BBF#116
El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. (“Las olas”, Virginia Woolf)Había pensado leer Orlando en vez de Las olas pero cuando los vi juntos, pensé que este se adaptaba mejor a mi momento actual. Ya te contaré si he acertado. Nos seguimos leyendo.