Me suelen gustar más lo finalistas del premio Planeta que el ganador en sí, y por ese hecho me tenía por rarita, pero me he dado cuenta de que por la red pululan muchos de esos raros avis, así que no soy yo la única con gustos diferentes y a lo mejor el jurado del premio debería revisar un poquito que es lo que premia. Dicho esto os contaré que en un principio la novela no me apetecía nada, pero a fuerza de verla en todas las revistas de literatura, de leer entrevistas con la autora, y de leer alguna que otra reseña, que es vicio no se me quita por nada del mundo, me entró el gusanillo por conocer a esta mujer y como no leer El tiempo mientras tanto.
Titulo: El tiempo mientras tanto
Auto@: Carmen Amoraga
Editorial: Planeta
Páginas: 297
Notas: Finalista del premio Planeta 2010
" María José era una gran mujer que no tuvo suerte en la vida. A los dos mese no había otra cosa que le gustase más que la teta de su madre pero tuvo una bronconeumonía que la condenó al biberón ( ardía de fiebre a su madre se le cortó la leche del disgusto). A los cuatro años le detectaron reúma en la sangre ( no era grave, pero un practicante tan antipático que ni siquiera le hacía la broma de voy a usar una aguja invisible le tenía que poner inyecciones dolorosisimas una vez por semana). A los seis empezó a sufrir ataques de acetona ( nada del otro mundo, pero se convertía en la niña del exorcista cuando empezaba a vomitar). A los once pareció encontrar estabilidad en su molesta salud, pero a cambio le cogió gusto a comer y empezó a engordar. A los trece, coincidió en el ascensor con un vecino al que había visto al menos ciento cincuenta mil veces porque estudiaba séptimo en el mismo colegio en el que ella iba octavo, y porque vivían en el mismo edificio (es decir, toda la vida) y que siempre le había dado lo mismo, hasta ese día. El niño le preguntó a que piso vas, como si no lo supiera, y ella, muerta de vergüenza, le contesto al quinto. Era mentira."
Puedo afirmar y afirmo que las inyecciones para el reúma en la sangre son muy dolorosas, yo las tuve que padecer durante año y medio, todos los meses, tenía once años y todavía no he olvidado aquella sensación, mi practicante también era muy seco y cuando veía la cara de dolor que ponía decía, venga no seas blandengue, pero si no duelen... y yo le hubiera clavado una banderilla allí mismo para que supiera lo mucho que dolían... en fin, creo que si la autora no ha padecido reúma, alguien se lo ha contado con pelos y señales, porque a mi me muda de color la cara cuando pienso en ellas.