BBF#90
De momento, la cosa va bien. Ya te contaré qué me parece mi primera incursión en la novela negra que nos llega del frío. Nos seguimos leyendo.
El día empezó prometedor. Se había levantado temprano, antes que el resto de la familia, y logró salir a hurtadillas después de haberse vestido tan en silencio como pudo. Consiguió también llevarse el yelmo de caballero y la espada de madera, que ahora blandía alegremente mientras recorría a la carrera los cien metros que separaban la casa de la entrada del barranco llamado Kungsklyftan. Se detuvo un instante y miró con veneración la empinada grieta que se abría en medio de la montaña. Había dos metros entre las pétreas paredes que se erguían una decena de metros hasta el cielo, donde el sol estival empezaba a elevarse en ese momento. Tres grandes bloques de piedra habían quedado colgando para siempre en el centro del barranco y ofrecían un espectáculo imponente. Era un lugar que ejercía una fuerza de atracción mágica sobre un niño de seis años, y el hecho de que Kungsklyftan fuese territorio prohibido no le restaba atractivo precisamente. (“Los gritos del pasado”, Camila Läckberg)