No por nada son legendarios. Por su origen, en primer lugar, pero también por su capacidad de seguir vigentes y poder ser resignificados aún con décadas y décadas de nefastas versiones televisivas y cinematográficas. Cuando los apocalípticos le daban la extremaunción a las historias sobre vampiros, fantasmas y hombres lobo, cuando el mundo parecía demasiado futurista con sus netbooks, iPads y Blackberrys para volver a contar el cuento del lobo feroz… apareció Being Human para cerrar unas cuantas bocas (y hocicos).
Vamos a lo concreto. Being Human habla de los problemas humanos de un grupito de monstruos. O, visto de otro modo, de los problemas sobrenaturales de tres amigos, clase media baja trabajadora de Inglaterra, con algunas particularidades personales pero jóvenes al fin.
Estos tres chicos no son otra cosa que un hombre lobo tímido, un vampiro sociópata y una fantasma maníaco depresiva. Los dos primeros buscan un hogar y lo encuentran en la última morada de la tercera. Así, lo que podría convertirse en una sitcom del montón, es en realidad una serie primordialmente dramática, con toques del buen humor negro/absurdo inglés y tramas que a veces retratan un perfecto costumbrismo y, otras, conflictos tan serios, tan graves, que generan un contrapunto que nos pone ante una serie mucho, mucho mejor de lo que puede resumirse en una reseña. Pero lo intentaremos.
Los jóvenes de hoy en día
Being Human tiene un capítulo piloto y dos comienzos que son, en esencia, el mismo con algunas modificaciones. En 2008 la BBC dio el puntapié inicial a la historia de George, Mitchell, Annie y otras criaturas del bosque que por ese entonces eran interpretados por (el aún vigente) Russell Tovey y los apartados del elenco Guy Flanagan, Andrea Riseborough, Dominique McElligott y Adrian Lester.
Cuenta la vida del hombre lobo George y el vampiro Mitchell, quienes alquilan una casa en un barrio tranquilo de Londres. Sorpresivamente descubrirán que está habitada por una fantasma ciclotímica. Al principio, como todo semi humano que se precie de tal, los tres jóvenes tendrían roces y broncas, pero con el correr del tiempo y un sinfín de desgracias, acabarán formando una familia atípica (o típica), unida por el amor y el espanto.
¡Ay, que lindo, una historia de integración entre personajes maltratados por la sociedad!. No. Being Human no es “lindo”, pero tiene todos los ingredientes de una buena serie inglesa para plantarle cara a las grandes producciones y poner sobre la mesa una historia que, como pocas, reformula el mito con respeto y mucha originalidad.
No podría decirse que Being Human es una comedia, ni un drama. Como muchas de las producciones británicas, el tono oscila constantemente entre uno y otro, sin llegar a decidirse por cuál gana todo el espacio. Como la vida misma, pero agregándole maldiciones ancestrales.
La historia de George, Annie y Mitchell tiene sobre todo desencuentros, malentendidos que terminan muy mal y una concepción de la amistad sin cursilerías abundantes. Los tres no tienen otra opción que cuidarse, porque afuera está lleno de monstruos de verdad.
El casting final que se mantendría para las tres temporadas que hasta el momento tiene la serie, finalmente quedó conformado por Aidan Turner como Mitchell y Leonora Chichlow como Annie. Con el correr de los capítulos, los flashbacks comenzaron a echar luz sobre las vidas pasadas de los personajes y la complejidad de la historia fue tornándose cada vez más oscura, sin abandonar, eso sí, los momentos de buen humor en general a cargo del histérico y adorable Tovey en el papel de George.
Decir mucho más de la serie, sin hacer abuso de los consabidos spoilers, es bastante difícil, pero vale la pena como ánimo a que quienes no vieron la serie, pero gustan de la temática licántropa-vampírica-sobrenatural. No es fácil para mucha gente (y me incluyo en mis comienzos) adaptarse al tono inglés, tanto al humor como al manejo del drama, pero en este caso el esfuerzo vale la pena.
Y, en lo que a hombres lobo se refiere (algo así como mi fanatismo sin fecha de vencimiento) vale decir que las escenas de transformación de George son brillantes, sobre todo considerando que se trata de una serie de TV con un presupuesto a la altura de esa circunstancia. Las secuencias de la transformación se enmarcan, con mucha destreza, en la estética impuesta por Rick Baker en An American Werewolf of London, aunque agregándole una dosis de violencia y sufrimiento que suman mucho a la causa. Rick Baker (ganador por séptima vez de un Oscar, hace pocos días) es uno de los padres del FX moderno. Su gran aporte a la causa fue realizar, en “An American…” la primera secuencia sin cortes donde se ve a un hombre convertirse en su contraparte lupina. Anteriormente, el padre de los efectos especiales licántropos había sido Jack Peirce, tutor de Baker y encargado del make up de The Wolfman, la película de 1941 que luego Benicio del Toro reharía… con Baker a cargo de los efectos. El círculo se ha cerrado, padawan.
Pero más allá de esta digresión fan-compulsiva, volvamos a Being Human. En lo referente a los clichés melodramáticos, no puede decirse que no los haya, pero en general abundan más los guiños y homenajes que los lugares comunes, nada despreciable en una serie que se apoya en una temática de la que tanto se ha dicho.
Ya vendrán en TeleObjetivo los análisis en profundidad de cada temporada particular, pero como marco general de la serie, se puede agregar que esta serie cuenta con varios minidocumentales sobre el detrás de cámaras en los que pueden verse varias entrevistas a los productores, guionistas y actores, como también los procesos de armado de las secuencias más complicadas. Sumamente recomendable para quienes, terminadas las temporadas, se queden con más ganas de conocer cómo se llegó a conformar esta maravilla televisiva.
En lo referente a la recepción de la crítica británica, Being Human tuvo opiniones más que favorables en casi todos los ámbitos del espectáculos, que acogieron con muchos elogios a un programa que bien podría haber caído en lo previsible y, lejos de eso, supo sortear los malos productos hechos con la excusa de “miren que bien reformulo el mito”.
En cuanto al tono, un asunto que siempre surge en conversaciones sobre esta serie, vale decir que la segunda temporada es quizás la más oscura en cuanto al tratamiento psicológico de los personajes. Si bien la primera no abusa del entorno introductorio y rápidamente va, como decimos en este rincón del mundo, a los bifes, la segunda temporada ahonda mucho más en los aspectos más oscuros de los tres personajes y en, sobre todo, sus turbulentas relaciones sexuales y sociales con otros personajes. En esta segunda entrega aumenta la participación de quienes en la primera temporada se habían presentado más como extras y lentamente la serie se abre a mucho más que tres protagonistas. Paralelamente desarrolla la historia de “los malos”, en clave de organización secreta con misteriosas intenciones. Y el asunto de la bondad, maldad y los bandos se encuentra en permanente crisis.
Una serie más para agregar a la nutrida lista de grande sproductos televisivos británicos de los últimos tiempos. Esta vez, contando una que sepamos todos, como si fuera la primera vez.
Título original: Being Human
País: Reino Unido
Año de emisión: 2008-actualidad
Cadenas: BBC3
Creador: Toby Whithouse
Número de temporadas: 3
Cantidad de episodios: 21 (más el piloto)
Originalmente publicado, con cambios en ¡Que Planeta Generoso!.