lo notase todo el mundo. Era sin duda lo que debe ser un detective privado bien vestido. Me disponía a visitar a cuatro millones de dólares.