

Aunque simplón, la narrativa que nos propone Carney, lo convierte en una delicia para los sentidos. La trama bien adornada de grandes momentos musicales, nos lleva desde un principio dramático y en cierta manera pesimista, hacia un comedia ligera de buenrollismo que te pone las pilas y acabes con un subidón de optimismo al terminar de ver la película.

Si sois de los que renunciáis de las películas musicales, esta puede ser una buena excepción para empezar a verlas de otra manera. La música que aparece, no es parte de la trama, sino que te permite asistir a pequeñas interpretaciones, que son grandes momentos en la película. Es decir, la música no narra (aunque en cierta manera las letras tienen su significado), y esta para el disfrute del espectador.

P.D. Para muestra os dejo con uno de los temas principales de la película, Lost Star en la versión interpretada por Keira Knigthley (sí, es ella la que canta).