Revista Cultura y Ocio

Begastri, una ciudad episcopal

Por Legionixhispana

Cabezo Roenas. Cehegín, Murcia

Abd al-Aziz, hijo de Muza, hijo de Noseir a Teodomiro, hijo de Gabdus , en virtud de la cual queda convenido, y se le jura y promete por Dios y su Profeta (a quien Dios bendiga y salve) que tanto a él, como a cualquiera de los suyos, se les dejará en el mismo estado en que se hallen respecto del dominio libre de sus bienes; no serán muertos, ni reducidos a esclavitud, ni separados de sus hijos, ni de sus mujeres; se les permitirá el culto de su religión, y no serán incendiadas sus iglesias, ni privadas de su propiedad libre, en tanto que observe y cumpla fielmente lo que pactamos con él, a saber: que entregará por capitulación las siete ciudades, Auriola, Villena, Alicante, Muía, Begastro, Ello y Lorca; que no se dará hospitalidad a los que huyan de nosotros, ni a los que nos sean hostiles, ni se molestará a los que nos sean fieles adictos, ni nos ocultarán las noticias que tuvieren respecto de nuestros enemigos; que él y los suyos pagarán cada año un dinar, cuatro almudes de trigo, cuatro almudes de cebada, cuatro azumbres de vinagre, dos azumbres de miel y dos azumbres de aceite, y la mitad de esto los siervos. Fueron testigos. Otman, hijo de Abuabda, el Corcixí; Habib, hijo de Abuobaida, el Fihrí; Abdala, hijo de Meicera, el Falimí; y Abucain, el Hadalí; fué escrito en el mes de Racheb del año 94 de la hégira

Pacto de Teodomiro. Abril de 713.

Según narran las crónicas antiguas, el comes Teodomiro entabló batalla contra los musulmanes en los campos de Lorca. Derrotado, corrió a refugiarse tras los muros de la ciudad de Auriola (actual Orihuela), junto a los pocos supervivientes, mientras era perseguido por el ejército de Abd al-Aziz; esta era la única fortaleza cercana con garantías para resistir. Cuentan las leyendas como el visigodo, echando mano de su astucia e ingenio, y a falta de hombres que empuñaran un arma, ordenó vestir a las mujeres con ropa militar para que permanecieran apostadas en las diferentes torres y murallas a la vista de las huestes invasoras. Gracias a este ardid, hizo creer al hijo de Muza que la plaza permanecía bien guarnecida y que su deseada conquista le llevaría más tiempo del que el árabe disponía. Al poco, Teodomiro saldrá personalmente de la ciudad para parlamentar. Año 713, en la tienda de campaña del líder musulmán se redactará la carta de protección a favor de Orihuela y seis ciudades más.

Begastri, una ciudad episcopal

Parque Arqueológico de Begastri. Cehegín, Murcia.

La primera vez que leí este pasaje, me llamó mucho la atención el hecho que, entre las ciudades mencionadas en el pacto de no agresión, no figurara la siempre importante e histórica Carthago Nova. Es más, en su día me pregunté por qué Teodomiro buscaría protección en la fortaleza de Orihuela cuando la capital de la antigua Carthaginense siempre había contado con importantes defensas desde los tiempos de Asdrúbal y su fundación.

Siete son las ciudades mencionadas en el denominado Pacto de Teodomiro, de las cuales seis parecen coincidir en las cuatro versiones conservadas y una sola es la que varía. En ellas se nombra a Begastri, pero en ningún caso a Cartagena. ¿Cuál pudo ser el motivo? ¿Qué hechos sucedieron a lo largo de la historia para que una merezca tal distinción y la otra, por el contrario, deje de tenerlo? ¿Pudo existir alguna relación entre ambas ciudades? A lo largo del presente artículo intentaré desarrollar una respuesta a estas cuestiones tan interesantes, aunque, desgraciadamente, siempre caminando sobre la delgada línea de la hipótesis y la conjetura.

Begastri, una ciudad episcopal

La Dama de Cehegín. Figura femenina con espejo en majo izquierda y un vaso en la derecha, motivos vinculados al mundo funerario. Siglo III d.C. Formando parte de la exposición Begastri, un antes y un después. Museo Arqueológico de Cehegín.

Begastri, ciudad asentada en el cerro Cabezo Roenas (actual municipio de Cehegín), entre fértiles valles regados por ríos caudalosos, que a lo largo de sus siglos vio pasar innumerables culturas hasta constituirse en un oppida íbero construido en altura. Durante el periodo republicano, tras la conquista romana, esta ciudad mantuvo inalterado su urbanismo nativo y sólo a partir del reinado de Augusto es cuando verdaderamente se verá reestructurado. Es más, ciertas costumbres indígenas bien arraigadas entre la población, como pudieron ser las prácticas cultuales, seguirán practicándose con el paso de los años, al margen de la oficial impuesta en otras partes de la Península.

Aunque este núcleo urbano se convirtiera en el centro principal de su entorno, no dejó de ser una mera ciudad de carácter menor; sólo logrará su municipalidad hasta bien avanzado el periodo imperial. El cambio de estatuto jurídico se producirá hacia el año 212 con la Constitutio Antoniana, momento a partir del cual el emperador Caracalla concederá la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. Tal vez este momento coincidiera con un periodo de bonanza en la pequeña ciudad hispanoromana.

De la evolución de Carthago Nova, y para sorpresa de muchos, debemos tener bien presente que la ciudad sufrirá un proceso generalizado de decadencia en fechas bien tempranas, entre finales del siglo II y comienzos del siglo III d.C. Desaparecida su principal fuente de riqueza, la minería, la capacidad financiera quedará muy resentida. La élite, tan interesada por las promociones sociales, deja de apostar por la rehabilitación de las infraestructuras públicas como objetivo político y decide trasladarse a las villas rústicas. Esta nueva situación conllevará continuos deterioros de edificios y calzadas que darán paso a derrumbes, desplomes y, finalmente, al abandono de las funciones para las que fueron concebidos.

Begastri, una ciudad episcopal

Barrio de viviendas. Núcleo de cuatro edificaciones romanas, planta rectangular, dispuestas a lo largo de una calle. Estas habitaciones fueron reutilizadas en épocas tardías, compartiendo el espacio interior con muros de peor calidad y el reaprovechamiento de espacios como sepulturas. Parque Arqueológico de Begastri. Cehegín, Murcia.

Hemos entrado en un periodo de enorme inestabilidad, inseguridad y terror en toda Hispania. A mediados del siglo III d.C. se van a producir las primeras invasiones de los pueblos francos en la Península. Salios y alamanes atravesarán los Pirineos y, siguiendo la vía Heráclea, saquearán y destruirán cuanta ciudad y villa de la Tarraconense, Cartaginense y Bética encuentren a su paso. Antes de iniciar el tercer cuarto del mismo siglo se produce una segunda oleada de francos y alamanes, pero, en esta ocasión, a través de las rutas del norte que los conducirán hasta la provincia de la Lusitania.

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Fragmento Sarcófago de Adán. Elaborado en taller romano donde se ilustra parte del pasaje de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. Adán se cubre con hojas de higuera mientras el Ángel le señala la puerta para su expulsión. Primer cuarto del Siglo IV d.C. Formando parte de la exposición Begastri, un antes y un después. Museo Arqueológico de Cehegín.

Begastri fue siempre una pequeña, pero floreciente ciudad durante el Bajo Imperio dedicada a la agricultura y a la ganadería. Contaba con un amplio territorio dependiente, pero muy poco poblado. Apenas existía presencia de ciudades próximas, sólo villas rurales dispersas y otras agrupadas a lo largo de los caminos. El dato que sí habría que destacar para este periodo convulso es la existencia de una comunidad cristiana con cierto grado de poder económico capaz de importar sarcófagos, de exquisito gusto y refinamiento, desde la propia Roma.

Los fragmentos de mármol hallados en Cabezo Roenas, datados entre los años 320 y 340, nos informan de la presencia de una población cristiana bien temprana. Ya se detecta en el siglo III d.C. cierto grado de nuevo culto religioso, aunque sus primeras manifestaciones plenamente abiertas no llegarán hasta transcurridos los años de las reformas constantinas. A partir de entonces es cuando verdaderamente se empieza a configurar una nueva organización territorial del espacio religioso de Begastri, siempre en convivencia con el paganismo.

Para algunos autores, la incipiente y temprana presencia del cristianismo en la pequeña ciudad murciana ha llevado a plantear que la sede episcopal begastrense se iniciara, realmente, durante el periodo paleocristiano, entre los siglos IV y V d.C. Sea cierta o no esta hipótesis, lo que sí es seguro es que, a partir de las fechas señaladas y con una población cristiana de relevante poder adquisitivo, se inaugura una época de esplendor en Begastri que terminará alcanzando su apogeo en el reino visigodo.

Begastri, una ciudad episcopal

Cabezo Roenas. Restos de la antigua ciudad visigoda de Begastri. Cehegín, Murcia.

En cambio, sólo a mediados del siglo IV es cuando se empiezan a intuir los primeros testimonios reales de cristianos en la sociedad local cartaginense ligados a procesos de militarización y opresión económica y fiscal, los cuales irán aparejados con cambios en la actividad religiosa. Los monjes cristianos de fuerte personalidad, los llamados hombres sagrados, irrumpirán en el panorama de la época e impondrán una sacralización de todos los aspectos de la vida cotidiana.

A partir de la segunda mitad del siglo IV d.C., el declive que se viene padeciendo de centurias anteriores, nos presentará una ciudad, Carthago Nova, completamente distinta a como la recordamos de su periodo altoimperial. Obligada a reducir su perímetro urbano, la población se agrupará en los espacios próximos al puerto. Sí que se aprecia cierta regeneración económica ante la capitalidad cartaginiense promocionada por Diocleciano a finales del siglo III d.C., aunque resultará insuficiente.

Los barrios instalados en las laderas de los cerros son abandonados y la población se concentra en el interior de las murallas como consecuencia de las últimas incursiones. Se reutilizan los espacios porticados próximos a las áreas portuarias para convertirlos en nuevas viviendas; las fosas y vertederos, improvisaciones en las estancias de las viejas domus, se harán comunes.

Begastri, una ciudad episcopal

Ruinas de Begastri. Parque Arqueológico de Begastri. Cehegín, Murcia.

Este sería, más o menos, el aspecto que presentara la antigua ciudad de Carthago Nova durante el primer cuarto del siglo V d.C., periodo en el que se produce la llegada de las tribus bárbaras (vándalos y alanos) venidos del Norte y, a continuación, los pueblos godos (pulsa aquí para conocer mejor su historia). En el caso de las incursiones germanas sobre la antigua Cartagena, la ciudad pudo resistir detrás de sus muros, por lo que los ataques y rapiñas bárbaras se concentraron en las zonas más vulnerables de la costa como fueron las explotaciones pesqueras y salineras próximas a la ciudad.

Fue precisamente en este periodo cuando se erigió la enorme defensa de Begastri a fin de proteger su acrópolis; una gran muralla de cinco metros de grosor y altura considerable destinada a cerrar la cumbre de Cabezo Roenas. Dicha obra fue levantada con toda urgencia, reutilizando las esculturas de la ciudad y todos aquellos materiales de edificios preexistentes que se demolieron para tal fin.

Begastri, una ciudad episcopal

Primer plano de la muralla monumental de Begastri. Parque Arqueológico de Begastri. Cehegín, Murcia.

En principio, con la instauración del poder visigodo se impondrá cierta estabilidad en la Península. Para el caso de Carthago Nova, por ejemplo, se produce un nuevo impulso urbanístico motivado por la reactivación económica que no pudo ser completada desde la reforma administrativa de Diocleciano. En las zonas próximas al puerto se construyen talleres y almazaras y se acondiciona el desuso teatro a modo de mercado, ahora como un lugar reservado a la actividad comercial.

A nivel religioso, empiezan a aparecer las cruces monogramáticas utilizadas en las consagraciones de iglesias y altares. Realmente, este tipo de simbología cristiana se hizo común en las necrópolis tardorromanas del siglo IV d.C.; lo que se añade durante los siglos V-VI d.C. es el símbolo alfa y los brazos.

Continuará.

Notas

De las cuatro versiones que se conservan del pacto suscrito por Teodomiro y redactado por Abdelaziz, hijo de Muza, tras la invasión musulmana del 711, he decidido apoyarme en el texto transmitido por Ibn Adali que hace mención explícita de Begastri. Aunque la mayoría de las ciudades citadas en este acuerdo se mantienen constantes, esta última siempre ha tenido difícil interpretación. Sólo con el conocimiento de las distintas actas firmadas en los concilios toledanos del siglo VII d.C. y el hallazgo de un epígrafe en las inmediaciones del Cabezo Roenas en el que se lee RES PUBLICA BEGASTRENSIUM, podemos concluir que Begastri llegó a convertirse en una ciudad importante durante el periodo visigodo, motivo por el cual sería incluida en el pacto firmado por Teodomiro.

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