Revista En Femenino

Be wild, my children!

Por Conmdemamá @CONMDEMAMI

Tal cual. Asalvajados. Nuestros hijos se están asalvajando rápido y, la verdad, ¡ME CHIFLA! No, no interpretéis "salvaje" en su versión peyorativa. Lo que quiero decir es que mis hijos se están asilvestrando y yo no puedo estar más feliz.
Hacía tiempo que queríamos que, al menos cuando están fuera de sus "obligaciones" diarias, llevarán un ritmo más relajado, más libre, más "de infancia". Y lo hemos conseguido. Si bien es cierto que ayuda mucho no vivir en la ciudad y que la luz del día en junio alargue hasta el infinito y más allá.
Dejar que sigan el ritmo natural del día ha permitido que nosotros también nos relajemos, disfrutemos de esos ratos de mirarlos jugar con sus amigos y no veamos el momento de entrar en casa a seguir con la marcha normal de baños, cenas y cama.
El primer día que nos dejamos llevar de esta manera, inevitablemente, había un pensamiento que ronroneaba todo el tiempo en mi cabeza, y muy seguramente, también en la de mi marido: "mañana hay cole, mañana hay cole, mañana hay cole...". Tras ver que a la mañana siguiente hubo cole igualmente, logramos arrancar el día con las mismas facilidades/dificultades que de normal... El segundo día de nuestro proceso de "asilvestramiento" la vocecita dichosa ya no se oía, o yo no la escuchaba.
Nuestro nivel de "rebeldía" ha llegado al punto de seguir de "picos pardos" a la hora en que hace un mes estaban acostándose casi, o al menos a punto de hacerlo. ¿Y? Pues nada, ¡que es fantástico! Que a fuerza de dejar a los peques exprimir los últimos rayos de sol del día, yo estoy cargando las pilas de tal manera que tengo la impresión de estar de vacaciones, y ellos... ¡Ellos no pueden estar más felices!
Ojo, cuidado, no vayáis a pensar que de repente la anarquía se ha venido a reinar a casa y esto es un despiporre de normas. Nada más lejos. Sigo siendo partidaria de establecer límites, siempre desde el amor. Pero es verdad que "relajarse" en ciertos aspectos, como los horarios, ahora que estamos de lleno metidos en el buen tiempo y que huele más a vacaciones que a obligaciones, nos está dando mucho juego. Tiene lógica que sea ahora y no en invierno, que es cuando a las seis deja de haber luz y hace suficiente frío como para que nuestros hijos sean los primeros en querer estar en casita.
También es verdad que el hecho de vivir en un pueblo, o a las afueras de él, te contagia del ritmo que aquí se lleva, y eso me hace reafirmarme en que dejar la city ha sido, sin duda, el mayor acierto. En los pueblos se sigue saliendo a la plaza a jugar, la gente se saluda por la calle aunque no se conozca de nada, los niños estiran las horas con el sol, los niños mayores interactúan con los pequeños y los cuidan, y éstos los miran embobados queriendo empaparse de todo lo que saben pero sin ser conscientes de la diferencia de edad...
Viváis fuera o en la ciudad, las horas de sol las compartimos, así que os invito a acompañarlo hasta su hora de retirada, a exprimir la luz, a relajar horarios, a beberos el día con pajita y no dejar ni una gota, a entrar tan justos de tiempo en casa que toca improvisar la cena, a aprender que no pasa nada por ello, a sentaros en un banco mirando a vuestros peques "vivir"... Porque ya vendrán los días en que el frío nos invite a recogernos y tomarnos un chocolate caliente en casita, y serán muchos. Así que...

¡FELIZ CASI VERANO and BE WILD, MY FRIENDS!

CON M DE MAMÁ y W de WILD


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