Revista Cultura y Ocio
Beck ha vuelto, ha vuelto el gran Beck. Hace 6 años que editó Modern Guilt, y desde entonces este pequeño genio se lo ha tomado con calma, y esa calma ha merecido la pena. En este disco se ha rodeado de gente del calibre de Jack White, ahí es nada, pero además ha vuelto al estilo acústico que hizo en Sea change, aquel álbum de 2002, con sus cadencias, sus guitarras acústicas y destacando su voz. La diferencia entre ambos, es que aquí hay más atmósferas, más ambientes, y quizás el álbum no es tan lento. Beck Hansen ha hecho una apuesta por la base, y de momento se ha dejado de experimentos, que todo sea dicho de paso, hay veces que le quedan de lujo y otras no tanto. Las influencias del Neil Young más acústico están ahí, y de aquella conjunción de Crosby, Stills, Nash and Young como no. Gracias al amigo Nikochan, llevo disfrutando del mismo toda la semana.
Después de una Intro instrumental, titulada Cycle que no llega al minuto, empieza Morning, una preciosa y delicada pieza de reminiscencias hawaiianas, pero con ese aire etéreo y fantástico dónde Beck se mueve como pez en el agua y ciertos cambios que hacen del tema una joya. Heart is a drum destaca por las armonías vocales del genio, con curiosos samplers de sonidos que acompañan pero sin interferir en la melodía, pero si para embellecer el tema, además de tener un piano destacable en la segunda parte de la canción dónde coge cierta velocidad, gran tema. Say goodbye quizás sea el tema más profundamente acústico del disco, aquí las influencias si que salen a la luz, con ese aire a rythym & blues de la guitarra acústica, y la manera gloriosa de cantar del Sr. Hansen, para mi una canción de nivel superlativo, con ese banjo que le da el toque sureño. Blue Moon, como ya adelanté el otro día es una gozada, un tema precioso, de melodía, intenciones llevadas a cabo, con coros melodiosos y acertadísimos, una locura hecha realidad, el tema que me enganchó al disco por completo. Unforgiven parece como un descanso en el álbum, pero para mi lo que hace es coger fuerzas, con ese piano casi psicodélico al que la voz de Beck queda de lujo, y describe una melodía sombría. Wave, con esa introducción casi de banda sonora, nos abre quizás la canción más intimista y lenta del disco, que por momentos parece casi un tema de iglesia del siglo XV. Con Don't let it go el disco recupera mucho brío, tema eminentemente acústico y a la vez bien concebido en el que poco a poco se van metiendo la sección rítmica y los coros que acompañan a la voz. Blackbird chain vuelve a incidir en esas influencias del canadiense Young, un temazo como la copa de un pino dónde la voz de Beck es de esas que te encandilan, preciosa canción. Phase es el segundo interludio instrumental que nos acerca al trío final del disco. Turn away con la guitarra acústica y la voz dominando desde el principio con un aire a Simon & Garfunkel descomunal anuncian un tema bestial, de los temas más impactantes del disco. Country down es un excelente y maravilloso tema, de aires countries que me recuerda al mejor Tío Neil, con una melodía delicada y acertada, y con esa harmónica que es antología. Waking light cierra el disco a un nivel altísimo, con la voz de Beck en estado de gracia, atmósferas, ambientes y gran melodía.
En definitiva estamos antes uno de los grandes discos de este 2014, de esos que a las dos escuchas has caído rendido a su magia y ya no podrás desprenderte de él durante mucho tiempo. Gran regreso de este genio, al que ya echábamos de menos. Os dejo con el tema que cierra el disco, Waking light.
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