Beefeater London Market. Tienes que quererme

"El amor es como llevar un piano entre dos por una escalera. El que primero lo deja no sale herido"
(Fernando Senepart)
Tienes que quererme aunque tenga el mal gusto de publicar el post de un mercado al que ya no puedes ir.


Tienes que quererme aunque sea la única persona (exceptuando a Kim Bassinger) que, en palabras de mi hermana, es capaz de salir a la calle en combinación. Aunque yo me digne a abrigarla un poco con leggins y jersey de cuello vuelto negro, chaqueta de punto gris y botas granate.


Tienes que quererme aunque no lleve bolsos de Gucci ni joyas de Bulgari.
Tienes que quererme aunque saque fotos a extraños, solo porque me gustan los lazos de su vestido, los cuadros de la falda o el estrafalario color del pantalón.


Tienes que quererme aunque solo yo (y Paco Clavel) seamos capaces de complementar nuestros looks con complementos arriesgado: gafas, tocados imposibles y/o plumas.


Tienes que quererme aunque sea incapaz de tener (y mantener) una mascota a la que bajar a la calle a horas intempestivas y tenga que ver perritos y gatitos en cojines como éstos o en perfiles gatunos de Instagram.
Tienes que quererme aunque sea yo quien haya elevado la envidia a la categoría de pecado capital. Aunque sea capaz de matar por robar esa chaqueta roja a la chica que la mira con deseo (yo la ví primero). Aunque quiera levantar a ese chico del sillón del barbero para ser vintage hasta cortándome las puntas.

Y tienes que quererme aunque sea reincidente. Solo ha pasado una semana desde que olvidé mi cámara al ir a hacer fotos a un mercado... y lo he vuelto a hacer. Este es el segundo post en la breve historia de este blog ilustrado con fotos de móvil.


Así que no te queda más remedio. Tienes que quererme aunque sea un desastre. O puedes quererme porque soy un desastre. Tú eliges.