Hace casi 10 días que Bebé cumplió 6 meses, una fecha que siempre es señalada no sólo porque marca el meridiano del primer y emocionante primer año de vida, sino porque en torno a los 5-6 meses los bebitos dan un cambio espectacular, porque se suele iniciar la alimentación complementaria, porque empiezan a interactuar de otra forma… Me pareció un gran momento con el Mayor y me lo parece ahora, igual que creo que con 9-10 meses dan también un salto muy importante y luego a los 14-15 meses.
En realidad, lo más destacable es que en la revisión pertinente la enfermera demostró, como yo ya esperaba, que todas esas historias que se cuentan sobre consejos nefastos sobre lactancia materna y alimentación complementaria no son bulos o historias para no dormir, sino que efectivamente se dan pésimos consejos en las mismas consultas pediátricas, a los que innumerables familias lamentablemente terminan picando.
Me dijo, así, con toda su buena intención – porque la mujer es amable y cariñosa -, y sin pestañear, que la leche materna había que irla retirando porque ya no alimentaba, que no queríamos que el niño adelgazara y bajara de percentil, que lo que alimenta es la alimentación complementaria, que lo que de verdad tenía alimento era la fruta y la verdura – por eso las dietas de adelgazamiento son de frutitas y ensalada, porque todos sabemos que tienen mucho alimento y engordan una barbaridad-.
Que para hacerlo bien, en torno a una hora o dos antes de las comidas no le diera el pecho, porque si no le llenaba y ya no iba a querer comer. Porque, claro, la teta la cogen con mucha ansia porque les encanta, pero que lo que tenía que hacer el niño era empezar a comer de verdad – porque debe ser que seis meses mamando en exclusiva no es comer de verdad -.
También me dijo que si no le había dado ningún complemento de leche artificial, que si estaba segura de que tenía leche suficiente. Como no sólo le dije que tenía leche para alimentar a medio vecindario sino que lo acompañé de un ejemplo práctico, pues la leche me salió disparada cuando le di el pecho a Bebé para consolarle del disgusto de las vacunas, me dijo el consabido pues qué suerte tienes, porque no todas tienen leche y a muchas se les acaba antes de los seis meses.
En fin, que todos los típicos tópicos reunidos en 5 minutos, que me desanimaron bastante pensando en tantas y tantas madres que se crean estas cosas porque vienen de una persona supuestamente profesional, cuando yo misma, tras una lactancia fallida y otra exitosa, puedo dar fe de lo perjudiciales que son estas afirmaciones.
Bebé anda por los 7.150 kg y los 64.5 cm, es decir, siguiendo su percentil correctamente como meses anteriores. Y, sí, es un percentil bajo, pero tan normal como estar en el percentil más alto de la tabla. Que, la verdad, en la calle pueden adorar a los bebés-bola, pero que en una consulta médica ya con 4 meses te anden insistiendo en que metas cereales para ver si sube de percentil, como si esto fuera una carrera porque todos llegaran a lo alto de la tabla, francamente no lo entiendo. Más aún cuando Bebé tiene sus buenas rosquillas, su buena tripa y unas patorras que jamás tuvo su hermano mayor, vamos, que delgado no está.
Me quedé con ganas de preguntarle a la pediatra si estaba al tanto de los consejos que da su enfermera, pero ya me dió apuro por lo mucho que nos estábamos enrollando con otros temas y viendo su entusiasmo por la lactancia materna, el porteo, y el respeto a los ritmos de cada niño, creo que no tiene ni idea de lo que se aconseja en la consulta de al lado.
Por su parte, Bebé, ajeno a todo esto, entró en pánico cuando la doctora empezó a reconocerle, mucho más que con las vacunas, tanto que la colita prácticamente le desapareció y los huevecillos se le subieron tanto que la pediatra ni se los encontraba. ¡Qué disgusto!.
De la hernia umbilical está mucho mejor, ya tiene el ombligo casi en su sitio.
Las frutas las ha acogido con muchas ganas, aunque desde que las está comiendo hace las cacas mucho más espesas y los primeros días estuvo quejicoso con gases. El agua no sabe para qué sirve y los cereales sin gluten que le doy por la noche parece que le gustan más con agua sola que con leche materna. Ha empezado a chuperretear algún trocito de pan, para ir probando un poquito de gluten durante al menos un mes, antes de introducirlo definitivamente. Y sigue mamando a demanda, lo que significa que mama muchísimas veces al día y, sobre todo, muchísimas veces durante la noche.
Las noches siguen más o menos igual. Las noches buenas duerme en intervalos de 2 horas más o menos. Las noches malas despierta cada 30-60 minutos y a veces ya no vale sólo con la teta, le tengo que pasear por toda la habitación. Por norma, todas las noches, sean buenas o no, se despierta muchas veces durante las primeras horas y va alargando los intervalos conforme nos acercamos a las 3 ó las 4 de la mañana.
La única novedad respecto al sueño, y creo que es muy esperanzadora, es que ha conseguido, de forma puntual, quedarse dormido por sí solo. Sin brazos, sin pecho, sin ser porteado. Simplemente estando tumbado, cerrar los ojos y quedarse dormido. Seis meses y cinco días tenía el día que le dejé en la cama para darle el pecho y no me dió tiempo ni a subirme la camiseta porque ya se había dormido. Incluso alguna vez ha conseguido dormirse sólo en uno de esos micro-despertares que tiene.
Así que creo que hay luz al final del túnel. Soy consciente de que Bebé tiene pinta de ser de esos niños que con 2-3 años se siguen despertando varias veces durante la noche, pero observo que va evolucionando a su ritmo y espero que en algún momento esos intervalos vayan alargándose. Lo que está claro es que, entre otras razones, Bebé disfruta y necesita la lactancia materna y su naturaleza le indica lo que tiene hacer: mamar en abundancia durante toda la noche para garantizar la producción del día siguiente. Así que tengo el convencimiento de que hace lo correcto y de que, tristemente, este periodo pasará como pasan todos. Parece una tontería, pero me anima pensarlo, porque sé que el día que esto me falte, lo voy a echar muchísimo de menos.
Por lo demás, Bebé está mucho más espabilado de lo que estaba su hermano con la misma edad. Todo el día de pie, no hay quien le siente, le queda poco para gatear, se pone de pie o de rodillas si encuentra algún apoyo, incluso da algún pasito si le agarramos, estando boca abajo se ha sentado varias veces por si solo… Y ya quiere jugar, sobre todo con su hermano, al que adora, al que sonríe más que nadie y con el que se parte de la risa – ¡nos está dejando unos vídeos caseros bárbaros!-.
¡Cómo pasa el tiempo!…