Cuando me quedé embarazada no fueron pocos los que nos preguntaron qué ibamos a hacer con nuestra perrita cuando naciera nuestra pequeña Patatita. Pues qué ibamos a hacer, seguir viviendo con ella como hasta el momento.
Keka, que es como se llama, fue el regalo de bodas que nos hizo uno de nuestros mejores amigos. Tanto mi marido como yo siempre habíamos querido tener un perro, pero nunca habíamos podido. Cuando nos fuimos a vivir juntos nos lo planteamos, y estuvimos mirando que tipo de perro podría ser el más adecuado para nosotros. Los carlinos eran los ideales, tremendamente cariñosos, pequeños, por su constitución no necesitan grandes paseos, y dicen que son especialmente cariñosos con los niños. Sin embargo no nos decidíamos a adoptar uno, ya que tener un perro supone una gran responsabilidad.Así que un mes antes de casarnos nuestro amigo con la excusa de ir a ver unas piezas para su moto se llevó a mi marido a recoger a la pequeña perrita. Imaginaos la cara que se me quedó cuando los ví llegar a casa con la cachorrita!! Keka cumple con todas las expectativas que teniamos con los carlinos y más. Hasta ahora ha sido prácticamente la niña de la casa dándonos un montón de cariño y alegrías.
Los últimos meses de embarazo estuve leyendo como sería la mejor manera para que la perra se adaptara a la llegada de la pequeña bebé y ví que lo mejor era seguir haciéndola caso, pero un poquito menos, de manera que al nacer la pequeña Patatita y requerir de mi atención prácticamente en exclusiva, la perra no se sintiera excluida. Así lo hicimos, los últimos meses mi marido se hacía más cargo de Keka y yo me quedaba algo más al margen. También probé a poner archivos de audio de lloros de bebé y no reaccionaba mal.
Los días que estuvimos en el hospital tras el nacimiento de la Patatita, Keka los pasó en casa de una mis cuñadas. Al día siguiente de volver del hospital la recogimos para que acostumbrara lo antes posible a la nueva situación. La verdad es que las 2 primeras semanas lo pasó un poco mal. Cuando la pequeña Patatita lloraba, Keka se ponía nerviosa y corría y ladraba por toda la casa. Lo de los archivos de audio de lloros no le habían servido de mucho... Si veía a la bebé en nuestros brazos no parecía afectarle, pero si veía que se movía encima de la cama la ladraba un poco. Sin embargo todos los ladridos eran más bien de aviso y nunca gruñó a la pequeña.
Pasadas un par de semanas se acostumbró y dejó de ladrar. A partir de entonces nos sigue fielmente a la niña y a mí por toda la casa. Hasta tal punto llega su seguimiento, que si sale a pasear sola con mi marido no pasa mucho más lejos del jardín que hay debajo de nuestra casa. Siempre que salimos pasea pegada a las ruedas del carrito!!!
Lo malo es que hasta ahora, al ser la niña tan pequeña apenas he podido hacer caso a Keka durante el día, limitando mis muestras de afecto hacia ella a por la noche cuando la Patatita está dormida. Pero esto ha empezado a cambiar. Como la peque empieza a sentir interés por todo aquello que le rodea, ese interés incluye a la perrita, así que hoy nos hemos sentado en el suelo y le hemos acariciado el lomo. Patatita estaba encantada y Keka se ha tumbado dócilmente en el suelo dejándose acariciar. Hasta se ha dejado tirar del rabo por la Pequeña, que paciencia...
Creo que hoy ha sido el comienzo de una gran amistad!!